Oh no...

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Miguel pensaba en su cuarto, sentado en la orilla de su cama con la vista al piso de la patética excusa que había puesto en la clase, obviamente nadie creería que lo había atacado un gato, todavía recordaba las risillas de sus amigos

Había visto la mirada de Sam confundida, y la mirada del Sensei...

De alguna manera u otra lo podía descubrir y no sabía cómo se lo iba a tomar.

No creo que lo felicitara; Literalmente había tenido relaciones sexuales con amado hijo, vio la camisa recién lavada y seca.

Debía entregársela a Robby, no podían estar así, sin hablar, también quería resolver las cosas

Bueno, en realidad durante todo el tiempo que los Dojos se habían unido y el hijo pródigo regresaba, Miguel y Robby se habían estado acercándose de manera significativa, aún era un poco extraño, pero habían visto que tenían gusto similares y lograban llevar una plática amena.

Aveces se llegaban a tener momentos de tensión, pero no de la incomoda, era algo más...y ese algo más se había concluido en esa noche de la fiesta

Y sería muy sospechoso que dejarán de hablar de la nada, Si, definitivamente tenía que hablar con Robby

Se encaminó hacia del departamento del sensei, tocó la puerta, espero unos segundos hasta que se abrió

Dejando ver a Robby con una sudadera y un shorts por debajo de la rodilla, descalzo.

—¿Que quieres?—Pregunto el castaño  viendolo con el ceño fruncido

—Quería hablar contigo y entregarte tu camisa— Explico, ya adentro del lugar, básicamente entro sin permiso

—Ok, pero en mi habitación, no quiero que mi padre escuché algo, no está en casa pero puede llegar en cualquier momento— Comento un poco nervioso encaminando sé hacia el cuarto

Miguel solo podía seguirlo y mirarlo, había visto el cuello del otro chico, ahora más que nunca estaba un poco apenado.

No podía creer que el hubiera hecho eso.

Habían entrado al pequeño lugar, tenía el mismo tamaño que su habitación, solo que en la de Robby no había tantas cosas.

Una cama individual alado un mueble donde había una lámpara, no muy lejos estaba un ropero.

También había un sofá negro, se habían parado cerca de ahí, lo miro y sus ojos verdes observaban expectantes a que empezará a hablar.

—Y-yo, Todo lo que dije esa anoche es cierto. Cada una de mis palabras son reales, dicen que los borrachos nunca mienten, y el que te haya dicho que me gustas, no es ningún engaño— empezó a decir, esperando no arruinarlo más

—¿Cómo se que no mientes? Pregunto cruzando los brazos observandolo fijamente

—No mentiría con mis sentimientos, no tendría razón que venga y confiese lo que pienso, Sabes, Apesar de que tome mucho alcohol, no puedo olvidar lo que paso...— confesó viendo la mirada sorprendida del castaño que tenía un leve sonrojo

—Pues deberías hacerlo Díaz, eso fue sexo de una noche. No te hagas esperanzas de volverlo a repetir —Contesto secamente, porfavor el mismo sabía que no estaba diciendo la verdad, quería evitar romper su corazón por segunda vez

—Definitivamente eres malo mintiendo, el sensei me lo dijo—Hablo acercándose al castaño

—Oh cállate, si eso era lo que querías decir, ya retirate— Dijo agarrando la camisa del otro para luego entregarsela

—Porfavor, creeme Robby— Pidió suplicante el pelinegro tomándolo de la cintura, acercando sus cuerpos—Cada palabra es cierta, dame una oportunidad.

Fiesta Y un Poco De AmnesiaWhere stories live. Discover now