17. Karaokes, decepciones y vodka

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Cat

-Es increíble, es como tener mi propio pedazo de cielo.

-¿Tuyo?

-Si-rodé los ojos divertida y me cubrí con la manta. Ryan no dijo nada más.-Tendríamos que entrar ya.

No podíamos ver el el sol, pero el cielo ya estaba claro y el frío azotaba con fuerza por muy abrigada que estuviera.

-Me levantaré cuando tú lo hagas-respondió junto a mi.

-Bien-a regañadientes me incorporé sobre las colchas agarrando con fuerza las mantas a mi alrededor-No te haces una idea de cuanto extraño el sol-comenté observando con pereza el cielo mañanero aún nublado.

-Para ser una amante del calor, no te conocí muy bronceada-bromeó sin incorporarse. Volteé a verlo, aún adormilado y cubriéndose con apenas una manta.

-Oh lo siento, no todos podemos tener tu bronceado moreno perfecto-le quité la manta de un tirón para que se levantara por fin.

-No es moreno-se incorporó y le echó un vistazo al color de sus brazos mientras una sonrisa de esas suyas se deslizaba por su rostro-Soy canela pasión-aclaró.

Me reí.

-Si tú lo dices.

-Y tu eres más como color saliva.

-¡Ryan!

-Una saliva bonita-argumentó, pero ya me había molestado, como de costumbre.

-Si si. Tú recoges eso, canelo pasión-tomé únicamente las mantas que me cubrían y entré de nuevo en el cuarto por el ventanal.

-¡No te enfades! Combinamos muy bien-lo último que oí fue su risa antes de dirigirme a despertar a los tórtolos que ocupaban mi cama.

...

Algunos días después, Will me entregó el jarrón y pude devolverlo a su lugar. No era una copia exacta, pero era una muy buena. Al parecer Will si era una persona artística. Afortunadamente y como había dicho Ryan, papá no notó su ausencia, más que nada porque él no solía entrar a la cocina nunca.

Pasaron tres semanas hasta que finalmente Mia comenzó a actuar normal. Volvió a visitarme y a bromear con cuánto chico la veía. Incluso se anotó en la lista de espera para entrar en el equipo de voleibol la próxima temporada. No me culpaba por sus problemas con Seth y fue algo que le agradecí con el alma. Ahora quien me preocupaba era Amy. En la escuela seguía siendo novia de Cambell, en el último partido se lo habían dicho a todos e iban juntos a cualquier lado, pero cada que podía se escabullía en mi casa con Jeff, quien solo se conformaba con eso y retiraba la mirada cada que se la cruzaba por los pasillos del instituto. Sin embargo, por más que lo intentaran, no habían podido detener los rumores de que la agradable animadora rubia parecía estar jugando en doble cancha. Amy se volvió más callada, más ansiosa y dependiente de Cambell a tal punto que lograba asustarme un poco.

-¿Hasta que hora te quedaste despierta anoche?-le pregunté en el almuerzo. Levantó sus cansados ojos hacia mi y me miro extrañada.

-A las diez, como siempre-le dio un mordisco a su pizza-¿Por qué?

-Por nada-me encogí de hombros y fingí beber de la lata de mi refresco ya vacía.

-Lo dice porque tienes unas ojeras de aquí a Shanghai-respondió Mia por mi. Se quitó sus lentes de sol y se los extendió a Amy-Toma, los necesitas más que yo-le dijo. Aunque no se si tenía razón. Mientras a la primera se le notaba a leguas el cansancio, a la segunda la consumía la resaca... En pleno miércoles.

VIVIENDO CON EL ENEMIGO (En edición)Where stories live. Discover now