Capítulo 18 - Una verdad

180 38 58
                                    


Matthew


¿Cuánto tiempo tenía? ¿Por qué aún no había obtenido noticias suyas? ¿Qué paso debía dar, sin temer que fuese completamente en falso?

Cerré los ojos por un segundo, soltando un suspiro, cansado de las interminables preguntas que, día tras día, no paraban de azotar en mi mente. De repente me sentía viejo, y es que, incluso si me costaba admitirlo, hacía mucho tiempo había dejado de ser joven.

Tal vez con diez años menos, me hubiese sentido capaz de enfrentar el gran desastre en que me había terminado involucrando. Pero no ahora.

Ahora comenzaba a temer que todos mis planes serían truncados bruscamente, e, incluso desde mi arrogancia, era consciente de que debía hacer mea culpa.

Llevaba varios años conviviendo con el silencio, como para entender que tenía cierto peso. No haber obtenido noticias de ninguno de aquellos con los que había acordado, en un estúpido intento por salvarme, sólo podía significar una cosa: el segundo trato se había jodido por completo.

Y ahora, allí estaba: escondiéndome.

Uno pensaría que contaría con seguridad, y estaría en un edificio blindado, como menos. Pero lo cierto era que sólo estaba quedándome en un hotel, mientras pensaba en qué hacer, y ordenaba la peor comida que había probado en mi vida. Ciertamente, creía que ya no podía caer más bajo.

La idea de cambiarme el nombre, y huir a la otra punta del país cada vez se me hacía más atractiva, incluso si eso significaba que todo lo que había conocido hasta ese momento, dejaría de existir. Y para un hombre como yo, que se había pasado la vida intentando hacer de su nombre, un nombre conocido y respetado, esa idea era como el propio sistema penal que había llegado a dominar: de última ratio.

El sonido de mi móvil me arrancó de esos pensamientos que, cada vez, me azotaban con mayor frecuencia. Pero es que, realmente, ¿qué otra cosa podía hacer? Quedarme en la zona, solamente me estaba condenando a ser cazado, y bien sabía, que estaba rodeado de lobos hambrientos.

En el gran esquema de sucesos, yo me había cortado el brazo, y lo había dejado sangrar, para que ellos pudieran oler mi sangre. Ahora mis rastros estaban por todos lados, y sabía, por más que intentase ser optimista, que, en cualquier momento, alguno de ellos iba a encontrarme, y terminaría desgarrándome el cuello.

—Matthew.

La voz del otro lado de la línea me puso los pelos de punta. La había estado esperando, pero ahora llegaba un poco tarde.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunté, sintiendo que mis horas estaba contadas, y de nada valía andarme con rodeos —¿Debo entender que no has podido cargarte a Zachary? —pregunté, pero no esperé su respuesta. Repentinamente, me sentía violento —Es que no has podido con él, ¿verdad? Me has obligado a jugar en su contra, y ahora he quedado en el medio, porque no has podido cumplir con tu parte.

Del otro lado de la línea, me respondió el silencio, y entendí que no se tomaría a gracia mis palabras, pero yo tenía los motivos suficientes para estar furioso.

Siempre me había encantado hacer alarde de mi poder. Disfrutaba ver esa mirada en las personas, cuando se daban cuenta de que no iban a poder conmigo, y ahora, ¿en qué me había convertido? Mi orgullo había sido golpeado, y no había nada que me molestase tanto, como aquello. Era el hijo de mi padre después de todo: prefería perder la vida, que el orgullo.

Hasta allí había llegado con ser parte de su juego.

—Creo que no has entendido tu posición en todo esto, Matthew —pronunció mi nombre como con burla, y maldije el día en que su padre, otro despojo de persona, se había atrevido a moldear a aquella escoria para que fuese su viva imagen.

En silencio © #PGP2022Where stories live. Discover now