Malik.

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Muchos se preguntan con desesperación el significado real de la felicidad, lo buscan, pretenden encontrarlo y lo sueñan consiguiendo haciendo una manía enfermiza del tema, lo estudian, lo burlan, lo gozan, lo comparan; sin tener aún un concepto base de esto, ni siquiera se imaginan que esto es un concepto utópico, casi fantástico y salido de un cuento donde las flores y los árboles hablaban.

El mundo sabe de sobra que la única manera de encontrar una felicidad plena es satisfaciendo por completo sus deseos momentáneos, cosa que es, como se ha dicho antes, temporal, una alegría no consigue compensar por completo la determinante inconformidad del ser humano.

Y no, eso no conseguía aún detenerlos sueños y la búsqueda desesperada por la plena satisfacción.

Que desesperante.

Su mirada avellana recorrió con aburrimiento el salón de clases.

Los ojos color gris de la chica delante de él se entornaron en una clara muestra de molestia, nuevamente Eric Parker conseguía acabar con sus nervios, que aunque no eran de contenerse mucho, se veía completamente adorable cuando giraba de forma funcional y su delgada mano chocaba “accidentalmente” contra la mejilla de su acosador. No tenia muy claro desde hace cuantos años el chico pretendía llamar su atención de forma positiva por medio del continuo arte de molestar, era tan programado: el jugador de futbol americano, con quince diplomas en cosas absurdas que no tenían nada que ver con su coeficiente intelectual pero que llevaban la palabra “deportivo” impreso en cada uno de ellos, con contextura descomunal y cerebro más pequeño que un maní, enamorado de la delgada, curvilínea y rubia capitana del equipo de porristas que no hacia nada más que agitar su cabello, mover pompones y gritar letras descoordinadamente en busca de con esto, animar a un equipo, su fanaticada y a los veinte hombres que iban solo a ver la manera programada y casi mecánica en que movía su blanco y respingado culo; elemental.

Los ojos de Zayn siguieron el recorrido, no estaba seguro de cuanto tiempo había pasado viendo el conflicto entre los lideres de las representaciones deportivas de la institución pero ya no le parecía divertido, era un poco más de lo mismo cada día.

Casi como si estuviesen esperando el momento indicado, chocó contra su cabeza una bola de papel mal hecho y arrugado, un mensaje, de esos que no recibía desde los quince años, que tontería y que actitud tan inmadura.

Tomó entre sus manos la bola y la abrió leyendo despreocupadamente lo que allí citaba, entrecerró los ojos y negó lentamente mientras su mirada se dirigía mecánicamente a la parte trasera del salón, donde el creador del mensaje lo miraba fijamente mientras se encogía de hombros con preocupación.

- "Desde su cama de azufre, al amanecer, el diablo fue a pasear, a mirar su pequeña granja del mundo, y ver cómo seguía su ganado"-citó la profesora Smith en voz alta mientras su mirada se encontraba perdida en un libro de amarillentas páginas y negra carátula de cuero, suspiró y una sonrisa apasionada se escapó de sus labios y provocó una risa estúpida en los estudiantes de la penúltima fila, donde casualmente, estaba todo el equipo de futbol-"Pasó una dama orgullosa en cuyo rostro vio él una expresión, por la cual podría haberla besado; qué criatura tan maravillosa, fina e inteligente, con la mirada más pícara de entre las pícaras".

-¡Señora Smith! –una chica de corta cabellera y extremadamente delgada hizo ingreso al aula de forma abrupta sin poder controlar siquiera su respiración.

- ¿Qué es lo que pasa, Susan? –preguntó alarmada la anciana regordeta y de agradable olor- ¡No puedes entrar así a un recinto de conocimientos! ¡Espero que no sea una más de las bromas de los de último año! –sentenció haciendo negar rápidamente a la muchacha.

-¡Es su auto, su, su auto! –Vociferó- ¡Si, eso! ¡Su auto está prendido en llamas! –aseguró haciendo una mueca sumamente graciosa, pero no en ese momento precisamente; la señora llevó sus manos a su boca y emitió un gemido de dolor, dirigiéndole una rápida mirada y un claro mensaje a la encargada de la clase, salió del aula dando tumbos hacia su desgracia.

Malik no pudo evitar sonreír de forma inmediata al escuchar el mensaje emitido por la pequeña  inocente de primer año, sabia de sobra que eso estaba por pasar; se levantó rápidamente y sin siquiera consultarlo tomó su gruesa chaqueta de cuero, su mochila de oscuros colores y dirigiéndole una mirada al chico de  corta cabellera detrás de él, salió del salón trotando, no podía permitir que el inspector lo viera por los pasillos, seria muy triste para él, pues hoy no estaba del mejor humor.

Malik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora