~Sucesos inexplicables y encuentros cercanos.~

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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Senku Ishigami dejó caer al frío suelo la mochila donde generalmente guardaba un cambio de ropa, su desgastada bitácora de anotaciones y los incontables documentos de las patentes en las que estaba trabajando. La sensación pasajera de alivio inundó su alma e hizo que se relajara ante la calidez y comodidad de lo que volvía a ese departamento su lugar para vivir. 

Exhausto, buscó el sofá más cercano y se dejó caer despreocupadamente con la intención de descansar un poco la espalda rígida de un día entero de jornada sin descanso en el laboratorio de Xeno, por costumbre hundió la cabeza en una de las mullidas almohadas, disfrutando del silencio jovial de la noche. 

Necesitaba desesperadamente esa paz. 

Se estiró hacia adelante buscando una mejor posición en el sofá, pero el repentino chasquido y el desplazamiento de una puerta le hizo girar la cabeza en dirección a dicho sonido.

—¿Arruinando mi sofá? —inquirió con sorna y condescendencia la voz de una chica. 

Un bufido no se hizo esperar por parte de Senku antes de despegar la cabeza de la almohada y mirar a la mujer frente a él. 

—Técnicamente es mi sofá ahora, así que puedo hacer lo que quiera con él. —rebatió Ishigami, sentándose derecho para hacerle frente. 

Los ojos aguamarina y engañosamente zafiro le devolvieron la mirada, desafiantes y especulativos; la chica entonces se cruzó de brazos antes de hablar. 

—¡Ja! Son míos, los compré cuando me mudé a este departamento. —Los ojos y el tono de voz de la mujer no titubearon en ningún momento, dando el énfasis necesario para contradecirle a él y hacerle ver que estaba equivocado si creía que algo dentro de ese departamento era de su propiedad. 

Ella no sólo tenía la razón, sino que además podía apelar al derecho de antigüedad en cada objeto presente en el departamento. 

Senku no le dijo nada y simplemente se dedicó a observar la delicada pero imponente figura de la chica, le pareció irónico el contraste de su apariencia con el carácter que ella poseía. Tuvo que admitir que la juzgó mal la primera vez que la vio cuando la conoció. 

—Y yo las compré junto con este departamento. —adjudicó de vuelta Ishigami con sorna, negándose a perder la contienda. 

Una gran oferta al parecer, después de todo ¿Quién podría rechazar un buen lugar amueblado, situado a pocos minutos del Laboratorio donde trabajaba y sobre todo, a un bajo precio? 

Algún idiota quizá y Senku no era ningún idiota, -a veces al menos no lo fue-, en aquel entonces se sintió como un hombre de negocios que invirtió en el mejor condominio de su vida, y al menos así fue hasta poco después de que se mudara y conociera el motivo poderoso que se escondía detrás de todo el teatro de “un buen lugar para vivir a un bajo precio”. 

— ¡Escoria, el que esté muerta no significa que un extraño venga y se apropie de mis cosas! 

Las cláusulas del contrato de compra-venta del inmueble no especificaron que junto con el departamento también se incluía un huésped sobrenatural al paquete y Senku se sintió realmente estafado. 

Convivir con fantasmas no fue el problema principal de esa situación, de hecho, para Senku era un tema interesante digno de estudio e investigación. El problema se redujo específicamente a ella y al hecho de que debían compartir las inmediaciones como buenos compañeros de cuarto en un campus de universidad. 

Sucesos inexplicables y encuentros cercanos.Where stories live. Discover now