CAPITULO 3

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En un minuto, estaba bien. Con mi mano fría envuelta en la de Jab que era muy cálida, estaba lista para atravesar el espectacular éter, paralizada por su caleidoscopio de tintes azules.

Entonces su mano fue arrancada de la mía. Comencé a gritar antes de ver dos descomunales osos encima de él, llenando el bosque con sus rugidos.

—¡Jabes! — Grité.

No pude hacer nada más que mirar con horror. Mis rodillas se aflojaron y caí sobre ellas, doblándome de dolor ante la picadura de la grava del suelo.

Me tomó más de un minuto de lloroso terror preguntarme porque no estaban destrozándolo. Me di cuenta que no eran dos, sino tres rugidos, tres osos.

Estaban todos rodando por el suelo, gruñendo y golpeándose con sus garras. Abundante furia oscura oscilaba como una avalancha de rugidos peludos. Eventualmente, el oso más grande que estaba debajo de los dos tenía que ser Jab (o eso esperaba yo) dejó escapar un rugido infernal que hizo eco por todo el bosque.

Hice la única cosa que una chica lúcida podía hacer. En el suelo, todas mis extremidades se paralizaron, entonces me envolví en una pequeña pelota.

[Por favor, no les dejes herirme. Y no dejes que hieran a Jab tampoco.]

Nunca había sido muy religiosa. Pero justo ahora eso no importaba mucho. Levanté la cabeza para besar el frío aire de la montaña, enviando mi plegaria a los cielos, rezando que allí arriba hubiera algo o alguien que lo recibiera.

El rugido se detuvo. Miré hacia ellos y Jab estaba desnudo de nuevo, inclinándose y flexionando todos sus poderosos músculos. Los otros dos hombres con sus esbeltos cuerpos permanecieron a su lado, igualmente desnudos. Los tres tenían pequeños cortes y hematomas rojos arruinando su suave piel.

—Rafael, Michell. Retrocedan. —gruñó Jab, su voz retumbó como un terremoto con epicentro en su garganta.

Yo me estremecí. Era un hombre en forma, pero el ruido sonó más como si perteneciera a un aterrador grizzly.

—¿Qué demonios estabas haciendo allí? Casi te partimos en dos. — Dijo uno de los hombres desnudos, el más viejo que tenía el cabello color rubio rojizo.

—No se suponía que vigilaras este territorio esta noche. Es nuestro trabajo.— Intervino el hombre más joven. —Pero estás aquí. Con esta humana.

Ese 'humana' sonó como una mala palabra con su voz arrogante.

Arrugué mi nariz y me encogí de hombros.

—no te muevas.— Ordenó Jab.

Los otros dos mitad oso gruñeron como animales, aunque no tan fieramente como lo hizo Jab.

—Solo déjala pasar, Rafael. Estaba llevándola con su gente.

Jab observó al hombre mayor, los ojos brillando con una oscuridad que se igualaba a la noche.

—Siempre pensé que había algo un poco raro en ti, Growl ¡Ahora lo sabemos!

Rafael sacudió su cabeza.

—Imagina esto. Confraternizando con humanos. Trayéndolos donde ningún hombre (o mujer) han pisado alguna vez. Los Mayores van a adorar escuchar sobre esto...

—Erikson va a arrancarte la piel a tiras. - El más joven llamado Michell soltó una risita.

—Sólo dejenme ir.— les pedí.

Avance hacia ellos, haciendo mi mejor esfuerzo para que mi voz no temblara. Y fallé miserablemente.

Los mitad oso que estaban peligrosamente cerca de Jab me miraron de la misma manera que un hombre mira a una irritante mosca cerca de su sándwich.

AMOR DE OSOSWhere stories live. Discover now