1. Sueños de magia

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  • Didedikasikan kepada Sharon Bernal
                                    

«Huía, no sabía de quién o qué, solo corría entre un laberinto de pasillos sin fin. Estaba en lo que parecía una cárcel, pero lo extraño era que atravesaba las paredes y los barrotes que obstaculizaban su paso, formando una especie de pasadizos de la nada; eso era magia de seguro, lo que creaba esa especie de portales que la transportaban a otro lugar, no tenía otra explicación que no fuera esa.

Con el miedo latente, tuvo la necesidad de desaparecer de ese aparente encierro donde no supo por qué le tenían presa. Siguió corriendo hasta que escuchó que unos pasos presurosos la seguían.

Volvió a ver tras de sí, hallándose esta vez en medio de una planicie cuyo suelo era blanco en totalidad, rodeada de árboles escarchados de nieve. El frio abrumador la sobrecogió, al punto que se tumbó de rodillas en el suelo, doblegada, abrazándose a sí misma en busca de calor.

Percibió que alguien le tocó el hombro, de nueva cuenta se giró a ver, temerosa porque la hubieran capturado, pero solo se encontró con una mirada azul que le trasmitía una paz inexplicable...»

De repente, tocaron de forma brusca las puertas de aquel granero donde dormía; al parecer el sujeto del otro lado no estaba muy contento.

—¡Holgazana, levántate, hace rato cantó el gallo! ¡Tienes que comprar unas cosas!

Se incorporó de su lecho formado por la paja que acumulaba cada noche para dormir cuando buscaba un lugar solitario en el cual relajarse después de una jornada cargada de insultos, órdenes y desdeños. Se restregó los ojos, recordando de a pocos lo que había soñado; pasillos sin fin, portales hechos de magia... sacudió la cabeza, pensando que aquello jamás pasaría pues ella no tenía esa facultad.

Retirándose las tiras de paja de su ropaje, se fue hacia la puerta para atender; halló al señor Asper, un hombre de su misma altura pero bastante gordo; su cara fruncida en conjunto con sus arrugadas facciones alrededor de sus ojos le causaban cierto estupor, a parte de su tosca voz y su vestimenta curtida de la sangre de las reses que mataba día a día para la comida en el castillo.

—¡Rápido! —apresuró Asper al verla—. Tienes que comprar pescado, especias y verduras para el festín.

—Pero aún es temprano, ni siquiera ha amanecido —rezongó la muchacha luego de ver el cielo aun oscurecido, conteniendo un bostezo que al final se escapó.

—¡Ja! ¿Crees que un festín para más de cien personas se va a hacer en unas horas?

Detestaba que usara ese tono ya que después...

—¡No des peros y ve con el señor y la señora Travian! —... Venía el regaño. Le gritó tan fuerte que casi la dejó sorda—. ¡Y dile a Tom que debe ir también!

—¿Dónde está él? —preguntó, siendo precavida, posando sus ojos mieles en el suelo.

—En el pozo. ¡Rápido que ya se está preparando todo!

Esta era la vida de Natalie luego de que fuese abandonada en Asturian hace unos dieciocho años atrás. Llegó junto con Tom quien también era huérfano, acogidos por dos humildes ancianos que actuaron casi como unos padres para ellos.

Trabajaba como sirvienta-esclava al servicio del Castillo Negro de ese reino cuyo ambiente era poco llevadero; era lúgubre, todo en su interior acogía un tono oscuro, haciéndole honor a su nombre. Para hacer más tétrica su reputación, se rumoreaba que el rey practicaba magia, cosa que no le constaba y que sinceramente no le interesaba, además de que no había cómo comprobarlo, nadie en esas tierras practicaba hechicería, nunca antes la vio de primera mano y era mejor así porque lo poco que conocía de ese don, era que traía problemas.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang