Recuerdos tormentosos.

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El viento envolvía mi piel, y desordenabami larga cabellera

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El viento envolvía mi piel, y desordenaba
mi larga cabellera. Detestaba eso, el clima era gélido y la niebla ya cubría en una gran capa a todo el pueblo.

Caminé rápidamente hacia el auto de mi padre y me recosté de la puerta del copiloto, llevé el pequeño cigarrillo a mi boca y lo sostuve entre mis labios, con una mano cubrí el pequeño cigarrillo y con la otra lo encendí, hice ese procedimiento unas tres veces, ya que el viento no me permitía encenderlo.

Una vez encendido, le dí unas tres caladas mientras observaba el poderoso cielo gris que se encontraba arriba de mí, tan dominante. Tire la cabeza hacia atrás y miré a mi padre a través de las grandes ventanas de la cafetería. Él estaba sentado en una mesa, la cual estaba muy alejada de Connor y Roman; ya no eran notables las arrugas en su frente, ni las venas en su cuello, pero su semblante seguía siendo el mismo, serio. Sabía que aún estaba molesto.

Le di otra calada al pequeño cigarrillo, el humo recorriendo mis pulmones, el frío atacando mi piel, el pequeño cigarrillo se desgastaba entre mis labios. De pronto el frío, el viento, la niebla, las luces de los faros que trataban de ser visible la calle... ése clima gélido y desolado fue ideal para que varios recuerdos atacarán mi mente.

El recuerdo era muy claro.

Ellen y yo estábamos en el clásico auto de mi padre, un escarabajo azúl, aunque me gustaba más decirle caracol. Ella lucía un tierno vestido blanco, su cabellera negra callendo tiernamente por sus hombros y yo era su mini versión, éramos idénticas.

-¡Vamos Alex apúrate o nos quedaremos sin helados!-Ellen me agarró del brazo y nos bajamos del auto rápidamente y al mismo tiempo.

-¡Ellen espera!-le grité, ella se dirigía rápidamente a la entrada de Lollipop.

Al llegar a la entrada nos encontramos con una señora. Tenía la piel muy cuidada, grandes labios rojos y su cabellera rubia estaba recogida en una coleta alta. Era Roman.

-Buenas tardes pequeñas, ¿En qué las puedo ayudar?-ella nos recibió con una gran sonrisa.

-Mi hermana y yo vinimos por los fabulosos helados-Ellen dijo en un tono de voz muy tierno.

Una sonrisa se formó en mi rostro ante ese lindo recuerdo, recordar su voz me hacía sentir triste y sola. Ellen era mi hermana mayor, era como mi segunda madre, ya que mi madre nos abandonó cuando éramos muy pequeñas. El frío era tan fuerte que no me permitía sentir la humedad que abría su paso a lo largo de mis mejillas. Lágrimas que se deslizaban levemente por mi rostro.

Respiré hondo y me seque las lágrimas con la ayuda de la manga del suéter. De pronto otro recuerdo se me vino a la mente, atacando la misma sin barrera alguna. Las palabras de Roman eran totalmente claras "¿Y dónde está Ellen, Frank?".

Esa pregunta retumbaba en mi mente continuamente, yo misma me preguntaba eso, ¿Dónde está Ellen?, pero la respuesta que me daba mi mente no era de mi agrado "Ellen está muerta".

Esa respuesta era la peor que mi mente me podía dar. Esa respuesta era la única razón para desear algo que también daba miles de vueltas en mi cabeza, algo que estaba mal, una palabra que a muchas personas que conocía no les iba a gustar "suicídate".

Si Ellen estaba muerta, yo también lo quería estar, muchos podrían pensar que era algo estúpido, morir por una persona, pero para mí, no lo era. Tal vez Ellen quería lo mejor para mí, tal vez Ellen hubiera querido que continuará mi vida...pero es muy difícil estar sin ella.

Entonces ahí es donde mi mente me dió una mejor respuesta, tal vez Ellen escapó, huyó a otro país, o a otro lugar. Ella tenía muchos problemas y tal vez quería alejarse de todo y reencontrase nuevamente.

Volví a alzar la vista, mis ojos se encontraron con las nubes grises y el cielo tormentoso, parecía a aquellas películas de terror o drama, donde el clima refleja tu vida o como fue tu día, es decir patético y la única salida es la muerte.

Muerte...

Sangre...

Otro recuerdo invadió mi mente por completo, atacando a la misma a su paso.

Ese día. Traté de no hacer visible ese recuerdo pero era imposible.

Estaba adentro del armario, todo estaba oscuro, mi respiración era cada vez más rápida y agitada, parecía que hubiera corrido un maratón, pero no era así.

-¡Iré a buscar a tu maldita hermana!-él grito.

-No, por favor ¡No!-Ellen dijo antes de que se escucharán esos gritos.

Un silencio invadió el lugar; pero fueron solo segundos para que ése silencio desapareciera y volvieran esos gritos, tan fuertes...algo no estaba bien.

Cerré mis ojos y me tapé los oídos con la ayuda de mis manos, como solía hacer de pequeña. Cuando mi padre llegaba ebrio a casa tirando cualquier cosa que se le atravesará por el medio y gritando cual demente. Las lágrimas ya se deslizaban por mi mejilla y de pronto... silencio, otra vez ese silencio, apreciaba el momento del silencio.

Pero ese silencio podía significar dos cosas, o todo estaba bien, o todo estaba mal.

Uno... Dos... Tres...

Abrí los ojos y al mismo destapé mis oídos, todo parecía estar tranquilo, no más gritos, no más ruidos. Solo silencio.

Controlé mi respiración y abrí cautelosamente la puerta del armario, maldecí en el intento de no hacer ruido, cuando escuché el chillido que provocaba la misma, abrí un poco más y de repente una luz que provenía de afuera entró en el armario.

De pronto el sonido de unos pasos que provenían de afuera fueron totalmente claros para mis oídos, cerré rápidamente la puerta del armario. Los latidos de mi corazón se empezaron a acelerar.

Tum tum... Tum tum... Tum tum...

Las puertas del armario quedaron totalmente abiertas, de par en par, pegué un brinco pero luego reaccioné y tome aire al ver que era Ellen la que había abierto las puertas.

Ellen lucía fatal, se notaban los caminos húmedos en sus mejillas, las cuales habían Sido provocadas por sus lágrimas, miré su vestido, había sangre en el, como manos marcadas o pizcas de pintura roja en una hoja de papel.

Sus manos estaban manchadas de sangre.

-Alex tenemos que irnos-ella tomó mi cara entre sus manos.

-Ellen...¿Que sucedió?

-Luego te contaré-su voz se quebraba poco a poco-ahora hay que irnos.

Miré una vez más sus manos; sangre en ellas, algo me decía que esa sangre no era de ella, Ellen no estaba herida, solo había sangre en sus labios que parecía provocada por golpes.

-Ellen ¿Que hiciste?-la miré fijamente.

-No lo sé-su voz finalmente se quebró.

Sacudí mi cabeza, para que ése recuerdo tomara nuevamente rumbo a la parte oscura de mi cabeza y se quedará allí por un buen tiempo.

Le dí una última calada al cigarro y lo tiré en el suelo para luego aplastarlo con el tenis.

-Prometo buscarte y encontrarte Ellen...o vengarte.

CASS don't let it outWhere stories live. Discover now