A cuatro mil metros de altura

849 171 28
                                    

— ¡AY DIOS MIO QUERIDO! ¿En qué momento me dejé convencer para semejante locura? — grito eufórica.

— Relajate Celeste y disfruta del momento. — Eric sonreía mientras yo me preguntaba como podía estar tan tranquilo.

Estábamos a cuatro mil metros de altura.
Hoy por la mañana Eric toco mi puerta proponiendo nuestro primer día de locura. Yo pensaba que iríamos a tocar uno timbres y darnos a la fuga o ver quién aguantaba más comiendo picante pero nooo. Al simpático de Eric se le ocurrió la brillante idea de tirarnos en paracaídas.

Me temblaban las piernas y respiraba con dificultad. Desde la pequeña ventanita del avión se veía todo tan diminuto lo que hacía todo más Real.

¡Si celeste, como si vestir un equipo de paracaidismo no te diera una noción de lo que estás a punto de hacer! Necesitas prestar más atención querida.

— Tranquila, si se da el caso de que mueres te irás con una bonita imagen de mi rostro. — alzó una de sus cejas como si lo que acabara de decir fuera lo más gracioso del mundo.

— No te tenía a ti por un chico gracioso. Tu comentario me da tanta gracia que te juro que si sobrevivo montaré un circo en tu nombre. — Espero que puedan notar el sarcasmo en mi voz.

— Manten la calma Celeste, las muertes son verdaderamente escasas. Treinta y cinco de Dos punto cinco millones al año. — comentó el instructor.

¡Es que de verdad pensaba que me tranquilizan sus datos científicos! ¡No había escuchado lo de las treinta y cinco muertes!

— Escucha. — Eric se acerca tomando mis manos con las suyas — Tu eres una chica fuerte, puedes con esto y más, dentro de unos quince minutos estaremos allá abajo partiendonos de la risa.

Sus ojos metálicos no abandonaron los míos, dejándome en una especie de trance que me calmaba. Parecían hipnóticos y lo sabía, que bien lo utilizaba el jodido.

— Yo no se si pueda, no soy tan valiente como crees. — murmure para que solo él lo escuchara.

— Claro que si, repite después de mi. ¡SOY LA PUTA AMA!

— Soy la puta ama. — susurre.

— Así no chica, grita ¡SOY LA PUTA AMA!

— ¡Soy la puta ama! — dije esta vez más alto.

— No te escucho.

— ¡SOY LA PUTA AMA! ¡SOY LA PUTA AMA! ¡¡¡AHHH!!! — Grite sintiendo mi cerebro cargándose de dopamina.— ¡Tirame antes de que se me pase el subidón!

Eric sonrió con orgullo y esa sonrisa fue otro factor por el cual me sentí más valiente.

La enorme puerta del avión se abrió dejándome ver toda a su extensión, el instructor me colocó junto a él asegurándose que todo estuviera en orden. La amplitud de la tierra me quitó el aliento.

Los nervios que habían sido ocultados por la adrenalina del momento quisieron hacer aparición.
Mire a Eric, que reía como un chico pequeño, nos observamos durante unos segundos.

— ¡ Eres la puta ama !— vocalizó devolviendome la valentía.

Estaba lista para saltar de este avión, estaba lista por el.

— A la de tres, Uno; dos; tres.

Y saltamos al vacío. El aire colándose por mis fosas nasales, acariciando cada centímetro de mi cuerpo. Creo que es imposible describir lo alucinante que se siente.

Los instructores hicieron una maniobra que nos hizo quedar unos frente a otros. Eric rozo la punta de sus dedos con los míos.

Creo que incluso si muriera en estos momentos, me iría totalmente feliz. Un extraño me había hecho más feliz que cualquier chico que conocía de toda la vida.

Pero no es un extraño, es Eric. El chico que secuestraba al gato de la vecina para pedir chocolate, el chico que me encontró durmiendo en el pasillo y me ofreció una taza de café caliente. El hombre que me convenció de saltar de cuatro mil metros de altura haciéndome sentir la mujer más valiente.

Era él.

— ¡Eric! — corrí a su encuentro una vez toque tierra. — ESO FUE LO MAS INCREÍBLE QUE HE HECHO EN MI VIDA.

Corrí a sus brazos haciéndonos caer, Eric reía en mi pelo mientras daba palmaditas en mi cabeza.

— Si lo fue, corazón valiente. — murmuró.

— ¿Corazón valiente?

— Si Celeste, lo eres.

...

— ¡Fue todo tan alucinante! No creo que podría haberlo hecho con nadie más que no fuera con el. Estoy súper feliz. — Hanna me escuchaba atenta después de contarle toda la historia.

— Me alegro tanto Cel, un día de esto iremos las dos.

— Claro que si.

Un silencio seguido de una mirada pícara por su parte hicieron acto de presencia. Sabía lo que estaba pensando, la conocía muy bien.

— No vayas por ahí Hanna. — me adelanto.a sus palabras.

— ¿Qué tiene de malo Celeste? ¿No te gusta?

— No, no se. — bufé — Si. Pero no estoy preparada.

— A la mierda la preparación. Lanzate. — Dijo.

— No puedo Hanna. — negué

— Estas siendo una cobarde.

Sus palabras me molestaron tanto que perdí el control por un momento y sencillamente explote.

— ¿Cobarde? Como puedes decir eso, tu más que nadie sabes mi historia, tu más que nadie sabes la mierda que él me hizo. Lo que me hizo pasar. ¿Cobarde? Por querer tomarme mi tiempo, por cuidar mi corazón.

Tome una respiración para continuar.

— Tu no tienes ni idea de lo mucho que dolió. Así que no hables sin saber.

— Celeste... — me llamo pero no la escuché, seguí el camino hasta mi cuarto.

— Voy a dormir.

— Celeste escucha...

— Ahora no Hanna, hablamos después. — Termine dando por zanjada la conversación.

...

La conversación con Hanna había removido todo lo que trataba de hacer desaparecer. Supongo que lo que dicen es cierto: No importa lo mucho que trates, siempre tendrás que enfrentar los hechos.

También se que no lo había hecho con mala intención, que quiere que salga adelante y lo olvide.

Estoy en proceso, tratando de reconstruir uno a uno los pedazos de mi corazón. No es algo que se haga rápido pero lo haré, aunque me tome unos años volvere a ser la chica de antes.




Hellow❤

¿Que les pareció el capítulo?

Debo confesar que lo malo de ser escritora es crear a un chico tan increíble como Eric y no poder tenerlo en la vida real.

Gafes del oficio kajaja.

Si te gusto dame una estrellita y comenta.

Me hace muy feliz

Mucho amor ❤❤❤

Remedios para un corazón roto. ✔ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora