6. Día 7

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6. Día 7


Luego de haber culminado nuevamente con aquel encuentro, el íncubo rápidamente se incorporó y se sentó en la orilla de la cama.

-¿Qué pasa? – cuestionó Donghyuck, incorporándose también.

-Perdóname, dije que no influiría en tu decisión, pero lo que dijo Doyoung—

-Quiero que tengamos una cita – pidió repentinamente el humano.

-Sólo nos quedan dos días – respondió con tristeza el demonio.

-Bueno, salgamos mañana – insistió Donghyuck.

-¿Por qué?

-Quiero hacer algo distinto. Verte en situaciones distintas.

-Donghyuck, sabes que nunca podrá darme la luz del día. Soy una criatura nocturna.

-Lo sé, lo sé. Tampoco estaremos hasta el amanecer.

Mark sonrió y asintió, regresando a la cama para después envolver al humano en un fuerte abrazo, como si nunca quisiera separarse de él. Las palabras sobraban en aquel momento.




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Cerca de la media noche, Mark y Donghyuck se encontraban en un parque que de costumbre no era muy concurrido. Ambos estaban tomados de la mano, sin importar las miradas que las demás personas les daban.

-Si me das tu alma, yo recupero mi forma humana, pero sólo permaneceré así hasta que tu tiempo termine en la Tierra, luego pertenecerás a mi padre Asmodeos – explicó Mark, luego de que ambos encontraron una mesa vacía afuera de una tienda de conveniencia. Necesitaban platicar sobre aquel tema que tanto les acongojaba.

Donghyuck tragó el bocado de ramen que tenía, se limpió la boca con una servilleta de papel y miró a Mark.

-¿Podré estar contigo siendo demonio? – preguntó.

El aludido suspiró, bajó la cabeza y negó con la misma.

-No, tendrás que buscar humanos y hacer todo lo de un íncubo – respondió -En resumen, lo de vender tu alma es sólo para que mi padre tenga más hijos.

Donghyuck mordió su labio inferior, tratando de buscar alguna opción para no tener que separarse de Mark.

-¿Puedo reencarnar?

Mark negó con la cabeza.

-Es más complicado de lo que imaginé – suspiró decepcionado.

-Perdóname – dijo el demonio.

-No es necesario. Desde que llegaste has cambiado por completo mi vida – confesó -En lugar de robarme energía, me la das. Me siento más motivado, algo que llevaba mucho tiempo sin sentir.

Aquello sólo hizo que el demonio se sintiera peor.

-Mark – llamó Donghyuck, tomándolo de la mejilla izquierda para levantarle el rostro -Estás... ¿llorando?

El demonio sonrió sin mucha energía, limpiándose las lágrimas. Cuando vio que Donghyuck planeaba preguntar algo, acortó la distancia y lo besó.

-Regresemos a casa, ya es tarde – indicó el humano tras separarse escasos centímetros de la boca de Mark.

Ambos caminaron en silencio de vuelta al departamento de Donghyuck. Cada uno estaba sumergido en sus propios pensamientos.

El amanecer del día siete amenazaba con presentarse y con ello, una difícil decisión sería tomada.




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-Lo siento, pero no puedo, Mark. Decido quedarme así – confesó Donghyuck, quien mantenía la cabeza gacha; no podía mirar a los ojos al demonio.

El aludido sintió cómo la tristeza invadía su cuerpo humano. Era un sentimiento indescriptible, su pecho dolía y su vista comenzaba a nublarse debido a las lágrimas que empezaban a acumularse.

-Entiendo – contestó, acercándose a él.

-Perdóname – murmuró.

Mark lo tomó suavemente del rostro con ambas manos, levantándole la cabeza para poder mirarlo a los ojos. Con ambos pulgares, le limpió las lágrimas que resbalaban por sus mejillas.

-Perdóname tú a mí por no haber puesto un alto a mis sentimientos hacia ti – dijo el íncubo.

-Gracias por hacerme sentir tanto en tan poco tiempo – respondió el humano.

El demonio asintió, tratando de tragar aquel nudo en su garganta. Cortó aún más la distancia entre ambos para después darle un suave beso, al cual Donghyuck correspondió al instante. Apenas se separaron escasos centímetros, se envolvieron en un fuerte abrazo, cargado de tristeza.

Donghyuck lloraba desconsoladamente en el hombro del demonio. Estaba seguro de la decisión que había tomado, pero aun así dolía mucho.

Mark rompió el abrazo y dio unos pasos hacia atrás, separándose del humano.

-Es el momento – suspiró Mark, limpiándose las lágrimas que no dejaban de salir de sus ojos.

Donghyuck sorbió su nariz y asintió. Mark estiró ambos brazos y abrió las manos, esperando a que Donghyuck las tomara.

-Yo, Mark, te libero de la maldición de los siete días. Ya no serás mi esclavo ni obedecerás mis órdenes. Serás libre y continuarás tu camino sin acordarte de mí.

Donghyuck abrió los ojos apenas escuchó la última frase; Mark nunca le mencionó que olvidaría todo lo que había pasado durante aquella semana.

-M-ma—

-Que así sea – finalizó el íncubo.

En el espacio de suelo que había entre ambos apareció un sello igual al que Donghyuck tenía en su vientre, éste se iluminó apenas Mark pronunció las últimas palabras.

Donghyuck sintió un insoportable ardor en su vientre, como si le estuvieran arrancando la piel. Luego, un dolor punzante empezó a atormentarle la cabeza, haciendo que soltara las manos de Mark y cayera hincado al suelo.

-Gracias, Donghyuck.

Fue lo último que escuchó antes de perder el conocimiento.


Continuará...


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¿Y ahora qué?

Averigüémoslo en el próximo capítulo junto con el final de esta historia.

ଘ(੭*ˊᵕˋ)੭* ̀ˋ *

[MarkHyuck] The MasterWhere stories live. Discover now