Capítulo 23

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Natalie.

Él camina como un verdadero  león enjaulado.

De tantas vueltas me estoy mareando.

Se detiene y me mirá, justo en este instante deseo ser invisible.

- ¿Hace cuánto sabes que eres la hija de   Adolfo Mayer?

Su pregunta me toma por sorpresa, y su calma también.

Un segundo.

¿Èl lo sabía ?

- ¿ Tú.. tú... Lo sabías? - pregunto aún aturdida.

¿Pero que mierda?

Levanta la vista del piso y sus ojos azules me observan.

Se queda en silencio,y no dice nada. Pero no hace falta que diga algo; su silencio dice más que mil palabras.

- Dime por favor que no lo sabías, solo dime eso - mi ojos buscan desesperada una respuesta negativa.

- Lo siento  Nalie - esa simple frase hace que mi mente se detenga.

Abro mi boca intentando decir algo, pero mi boca se niega a pronunciar algo coherente.

Ahora soy yo la que camina como loca por la oficina.

Ahora todo tiene sentido.

Necesito calmarme para poder hablar con él, aunque lo único que deseo; es estragularlo hasta sacarle los ojos.

- ¡¡ Quiero que en este instante que respondas todas mis malditas preguntas !! - grito sin poder contenerme.  

Respira Natalie.

- ¿ Cuando te enteraste que era hija de Adolfo Mayer? O mejor dicho, ¿ Desde cuándo lo sabes? - trato de no gritar por mi hijo que está con su abuela.

- Desde siempre, desde el primer día que te conocí, inclusive antes - dice serio.

Siento cada gota de mi sangre hervir.

Sin dudar un segundo, mi mano se estampa contra su rostro.

- ¿ ¡¡ Antes !! ? ¡¡ Todavía tienes la cara de decir eso tan tranquilo!! - grito furiosa.

 

Su rostro aún se mantienen de lado por mi golpe.

Un suspiro sale de sus labios y cierra sus ojos.

- Lo siento, no era mi intención ocultarte nada; cuando te conocí no me interesaba nada de ti, pero luego me empecé a enamorar de ti, y una cosa llego a la otra y ahora estamos así.

- ¿ Porque nunca me lo dijiste? - pregunto en un susurro.

- Yo.. No quería que tú vivieras una vida llena de sangre y muerte, yo quería que fueras feliz y aunque  eso significara dejarte ir, dicen que cuando amas algo o a alguien lo dejas para que sea feliz.

- No tenías que decidir por mi, yo debía tomar esa decisión.

Èl me mirá y camina hasta el sillón negro de cuero: y se sienta, coloca su cabeza sobre sus manos.

- Lo hice por qué quería que fueras feliz, solo quería eso, pero no te deje decidir porque sabía cuál sería tu respuesta.

No digo nada, el tiene razón.

- ¿Que fue lo que sucedió ? - una simple pregunta pero con una historia muy larga que contar.

- Sucedieron muchas cosas, hice cosas de las cuales no estoy  orgulloso, mate sin piedad, me llene las manos de sangre incontables de veces, ¿ Sabes que era lo que yo me recordaba cada vez que mataba a alguien? - su pregunta hace que camine hasta donde está èl.

- ¿ Qué? - pregunté mientras me arrodillada.

El elevó su mirada y Vi dolor en ella, sus manos tomaron mi mejillas mientras me  acerca al èl.

Sus labios rozan suavemente lo mios, y esos ojos azules me observan como lo hicieron hace 7 años.

- En ti en que hacía eso para que tú no vivieras lo que yo vivía, en que fueras feliz aunque no fuera yo en causante de tu felicidad.

Termino de decir para juntar sus labios  en un beso apasionado.

Su lengua entro en mi boca y la mía en la suya.

Y por primera vez sentí que había vuelto a casa.

Podría pasar millones de años pero nunca dejaría de amar a mi Giano.

Al hombre del que me enamore siendo una adolescente.

***

Mi Agente Perfecta Where stories live. Discover now