32. ❛ idiotic fool. ❜

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Mordía sus uñas arrancándose el esmalte transparente. Con su mano libre cambió la página del libro.

Llevaba leyendo seis veces la misma línea porque no se podía concentrar, y mucho menos con la penetrante mirada de Adrian Pucey en su espalda.

—¿Necesitas algo? —le preguntó finalmente.

Algunos alumnos de primer año que se encontraban en la sala común la miraron. Adrian negó con la cabeza, aunque igualmente se fue a sentar a su lado.

—Pensé que estarías —vaciló, rascándose la nuca—. Peor, quizá.

—¿Por qué piensas que mis sentimientos se basan en mi apariencia?

Él abrió la boca como si quisiera hablar, pero instantáneamente la cerró.

—No te emociones —ella continuó—. No me quiero casar contigo, pero tampoco es como que te desprecie. Al final de cuentas nuestras familias son iguales.

Adrian asintió con la cabeza y soltó un gran suspiro. —Se siente bien tener alguien que te entienda.

No lo negaba, los dos estaban en la misma situación, igualmente Ara le tenía cierto rencor que mientras más analizaba la situación iba desapareciendo.

—Tu vestido será bonito —le aseguró, como si eso la pudiera hacer sentir mejor.

—No tengo duda del estilo de mi madre, me querrá poner el vestido de mi bisabuela.

Adrian se echó a reír, aligerando considerablemente el ambiente, por primera vez, Ara casi se sintió cómoda con él en mucho tiempo.

Draco bajó las escaleras de caracol que daban del dormitorio de los chicos como un rayo. Ara aventó el libro que estaba leyendo al regazo de Adrian y se levantó rápidamente.

—Eh, Ara, no creo que sea un buena idea —intercedió, tomándola del antebrazo.

—Cállate y suéltame —él la soltó sin poner alguna otra excusa y salió tan rápido como pudo de la sala común.

Caminó hasta el salón de encantamientos sin ninguna señal de Draco, les preguntó a varios estudiantes y todos negaron haberlo visto, hasta que oyó su melodiosa voz discutiendo con el profesor Flitwick.

—Mi padre se enterará de esto —advirtió, pero el profesor no se inmutó.

—Señor Malfoy, son las reglas —volvió a decir con una sorprendente paciencia.

Ara entró al salón completamente, y dejó de estar asomada como una cobarde. —Le aseguro que Draco podrá resolverlo sin necesidad de quebrantar las reglas, profesor.

Su hermano pequeño la miró lleno de furia. Ella tomó su antebrazo con la suficiente fuerza para que sus uñas se clavaran en su piel, él hizo una mueca.

—Ahora si nos disculpa —sonrió falsamente—, nos tenemos que ir.

Draco podría pasar como mayor, sin importar los dos años de diferencia, él ya le ganaba en altura por más de media cabeza, seguramente era más fuerte, pero el ímpetu con el que Ara caminaba hacia que él quedara arrastrándose tras ella.

—¿Cómo osas a traicionarme? —le preguntó una vez que llegaron a una esquina del castillo poco transitada—. Somos un equipo, ¿recuerdas? ¿Draquis y Aris?

La melancolía no tardó en llegar al cuerpo de la joven. Los recuerdos de las tardes en el jardín, volando y divirtiéndose antes de que Lucius llegara y la bajara de la escoba porque no eran cosas de niñas. Todavía podía recordar como aquel día Draco se plantó enfrente de su padre y le exigió que nunca le volviera a decir eso.

𝐒𝐓𝐀𝐑 ━━ cedric diggoryWhere stories live. Discover now