26- Entre fantasmas

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En tanto el segundo hermano de los Sonobe aún estaba desaparecido, los otros dos aguardaban en la mansión vacacional de Roma. Gianluca se había ido a dormir en su respectivo aposento, sin embargo, Jean Paul aún seguía a la espera de la reaparición de su hermano. Los guardias de las mazmorras los dejaron marcharse después de un tiempo concreto que fue exhortado por Jean Pierre y al cual estos hicieron caso omiso a su orden. Cada vez, los juegos de su hermano los dejaban sin comodines para enfrentar el juego al que Jean Pierre los había ido sumiendo poco a poco.  

¿Por qué nos dejaste ir Jean Pierre? ¿Cuáles son tus verdaderas intenciones?. Pensó el mayor de los Sonobe mientras aflojaba el nudo de su corbata.

A causa de la tempestad que acaparaba la mansión, las tenues luces amarillentas parpadearon un par de veces antes de apagarse por completo. La oscuridad envolvía la sala de estar, impidiendo que Jean Paul encontrara su móvil. La búsqueda se vio interrumpida cuando un estrépito sonido proveniente de la entrada principal atrajo su atención.

Con cautela el mayor de los Sonobe se desplazó por los pasillos hasta dar con la puerta de roble abierta que golpeteaba con fuerza la pared de concreto. Las ondas de viento la azotaban sin cesar, emitiendo escalofriantes ruidos que provocaban una aceleración en los latidos de su corazón. Sin más, Jean Paul tiró de la puerta, sellando consigo todo rastro de abrumadores sonidos que se colaban al interior de la mansión. 

Suspirando con alivio, Jean Paul se volteó. Encontrando a un tranquilo Jean Pierre cruzado de piernas sobre un diván de cuero negro.

_ ¿Me esperabas hermano?. _ El reflejo de un rayo que cayó por el jardín, acaparó la mitad del a perfilado rostro de Jean Pierre para seguidamente envolverse nuevamente en oscuridad.

_ El hijo pródigo siempre regresa a casa, aunque esta vez, te demoraste bastante. _ Replicó con circunspección, mientras su mirada se desviaba hacia un fusil cargado que se hallaba a la par de un florero que era alumbrado por la luz de los rayos que impactaban el vergel. 

_ Tarde o temprano todos regresamos a casa, los lazos de sangre son difíciles de evadir. _ Ladeando la cabeza, Jean Pierre se levantó, introduciendo las manos en los bolsillos de su gabán.

_ A veces es mejor cortar los lazos de raíz en vez de evadirlos siempre. _ El mayor de los Sonobe se encaminaba con tiento por la sala, con la intención de llegar hasta el arma. Sus ojos color avellana se desviaron hacia el mesón, al mismo tiempo que los ojos color miel de Jean Pierre.

_ Ya veo, así es cómo termina?. Tú disparas, luego tienes que lidiar con el rollo este de ocultar el cadáver, el arma homicida, mentir ante los oficiales, intentando de justificar el porqué debiste hacerlo. Podrías decir algo como ¨mi querido hermano se sumergió tanto en la locura que perdió la razón de ser. Se escabulló en nuestra casa para asesinarnos y no tuve más que otra opción de apretar el gatillo antes¨. Es una historia bastante trágica, ¿no lo crees Jean Paul?. _ Negando con la cabeza, curvó las comisuras de sus labios, para seguidamente avanzar con paso lento en dirección a él.

_ Tal vez sea así, solo te faltó la parte de vivieron felices por siempre. _ Respondió, retrocediendo hasta estar a unos cuantos pasos del fusil. 

_ Puede que este sea mi final feliz. _ Sin esperar, el hermano del medio extrae de su gabardina un revólver con el que apuntaba la cabeza de Jean Paul.

No obstante, los hermanos no se encontraban solos...

Adler hizo aparición entre las sombras, cargando consigo un rifle. Recogió el fusil de la mesa y se lo entregó a su respectivo amo.

_ ¿Conque jugaremos de este modo?. _ Deteniendo su caminado, hizo un ademán con la cabeza, incitando con este gesto la presencia de Damien.

El guardaespaldas de Jean Pierre se posicionó delante de este, sosteniendo una espingarda entre sus firmes manos.

Los SonobeWhere stories live. Discover now