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Tal vez debía dejarle al tiempo su efecto sanador, pero no, él era un Malfoy, el príncipe de slytherin, astuto y ambicioso, el tiempo no sanaría nada, el tiempo solo rompe tu estabilidad y te hace aprender, entonces y solo entonces podría sanar por su cuenta, pero eso era mucho tiempo y lo más probable es que nunca superaría su muerte, extrañaba jugar con sus rizos al despertar, extrañaba sus curvas y su bronceada piel; pero eso no cambiaría los hechos y debía actuar, de lo contrario caería en un abismo que lo llevaría a la miseria.

Era un maldito, nadie negaba eso, había causado mucho daño en toda su vida, la vida tenía razones para quitarle cosas pero el resto no tenía la culpa, el resto no era responsable de sus acciones, su hija no le debía nada a nadie pero la veía llorar en su habitación, ya no tocaba sus juguetes o sus libros, se la pasaba encerrada, envuelta en colchas, sosteniendo la bufanda de colores rojo y dorado que su madre usaba en la escuela, abrazando su nutria de peluche, se negaba a comer, pocas eran las veces en las que los elfos lograban convencerla de alimentarse.

Le dolía, le dolía su muerte pero más le dolía ser un fiasco de padre y no poder ser fuerte para poder consolar a Casie, pero no más, recordarían a Hermione con alegria, como a ella le hubiese gustado, la recordarían con cada carcajada suya, con cada pastel de mermelada que preparaba, con sus manías de comerse los ingredientes mientras cocinaba, con su talento para organizar su tiempo y estar con su familia mientras era ministra de la comunidad mágica.

Si, estaba decidido, entraría a esa habitación -antes abierta todo el tiempo- y jugaría hasta el cansancio con Casie, le leería todos los cuentos que ella quisiera...

—¿Casie?— tocó la puerta, era un gran paso pero lo haría por el bien de los dos —por favor abre la puerta Casie— su voz sonaba más ronca de lo normal, culpó al cansancio y los gritos que nadie escucho.

—hola papi— se abrió la puerta y saludo una tierna voz, estaba en piyama, y su cabello desordenado, nada que un buen baño no arreglara, sus ojos estaban apagado, no la culpaba, el también estaba así.

—¿cómo estás cariño?¿te leo un cuento?— la cargo en brazos mientras cerraba la  puerta con un simple movimiento de varita, la sentó en la cama y comenzó a buscar algo bajo la cama.

—¿papi, me puedes contar una historia de mamá?¿como se conocieron?— pregunto la niña, sus ojitos aguados lo alertaron de el inminente llanto, no tenía opción, pero qué demonios le hija contar, todas las historias -que se podían contar- se las sabía al derecho y al revés, tal vez Potter conocía alguna buena anécdota, si eso es, llamaría a Potter, que bajo había caído, tener que acudir a potty no era digno de él pero no tenía opción.

—¿que quieres que te cuente?ya conoces todas las historias— se sentó junto a ella —podemos llamar al tío potty, él debe conocer alguna anécdota...— no pudo terminar pues el llanto se apoderó de la habitación.

—¡No! ¡El tío Harry siempre me cuenta historias pero no me dice como se conocieron! ¡Lo único que se es que estudiaron en Hogwarts y en casa diferentes!— hija de su madre tenía que ser, era lógico, Hermione siempre recordaba cada cosa perfectamente y su hija, vaya, ella tenía la memoria en otro nivel, no negaba que sus cualidades y su astucia se le habían pegado un poco a la niña pero le quería chantajear emocionalmente! Era inaudito, Salazar slytherin se decepcionaría mucho de él si supiera que una niña de 8 años le sacaba información, por que si, le iba a contar todo.

—¿te conté que nos odiábamos?—se acosto en la cama de la pequeña, llevo sus manos tras su cabeza y las luces se apagaron—muchas veces— rodó los ojos, ella era así; inmediatamente pequeñas estrellas comenzaron a brillar en el techo blanco, Casiopea corrió a recostarse junto a su padre, acomodó su cabeza contra su pecho y comenzó a escuchar los tranquilos latidos de su corazón, su nutria seguía en manos.

—en realidad no la odiaba, solo... creo que estaba celoso, o creo que no me agradaba por ser amiga de Potter, en realidad no recuerdo porque éramos así, solo se que fue mi culpa— comenzó a acariciar los cabellos de Casie —ella era brillante, en todo, ella era la mejor, excepto en pociones, yo era el mejor— mofo de su habilidad en la clase de su padrino —ella iluminaba con su sola presencia, en primer año fue la mente maestra para recuperar la piedra filosofal, en segundo quedó petrificada, si te soy sincero por un momento quise que la mataran, con el paso de años me culpe, aún me culpo, en tercer año... en tercer año me dio un derechazo— Una lleve risa llegó a sus oídos —¿porque te dio un derechazo pa?— bajo la mirada y ella tenía ojitos suplicantes, como resistirse a eso —porque tu padre es un idiota— respondió sencillamente.

—en cuarto— guardó silencio —en cuarto año la bese, ella se llevó todas las miradas en el baile de navidad, también fue "lo más Preciado" del tío viktor— frunzo su ceño, aún lo odiaba por invitarla y por ponerla en tal riesgo, suspiró —en quinto año llegó la vaca rosa y se unió al ejército de dumbledore, yo seguía siendo un idiota— se removió incómodo, se acercaba lo peor pero ella debía saberlo.

— en sexto, me marcaron... Potter sospechaba pero ella siempre confió en mi, debía matar al director pero era un cobarde, y lo sigo siendo pero no le digas a nadien o lo negare— susurro, tomo aire— y... el resto lo encuentras en los libros de historia, también en los cromos de las ranas de chocolate— se volteo y comenzó a hacerle cosquillas, rieron un momento, necesitaba despejarse y consolar a casiopea, recuperó el aliento.

—¿luego qué pasó?— volvió a preguntar, ¿es que nunca dejaba de tener curiosidad? —luego nos encontramos, nos hicimos amigos y nos enamoramos, luego nos casamos y te tuvimos a ti, fin— dio por finalizado, se sentía satisfecho, era un buen resumen, claro que si.

—olvidas a Scorp— interrumpió su danza de la victoria mental, vaya que si, Scorp era importante y más por el echo de ser su primer hijo, aunque él ya no estaba lo amaba profundamente— claro, como pude olvidar al pequeño Scorpius, por cierto ¿ya le llevaste las orquídeas que mamá le llevaba?— ella saltó de su cama —como pude olvidarlo, debe de estar molesto, le llevaré unos chocolates para compensarlo— asintió con la cabeza rápidamente y salió corriendo de la habitación en busca de los elfos, esa era la Casie que él quería, la niña alegre y amable y haría lo que fuera por mantenerla así y evitar que vuelva a encerrarse a llorar.

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No estoy llorando, lo juro...
otsea si pero no les voy a decir.
Ki onda, amo a Draco cómo papá, alguien más? Es muy bonis, bye.

Entre el tiempoWhere stories live. Discover now