8. Tren

615 57 7
                                    

Ir a una escuela de arte no era tan fácil como muchos pensaban, no cuando esta queda del otro lado de la ciudad.

Rogers viajaba toda una línea de metro, completa, de ida y regreso, a diario, para llegar a su Universidad.

El tiempo que pasaba en el tren podría parecer tedioso, y la verdad lo era a veces. Algunas otras encontraba maneras de entretenerse, practicando dibujo principalmente. Hacía rápidos bocetos de cosas que llamaban su atención, varias de ellas aparecían ahí mismo y otras que recordaba haber observado a lo largo de su día.

Una noche, luego de que Steve avanzara una sola estación de su largo trayecto de regreso a casa, un joven imponente y elegante como ningún otro que haya visto subió a su vagón.

Justamente, se sentó frente a él, del otro lado del pasillo.

El muchacho, de su edad, aparentemente, llamaba la atención por su presencia pesada, un poco sombría y malencarada. Eso era lo que definían los demás al verlo. Steven, por otro lado, pudo notar entre los matices de sus ojos un café lleno de brillo y vida.

Imaginó que su día no había sido muy bueno, que algo lo habría hecho enojar o entristecer. Era una pena, porque juraba que esa mirada, ese rostro y bellos labios, serían la envidia de la más luminosa obra de arte si denotaran alegría.

Él era un artista, tenía la facilidad de encontrar belleza en los más recónditos o rutinarios lares, pero nunca pensó divisar a un ser tan enigmático y hermoso precisamente ahí. Lo cautivó la idea de verlo sin el aura pesada que tenía alrededor, en uno de sus mejores días, tal vez.

Trataba de no dibujar desconocidos al hacer bocetos, para evitar malentendidos, pero ahí se encontraba el ansia de retratar, de inmortalizar la mirada avellana de ese pasajero. Aunque quiso evitarlo, no pudo hacerlo. Sacó rápidamente sus carboncillos y su block de hojas.

No perdió tiempo y, como lo hacía siempre, comenzó a trazar líneas inconexas.

Antes de ir más lejos, consultó el avance de su transporte y dedujo que tenía el tiempo suficiente antes de bajar. Aunque, le gustaría que también el personaje frente a él tuviese la oportunidad de ver su obra, ya sea que lo tomara como algo bueno o malo, quería que se viera a través de los ojos de Steve.

Volteó hacía el muchacho que mantenía sus hombros caídos. Él les dio forma, a como su imaginación dictaba que se verían si estuviese recto. Su mandíbula y cuello tensos, los dibujó sin las venas que saltaban fieras. La línea inexpresiva que eran sus labios se abrieron de manera sensual en su hoja.

Su modelo permanecía indiferente. Seguramente distante, pensando. Steve lo agradecía un poco, porque se lamentaría el molestarlo. Verlo tan fijamente y en ratos intermitentes seguramente no lo dejaría muy cómodo.

Mantuvo la nariz respingona y algo pequeña. También, las cejas y pómulos bien proporcionados. Por un segundo se preguntó si, por su atractivo, el joven sería modelo.

La barba, recortada a la perfección, simétrica e incluso moderna.

Por último, los ojos, en los que prestó especial atención. Tan grandes y sinceros. Con pestañas curvadas, que les daban un toque angelical y travieso. Algo tan raro y a la vez fascinante. Deseaba creer que captó su forma original, esa que no estaba cubierta por preocupaciones.

Quería apreciar esa mirada sincera en todo su esplendor. Una vez y ya, para sentirse realizado al ver la más increíble obra, una que le pareció magnífica incluso sin ser clara.

Cuando se dio cuenta, tenía menos de la mitad de las estaciones. Entonces, se apuró para poner detalles y limpiar errores. Corrió el pigmento en algunos puntos para crear profundidad y retiró imperfectos.

One shots · Stony, SuperfamilyTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang