La chica detrás del espejo

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Cada día me sentaba a observar el espejo y cada vez el deseo de estar del otro lado se hacía más fuerte. Yo pertenecía al lado del revés y ella estaba en mi mundo deseado. Acerqué mi mano al reflejo de Aiden, deseando acariciar su piel y no una fría superficie. Deseaba poder alborotar su cabello castaño, perderme en sus ojos verdes y sentir sus besos en mi boca. Todo era tan injusto, mi lugar era a su lado, no en este mundo oscuro. Con ella, compartíamos el mismo nombre, Caithlyn, pero yo solamente era la chica del espejo.

—¿Otra vez soñando? —la voz de Serenity me sobresaltó y apresuré en quitar mi mano —. Eres una ilusa, Caithlyn. Este es tu mundo, deja de soñar con utopías y ponte a trabajar.

Respiré hondo y asentí, después de todo Serenity era la jefa del bloque beta, mi sección de trabajo. Aquí, en el mundo reverso, cada quien tenía una tarea asignada, tarea que detestaba pero que estaba obligada a cumplir. Éramos los encargados de proyectar los miedos e inseguridades en la gente del otro lado. Cada vez que se acercaban al espejo influenciábamos su mente, proyectábamos los más oscuros temores y sacábamos provecho de ello. Era la base de nuestra subsistencia.

A pesar que aborrecía a la Caithlyn del mundo normal, no me gustaba lo que tenía que hacer. Y cada vez que me adentraba en su cabeza me sorprendía que ella fuera tan fuerte, era difícil influenciarla, por lo general yo acababa enferma y ella salía fortalecida. Mi gente creía que yo era el eslabón más débil, si no fuera porque la verdadera Caithlyn tenía sus propios pensamientos oscuros, posiblemente hubiesen desistido de mi servicio.

Si bien nuestra forma original se correspondía a la portadora del espejo, podíamos adoptar el reflejo de cualquier persona que se posara en él. Y eso era lo que más odiaba, ya que tenía que adoptar la imagen de Aiden y me era imposible proyectar las malas vibraciones. Él era tan diferente a mi Aiden, su dulzura y bondad destacaban por sobre todas sus cualidades, lo contrario a su reflejo. Este se jactaba de ser el mejor y lo asqueaba la idea de estar asociado a mi persona. Al parecer no era suficiente buena para él.

Cuando sentí los pasos de Serenity alejarse, recoloqué mi mano y tracé el contorno del reflejo de Aiden. Fruncí el seño cuando pareció inquietarse, llevando sus dedos a la mejilla que yo acababa de acariciar. Eso nunca había pasado, siempre lo tocaba y jamás me había sentido. Algo estaba cambiando, tenía la intuición de que no sería bueno que los Seniors lo descubrieran. Y más aún cuando, contra toda regla, yo inculcaba pensamientos positivos en su mente.

 —Por Dios, Aiden. ¿Acaso estas enamorado de tu reflejo o no tienes un espejo en tu departamento? —ella apareció por detrás, frunciendo el ceño y chasqueando la lengua —. Juro que a veces no entiendo qué hago contigo.

—Cariño —él mostró su resplandeciente sonrisa y giró para tomarla de la cintura —, estás conmigo porque nadie más te soporta.

Era una broma, pero pude percibir que Caithlyn se tensaba bajo sus brazos para luego mirarlo con los ojos entrecerrados.

—Eres un idiota, si yo quisiera tendría un sequito de hombres a mis pies. Y lo sabes —puntualizó.

—Nena, estaba bromeando. Sabes que te quiero y que podrías tener a quién quisieras, por eso soy un hombre muy afortunado.

Aparté la vista cuando él se inclinó a besarla, a pesar de su negativa alcancé a ver sus labios unirse y un malestar comenzó a formarse en mi vientre. Quería ser yo quien lo besara, quien pudiera recorrer su piel con mis manos y disfrutar de cada caricia. Cuando se separaron devolví la mirada al reflejo y un nudo se contrajo en mi garganta al notarlo alejarse. Por su apariencia podía descifrar que iban a una fiesta, ella estaba imponente en su vestido rojo, haciendo que mi vestuario monocromático azul destacara aún más.

La chica detrás del espejoWhere stories live. Discover now