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Hashirama observó la espalda de Madara antes de acercarse lento y sigiloso, temía por su nariz y el posible golpe que recibiría en su costilla al pararse tras él, pero no pudo resistir su impulso.

Madara casi chillo cuando sintió el cuerpo de Hashirama acorralarlo contra el mostrador y comenzaba a lamer tras su oreja. De la sorpresa soltó la caja de cereal que estaba sirviendo en un plato.

—Buenos días, Dara—susurro Hashirama—. ¿Dormiste bien?

—No sabía que estabas aquí. —Madara odiaba las mañanas, las odiaba más que nada, él no pedía el típico “cinco minutos” él pedía cinco horas más. Pero que Hashirama llegará para desayunar le hacía sentir extrañamente feliz.

—Acabo de llegar. —Hashirama estiró su mano hasta alcanzar la caja de cereal y se llevó un puñado a la boca, rueditas de miel. A Madara le encantaban—Fue una noche difícil, estoy agotado.

Madara intento no reír por el tono lastimero con el que había hablado Hashirama. Se abstuvo a estirar la mano para acariciar los cabellos castaños cuando el Senju dejo descansar la mejilla en su hombro.

—Pobrecito. —Madara palmeo su cabeza un par de veces y siguió preparando su desayuno, tomando otro plato para poder servirle también al cansado Hashirama.

—Últimamente solo comemos cereal y pizza congelada, aunque no me quejo. Me gusta—dijo de forma resignada Hashirama, sentándose en la mesa y llevando el plato en manos para comenzar a desayunar.

—Es porque ninguno ha ido al supermercado. —Eso tiene mucha lógica, pensó Hashirama—Yo no tengo tiempo y tú apenas te paras unas horas por aquí, sólo para dormir.

—He pasado casi treinta y dos horas seguidas en el hospital, por obligación tengo que tener un día libre… Así que… ¡Estoy libre! —Ah sí, el idiota que seguramente en esas treinta y dos horas solo durmió seis deseaba ir al supermercado en vez de dormir. Madara jamás podría hacer eso, ¿Cuánta energía tiene Hashirama? El cerebro de Madara podría colapsar al pensar en eso.

—Supongo que puedo llamar a la oficina para llegar más tarde. —Hashirama apenas iba en su cuarto año de residencia, sus superiores lo sobreexplotaban, aunque no era muy diferente a cualquier cirujano. Se podría decir que la mayoría vive en el hospital. Aun así, Hashirama siempre se tomaba el tiempo para pasar tiempo juntos. Todo momento era apreciado.

—Eso es excelente, me duchare y cuando termine podemos ir. —Madara asintió con una ligera sonrisa, se equivoco, Hashirama no tenía extrema energía, sus ojeras lo confirmaban y como dejó su plato sin comer, se olvidó de él. Lo dejaría descansar unas horas antes de ir.

—————

Madara era competitivo, y algo, solo algo tramposo. Perder nunca estaba en sus planes. Y Hashirama no se quedaba atrás, por más que aclara que era un juego amistoso podía ver su sonrisa arrogante, creyendo que ganara. Iluso, pensó Madara.

—¿Quién llegue primero a la caja con todas las compras que hay en su lista?

—Si—respondió Madara.

—Lamento que de ahora en adelante tendrás que levantarte antes de las cinco para dejar la ropa en la lavandería, Dara. Tal vez te ayude, no me gusta ser cruel contigo. —Estúpido, estúpido, estúpido, Madara quería besarlo maldita sea, quería borrarle esa sonrisa arrogante del rostro.

—Til viz ti iyidi—Oh, que maduro, pensó Hashirama.

—No te enojes, cariño. —Hashirama reviso la lista de compras una vez más. La dividieron, cada uno tenía su carrito de compras y ninguno quería perder.

—No te sobrepases con los dulces o chocolates. —Pidió. Hashirama solía abusar del azúcar por su falta de sueño y Madara era el encargado de cuidarlo de una futura diabetes o hiperactividad, cualquiera que llegue primero.

—Bien, lo prometo.

Madara le dio una última sonrisa, una demasiado hipócrita, y entró en la tienda, siendo seguido por Hashirama.

Cada uno por su lado, buscando los productos de la lista en el menor tiempo posible. 

Madara se dirigió al área de bebidas, llevándose todas las sodas de cereza y metiéndolas en su carrito de compras con intensión de retrasar a Hashirama. Las bebidas eran lo último en su lista la lista de Hashirama y él era muy insistente. Perdería mucho tiempo en tratar de encontrar más.

Después de eso salió en busca de lo que en verdad estaba en su lista. No contaba con que Hashirama haría lo mismo.

Madara no encontró barritas de fresa, el Madara interno estaba llorando. Lloraba mucho. Se dirigió a la caja, completamente abatido, había buscado en todas partes y nada, ¡La vida es tan injusta!

Entonces chocó con alguien, su carrito chocó con alguien. Y lo vio, no pudo evitar no examinar su carrito, ¡Era un vil tramposo!

Madara abrió los ojos como platos antes de entrecerrarlos con molestia. Hashirama no fue muy diferente, miró furioso las botellas de Soda de cereza que lo habían hecho retrasarse más.

—¡Puñetero tramposo! /¡Mira quién lo dice!

Se gritaron en medio del pasillo, llamando la atención de todos los que los rodeaban. Pero no les importo, solo podían concentrarse en la persona tramposa frente a ellos.

Como castigo ambos se levantaron antes de las cinco para llevar la ropa a la lavandería por dos meses, antes de poder seguir con su rutina de siempre.

Era necesario, sino no podrían verse a los ojos en mucho tiempo, aunque nunca se olvidaría una traición de esa magnitud.

modern ; hashimadaWhere stories live. Discover now