~Todo lo que puede estar mal entre tú y yo.~

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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—¿Vas a decirme lo que dije anoche, Leona?

Senku la tomó del brazo antes de que ella intentara huir de nuevo como tantas veces lo hizo en el pasado desde que la conoció, con tan simple acto ella retrocedió sus pasos y volvió a sentarse en su lugar junto a él en esa mesa de cafetería.

Kohaku miró fijamente el lugar donde él la había tocado y reflexionó sobre dicha acción, llegando a la conclusión de que a veces la sensación de un simple toque bastaba para calentar el corazón de una persona más de lo que harían un par de palabras.

Sin atreverse a contestar la cuestión anterior del joven, ella miró su taza de café ahora medio vacía.

— ¿Qué fue lo que dije? —insistió él.

Una camarera llegó en ese momento entregando una orden de pan recién horneado. Kohaku evadió la respuesta tomando uno de esos y metiéndoselo a la boca.

—¡Ja! Son tan suaves, los panecillos que preparo nunca sabrán tan bien como éstos. —dijo, tras tragar el dulce manjar.

—Estoy Diez mil millones por ciento seguro de que tu hijo no se queja —devolvió Senku, sabiendo lo que ella estaba tratando de hacer—. ¿Entonces?

La imagen del pequeño Taiki vino a la mente de Kohaku, una criatura inocente producto de un mal matrimonio, un niño inocente que ella de alguna manera terminó arrastrando a la oscura y dura vida que eligió para sanear las deudas económicas que su antiguo marido Mozu dejó.

El muy hijo de perra. Pensó con amargura y rencor.

Un carraspeo la devolvió de vuelta al presente y entonces otra revelación se hizo patente, Senku no era distinto a su hijo y lo último que necesitaba era involucrarlo a él en la vida que ahora tenía.

Ishigami Senku, un adolescente con un futuro prometedor y un complejo de héroe sabelotodo no necesitaba ser absorbido a ese agujero negro.

—Tonterías —dijo ella antes de tomar el resto de su café—. Estabas ebrio y lo único que salió de tu boca fueron incoherencias. —mintió, antes de desviar la mirada hacia cualquier punto existente en esa habitación.

Senku exhaló con cansancio. Ella de nuevo estaba edificando una muralla impenetrable entre los dos.

— ¿Hasta cuándo Kohaku? —Los ojos del chico se enfocaron en ella, tratando de encontrar su mirada y obligarla a decir la verdad. 

Sabía cuando esa Leona mentía, la conocía lo suficiente para descifrarla en apenas un parpadeo.

Las manos de la mujer se apretaron en su taza cuando sintió la mirada penetrante escarlata del joven clavada en ella.

Kohaku amaba y odiaba esa mirada por igual. Tenía el poder impío de ponerla nerviosa y culpable.

— ¿Por qué no lo dices? ¿Por qué sigues tratándome como si fuese un niño? —dijo Senku quedamente, pero con el tono preciso para convertirse en un certero reproche.

Hubo un largo periodo de silencio durante el cual ella permaneció mirando el objeto entre sus manos y escogiendo las palabras adecuadas para responder a las cuestiones. 

Cuando finalmente habló, su voz fue tenue pero segura.

—Porque lo eres, eres un niño jugando a ser un adulto —Por un momento Kohaku pudo ver el dolor en el semblante de Senku ante sus palabras, pero a pesar de ello prosiguió—. Y sobre lo que dijiste anoche, es un no, tú no puedes estar enamorado de mí, entiéndelo. Estabas ebrio.

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⏰ Last updated: Jun 01, 2021 ⏰

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Todo lo que puede estar mal entre tú y yo.Where stories live. Discover now