Capítulo 12: Lágrimas de fuego

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Hacia casi media hora que todo había pasado, Armin se encargó de dialogar con los de Marley convenciendolos de que habían detenido a Eren, Mikasa volvió a la isla para enterrar la cabeza de Eren, Annie y Reiner estaban con sus familiares comprobando que esteban bien y que todo había acabado. Por otra parte Jean y Marco no paraban de llorar abrazados, el pecoso intentaba contarle cómo despertó y como había llegado pero Jean no paraba de interrumpirlo con besos y y abrazos entre sollozos.

-Por fin, cuanto tiempo hemos perdido...
Dijo Jean mientas acariciaba la mejilla de Marco.

-Ahora tenenos todo del tiempo del mundo para recuperarlo.

Los dos chicos caminaban agarrados de la cintura yendo a comprobar que todo el mundo y sus compañeros estaban bien, cuando de pronto se pararon en seco al ver a dos personas enfrente de ellos.

-M-marc-...
Dijo Reiner con la cara pálida al lado de Annie que tenía esa misma expresión de sorpresa al verlo.

Marco al igual que ellos se quedó igual, no sabía cómo reaccionar.
Annie, sin aún decir nada, se fue acercando lentamente al pecoso con aún esa expresión de haber visto un fantasma.
Sin decir palabra, antes de estar justo en frente de el, se paró y se puso de rodillas ante el.

-Marco y-yo-....
Annie rompió a llorar en ese momento

-Lo siento...

Jean, que era consciente de todo, ya que Reiner le contó que el y Annie fueron los responsables del ataque de Marco, se quedó incrédulo viendo esa situación.

Reiner al poco tiempo se aproximó a levantar a su amiga y suspiró.

-Se que lo que te hicimos no tiene perdón pero... Lo lamentamos mucho... Solo quiero estar en paz contigo y conmigo mismo...
Dijo Reiner mientas apoyaba a una dolorosa y llorosa Annie en su hombro.

-Chicos yo...
Marco no sabía que decir, así que optó por el lenguaje corporal en vez de el verbal.
Cogió del hombro tanto a Annie como Reiner y los aproximó a el donde los tres de fundieron en un solo abrazo.

-Tenemos que olvidar el pasado y ser felices.
Dijo Marco mientas abrazaba a los dos rubios los cuales se encontraban entre lágrimas.

Jean contemplaba desde atrás esa bella y emotiva escena, de el salió una pequeña sonrisa de satisfacción y alegría.

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Había pasado un mes desde aquello, Marco se quedó sin casa, ya que con el paso del tiempo su abuela falleció que era con quién vivía, por lo tanto se tuvo que ir a vivir a la casa de Jean, los dos vivían en una pequeña y acogedora casa en un campo situado a las afueras del distrito de Trost.
Vivían solos ellos dos una vida de en sueño, de noviazgo, de amor, sin tirantes, pero ambos habían crecido desde aquel entonces y tenían necesidades. Ninguno de los dos se había atrevido aún a dar aquel paso, pero sabían que tenían algo pendiente y que tarde o temprano llegaría.

-Anda pecas ven y ayudame.
Acababa de llegar Jean cargando con un montón de leña que recién el había cortado fuera, llevaba unos vaqueros negos ceñidos y una camiseta de tirantes blanca la cual dejaba ver sus fornidos y varoniles brazos.
Jean llegaba sudoroso, estaba tan mojado que se le podían transparentar los pectorales y abdominales a través de la ropa. También de el desprendía una olor de sudor que a cualquier persona le abría espantado pero a Marco ese olor a hombre le llenaba los pulmones y le encantaba.

-Oye me está escuchado? Ayudame a emparejar esto.

-Si si, voy.
Dijo Marco que se había despistado un momento contemplando la presencia varonil de su novio.

𝐂𝐎𝐍𝐆𝐄𝐋𝐀𝐃𝐎𝐒 (Jean × Marco) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora