Parte 14: Naufragio.

708 50 7
                                    

Aquel barco estaba destinado al naufragio desde su partida. No sin antes pelearle de igual a igual al más bravo de los mares. Ni él dejaría que los rayos le quiten su sombra, ni ella osaría quitárselos. Aunque no terminaría la historia en ese beso, esa era la batalla que faltaba pelear.

Saxsa no podía quitarse de la cabeza aquel beso, los deseos contenidos de aquella tarde se había vuelto una enorme deuda que ansiaba pagar, necesitaba saber qué pasaría si un día

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Saxsa no podía quitarse de la cabeza aquel beso, los deseos contenidos de aquella tarde se había vuelto una enorme deuda que ansiaba pagar, necesitaba saber qué pasaría si un día...

Odiaba planchar, la sola idea de tener que hacerlo la ponía de muy mal humor. Maldecía  los largos y abundantes vestidos de la Reina. La habitación estaba en silencio, los ruidos habituales sólo se limitaban a los pasos de los guardias y al choque de la plancha  con los botones del vestido que tanto costaba alisar.

Estaba ensimismada en su doméstica tarea cuando tocaron la puerta. Un súbito escalofrío recorrió su espalda y el sudor nervioso invadió la palma de su mano, que además temblorosa por poco deja caer la plancha al piso. 

Abrió la puerta y lo vio, gallardo, altivo pero a la vez suplicante, parado frente a ella.

Abrió la puerta y lo vio, gallardo, altivo pero a la vez suplicante, parado frente a ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El autocontrol se apoderó de ella al instante

Alex. Hola..

Saxsa: Hola... 

Los segundos que pasaron hasta su respuesta, eternos, sólo aceleraban su pulso. Súbitamente se acercó, tomó sus mano entre las suyas encendiendo esa cálida y hermosa luz rosada. La cercanía le aceleró nuevamente el pulso. Saxsa quiso retraer su brazo, y cuando reaccionó estaba besando tiernamente sus dedos, como se besa a un niño cuando se lastima para curarlo. De nuevo el autocontrol intentó frenar en vano lo que ocurriría, de nada sirvió, su aliento se confundió con el de ella y la humedad de sus labios inundó su boca, no esperó esta vez, su apéndice decidido se introdujo en búsqueda de la lengua de ella  y se trenzó en una dulce batalla invitándome a recórrelo también.

 De nuevo el autocontrol intentó frenar en vano lo que ocurriría, de nada sirvió, su aliento se confundió con el de ella y la humedad de sus labios inundó su boca, no esperó esta vez, su apéndice decidido se introdujo en búsqueda de la lengua de e...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El caballero Oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora