ÚNICA PARTE

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Todo empezó con una simple manzana acaramelada y unos dulces baratos del señor de la tienda en la esquina de la plaza principal, estaba hambriento y no tenía el dinero suficiente como para comprarse lo que quería. Simples palomilladas que no le afectaban a nadie y, su inocencia propia de la infancia, solo le hacía ver que era pequeñas equivocaciones.

Pero ya nada era igual. Él había crecido solitariamente hasta convertirse en todo un hombre. Y esas pequeñas atribuciones que se daba de aquello que no le correspondía, se hicieron más frecuentes. Se había convertido en su estilo de vida.

Ahora lo que hacía lo categorizaban como crímenes entre leves y graves, tantos que ya hasta había perdido la cuenta e incluso si pudiera, estaba seguro que necesitaría más dedos que los de sus manos y sus pies para tener una cifra exacta. Su vida se basaba en andar de un lado a otro divagando cuál sería el lugar próximo a saquear. No necesitaba de moralidades de aquellas fundaciones compasivas que juraban ayudarlo bajo ningún costo. Él ya estaba perdido en la suma miseria, y no solo externamente.

Un banco, una gasolinera, un supermercado, una florería; lo que fuese, le daba igual con tal de conseguir dinero para sí mismo.

Ojos de una tonalidad de azul peculiar que no pasaban desapercibidos y eran fáciles de hacerte caer bajo sus encantos. Engañosos tanto como el propietario de los mismos. Las facciones de su rostro tan bellas y tan irreales como si hubiera pertenecido a la realeza en sus vidas pasadas y como si en esta solo se hubiera escapado de todo ello para vivir una vida sin ningún lujo ni afanes. Un atractivo visual tanto para hombres como para mujeres.

Louis Tomlinson, un chico de 24 años, contextura delgada, estatura promedio y unos ojos que hacían delirar a cualquiera; era ahora uno de los criminales más buscados y solicitados de todo Londres.

Su cabeza tenía un precio no tan favorable para quien lo codiciase lo suficiente como para querer atraparlo. ¿Y eso le importaba? En lo absoluto.

Solo aumentaban sus ganas más y más de querer obtener dinero de la manera más fácil. Construiría su pequeña fortuna a base del trabajo de otros y aquello no era motivo para escandalizarlo y detenerlo de cumplir su propósito. Es más, el hecho de imaginarse siendo un millonario de esos que nunca salían a la luz pero se sabía que podían morir ahogándose entre tantos billetes, era una idea que le agradaba mucho.

Nada ni nadie lo iba a detener.

...

Un estruendoso sonido de la alarma antirrobos activándose estremeció a la cuadra entera. Gritos desesperados de la gente dispersándose donde sea pudieran esconderse y, principalmente, de aquel anciano que se lamentaba sin hallar consuelo viendo como el lugar que con tanto efuerzo había enaltecido, estaba siendo saqueado a mano armada por un joven chico de desconocida identidad. Era inútil, ya todo estaba perdido, su esfuerzo, sus años de trabajo, y esas joyas que aquel chico había sustraído desconsideradamente sabiendo que su valor no era menos de mil libras esterlinas.

Y un descarado riéndose de la desesperación que mostraban los demás.

Se quitó el pasamontañas que traía puesto dejando a la vista de todos su verdadera identidad. Cínicamente, se vitoreaba y corría con rapidez entre los horrorizados expectantes que les eran familiares desde hace bastante tiempo.

Con una actitud burlesca, amenazó a todo aquel que quiso salvar el día y hacércelas de héroe intentando enfrentarlo con nada más que golpes. No era tonto, su as bajo la manga era un arma de bajo calibre que lo acompañaba para defenderse. Algo iluso para su contrincante, pues, era una pistola falsa que ni con balas contaba.

Él ya había ganado por hoy.

...

El periódico matutino no contenía más que pupiletras para nada complicados e historias aburridas que Harry se había cansado de leer mientras intentaba pasar lo más rápido su tiempo libre para almorzar. Y vaya horrible intento de almuerzo; según él que supuestamente quería iniciar una vida saludable incluyendo sus comidas del día tal como le había comentado a su madre, mientras que horas después, había reemplazado una ensalada fresca con aperitivos incluidos solo porque le pareció más conveniente comprar un café y unas donas con relleno especial.

MY HANDCUFFS ARE NOT YOUR HINDRANCE | Larry Stylinson OSOù les histoires vivent. Découvrez maintenant