Capitulo 11

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La noche había llegado tan silenciosa y reconfortante como siempre, mostrándose con la belleza que eternamente mostraba, pero a su vez, con la soledad e independencia que tantos más admiraban con profunda devoción e incluso con un tanto de recelo.

Todos en el complejo yacían dormidos en sus respectivas habitaciones, a excepción de cierto castaño que sólo se dedicaba a mirar la forma tan común que tenían sus pies y analizar en su cabeza el caos que podía nacer tan repentinamente y sin dar algún indicio de su presencia hasta que simplemente se desataba por completo y no había forma de pararlo.

Las cosas se habían vueltos incómodas y difíciles de sobrellevar en el equipo y todo gracias a Tony, o al menos así lo veía él.

Desde que Steve y él hablaron, las cosas se habían tornado tensas, pero todo se vino abajo con la presencia de Stephen, lo que desató un batalla entre ambos hombres, que sólo pudo ser frenada por la intervención de los demás integrantes, que por fortuna y con demasiado esfuerzo lograron separarlos antes de  que las cosas escalaran a un nivel donde no habría nada que hacer, así que a partir de ahí, las cosas se vinieron abajo, causándoles constantes dolores de cabeza al millonario, quién se sentía más que responsable de la vivencia de aquella situación tan amarga que había desencadenado una serie de situaciones por las cuales tampoco se sentía muy satisfecho o tranquilo.

Su pecho se sentía oprimido y le dolía al respirar. Sus ojos le picaban por la pesadez de sus remordimientos y de la intranquilidad que habitaba en su alma y que le hacía sentir cada vez más débil e incluso a ratos, sentía a su vista fallarle o jugarle algún que otro mal estrago.

Tony temblaba. Le dolía el cuerpo entero y su mente le daba vueltas mareándolo y asfixiándolo más que de costumbre. Se sentía destrozado y ansioso, tenía ganas llorar y temía que a causa de que su estrés y sus miedos tan recientes acabarán con su cuerpo,  colapsando como constantemente lo hacía en aquellas situaciones. Quería pararse de su cama y caminar hacía su taller para distraerse toda la noche realizando aquellos inventos locos que tanto le quitaban su pesada carga emocional y lo ayudaban con a mantener la cordura que tan pocos decía que tenía. Sin embargo, su cuerpo ni si quiera se sentía con la suficiente fuerza como para ponerse de pie, y su mente ya había sido exprimida durante los últimos días, dejándola seca de ideas para aquellas noches de crisis donde sus demonios salían a la luz para devorarlo como buitres llenos de sed de sangre y de carne putrefacta, descripciones que por desgracia, encajaban con su figura.

Edward tenía miedo... Sólo eso, temía al pensar en el pasado y recordar lo miserable que había sido su vida. Siempre solitaria y sin una pizca de esperanza, marchitando a su lado todo lo que cuando era niño, intentó cultivar en su pequeño y blando corazón. Desde que era niño había deseado que su vida fuera distinta. No le importaba si debía sacrificar su dinero o intelecto para vivir mejor, para tener ese amor que siempre deseó y que tanto mendigó por años. Daría todo para tener una pizca de la atención y calidez que siempre tuvieron los demás y él que siempre envidio en secreto, desde la comodidad de su mansión forrada en oro. Siempre deseo poder regresar a casa y que sus padres estuvieran ahí, ansiosos por preguntarle cómo le había ido en la escuela, cómo se sentía, sobre si tenía una novia o alguna cosa por el estilo... Sin embargo, y muy a su pesar, nunca lo hicieron, nunca estuvieron ahí para él, siempre estuvo solo luchando y trabajando para si mismo y para sus deseos e intereses. 

Jamás tuvo un lugar en el que se sintiera completo y dichosos. Jamás existió hasta que los vengadores nacieron y su compromiso con Pepper se concretó, pero como siempre, perdió todo en un abrir y cerrar de ojos. Y ahora que de nuevo todo parecía ir bien en su vida, recuperando y reconstruyendo lo que había perdido, tenía miedo de que de nuevo su vida se arruinara por completo, que se desboronara a pedazos y todo por su culpa. Tenía miedo de perder a Peter y a Strange. De que ellos tarde o temprano se aburrieran de él, que se dieran cuenta de la terrible persona que era y que por ende lo dejarán solo. Claro que Tony sabía que ellos no eran esa clase de personas, pero por más que se repetía eso diariamente, sus demonios internos seguían repitiéndole una y otra vez que mentía, que eso sucedería tarde o temprano aunque él no lo quisiera ni lo fuera a aceptar.

Destinados por una piedraWhere stories live. Discover now