El gran día

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Por fin había llegado el día que ambos lobos estaban esperando con ansias, el día de su boda. Theo estaba parado en el altar con un traje negro, una camisa blanca, una corbata azul y unos zapatos negros, su padrino era ni más ni menos que Derek Hale, ya que la quimera se llevaba muy bien con el mayor y éste lo había ayudado mucho para que Stiles cediera a que la pareja se casara, ya que el castaño había pedido tanto su aprobación como la del Alfa Verdadero. Por más que habían discutido varias veces el tema del vestuario de Liam, éste se negaba a usar vestido, así que optó por un traje blanco, una camisa del mismo color, una corbata gris y unos zapatos blancos. El que lo entregaría sería Scott, ya que era como un padre para el pequeño, mientras que su "madrina" sería Isaac, ya que él en el pasado, y presente, había sido muy amistoso con el menor, además siempre lo apoyaba y ayudaba con lo que necesitara. Theo estaba más que nervioso, temía que el pequeño se arrepintiera en el último minuto, así que Derek, como buen padrino, lo ayudó a calmarse un poco. Todo pasó en cámara lenta para la pareja, el beta entró junto con su "padre", un hermoso ramo de rosas grises y azules entre sus delicadas manos y una bella sonrisa cálida posada en sus labios. Con cada pequeño paso que daba, ambos se sentían más y más seguros de la decisión que estaban tomando. Una vez Liam llegó junto a Theo, se tomaron de las manos mientras Scott iba a sentarse. El comienzo de la boda fue maravilloso, la hicieron en un pequeño claro del bosque; Lydia y Malía se encargaron junto a Isaac de la decoración, mientras que Stiles y Scott decidieron encargarse de la comida y el pastel. El lugar estaba decorado con flores por todos lados, las sillas con fundas en colores fríos y el altar rebozaba de pétalos de rosas grises y azules. Llegada la hora de los votos, la quimera decidió comenzar, se aclaró la garganta intentando no soltar sus lágrimas y tomó suavemente las manos de su chico mirándolo a los ojos con la sonrisa más amplia y hermosa que el joven había visto.

-Liam, Realmente eres lo mejor que me pasó en la vida... Aún no puedo creer que todo ésto esté pasando... Sé que repito ésto a diario pero... Liam Dunbar... Eres el amor de mi vida... Amo despertar todas las mañanas junto a ti, aunque a veces deba empujarte de la cama para que te levantes... Me gusta hacerte bromas tontas, aunque a veces te las tomes tan mal que me toca dormir en el sofá por más de dos días... -Bromeó el castaño riendo.- Pero a pesar de todo... Me encanta tenerte a mi lado, nadie podría ser mejor que tú. Eres el único para mí y siempre va a ser así, hasta que formemos una familia... Ahí serás tú y nuestros cachorros, como tú dices... Te amo y espero que ésto tan hermoso que tenemos nunca se termine...

Concluyó la quimera haciendo romper en llanto a su pareja que no se esperaba algo tan hermoso de ese chico. Una vez el menor pudo calmarse Mason, que era el que oficiaba la boda porque tenía el título de cura, cosas que, según él, sólo haría por su mejor amigo, suspiró bajo y miró a su amigo para que éste comenzara a hablar.

-Theodore Raeken... Siendo sincero, hasta hace un par de años, veía imposible la idea de casarme contigo... Pero ahora, siento que mi mayor sueño se está haciendo realidad y con la persona que amo... Cuando diste tu vida por mí la primera vez, supe que podría contar contigo... Pero cuando comenzaste a sobre protegerme y luchar a mi lado me di cuenta que no sólo estaba agradecido contigo sino... Sino que te amaba... Aún recuerdo nuestro primer beso... La primera vez que nos dijimos "te quiero"... Esa primera noche que dormimos juntos, nunca me voy a arrepentir de habértelo pedido, porque a día de hoy, fue la mejor decisión que tomé en toda mi vida... Sigo pensando que fue idiota recibir un balazo en el estómago para protegerme pero admito que... Que fue muy estúpidamente dulce de tu parte... Y gracias a eso estamos aquí... Estoy a punto de casarme con el hombre más guapo, dulce, raro y cursi del mundo... Con el hombre que amo... Y que amaré hasta el día de mi muerte...

Ésta vez era Theo el que lloraba una vez que el pequeño terminara de hablar. Al parecer el beta era mucho más cursi de lo que cualquiera hubiera imaginado, incluso su pareja se sorprendió. Mason continúo con la ceremonia limpiandose las lágrimas de vez en cuando que salían por sus ojos a causa de la emoción que sentía.

-Bien, si alguien se opone a éste matrimonio, que hable ahora o calle para siempre. -Esperaron unos segundos, al no haber objeciones, el cura y mejor amigo del rubio, decidió proseguir.- Perfecto. Theodore Raeken, ¿Aceptas a Liam Dunbar como tu legítimo esposo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?

El castaño miró a su chico, directamente a sus orbes celestes, con una amplia sonrisa y lagrimas en los ojos, acarició suavemente sus manos sintiendo una suave corriente eléctrica por su cuerpo.

-Acepto. -Contestó seguro soltando algunas lágrimas.

-Y tú, Liam Dunbar, ¿Aceptas a Theodore Raeken como tu legítimo esposo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?. -Preguntó Mason con una sonrisa viendo a su amigo.

El pequeño presionó suavemente las manos de su pareja como una señal de confianza y certeza. Estaba feliz, no podía negarlo, se notaba en su cara, sus reacciones químicas y principalmente en sus latidos.

-Acepto. -Contestó el beta dejando salir pequeñas gotas cristalinas de sus ojos.

-Bien, por el poder que me han concedido, yo los declaro esposos. Theo, ya bésalo, se nota que quieres hacerlo. -Bromeó el humano riendo.

La pareja se contempló mutuamente por unos segundos, de un momento al otro habían olvidado que había más personas al rededor de ellos. El mayor sonrió, no era necesario decir nada porque con la mirada se habían dicho todo. El castaño tomó por la cintura a su ahora esposo para acercarlo a él, lo miró a los ojos unos segundos para luego estampar sus labios en los contrarios sin borrar aquella sonrisa que lo caracterizaba cuando estaba junto al menor, el cual en cuestión de milisegundos correspondió el beso. Al separarse se abrazaron sin pensarlo ni un momento, se amaban, y esi duraría para siempre, ya lo habían dejado más que claro en ese preciso momento.

-Te amo, niño con problemas de ira... -Susurró el de ojos grises con una sonrisa en sus labios.

-Yo también te amo, egocéntrica quimera... -Suspiró el de cabello rubio riendo.

La complejidad de estar a tu lado || THIAM ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora