"𝕹𝖊𝖚𝖌𝖊𝖇𝖔𝖗𝖊𝖓𝖊𝖘"

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Cuando un trauma sucede, nuestro cerebro tiende a procesar de una forma mas lenta, todo gira y gira hasta poder conectar ciertos puntos y entender lo que sucede, y eso genera un shock que puede colapsar tu sistema nervioso al punto de no poder moverte.

El piso parece espesarse clavando tus pies en un mismo lugar, tus ojos se comienzan a bloquear porque es tanta la impresión y el miedo, que tu cerebro trata de bloquear eso que genera temor, y en cuanto los cierras eso te ataca.

Y solo lo sientes arriba de tu cuerpo, sientes un dolor punzante en tu cuello y sientes como algo rasga tu piel desde tus clavículas hasta la muñecas, sientes la sangre caliente mancharte y gotear en el piso, sientes que todo empieza a girar y el vértigo amenaza con hacerte vomitar.

El dolor se vuelve tan insoportable que no importa si eres tolerante al dolor, te retuerces y sientes como algo viaja por tus venas a mayor velocidad, hasta que llega a tu corazón y este se detiene.

Miras a la luz proveniente del cielo, la luna mas brillante que has visto, sientes como esta de acompaña en tus últimos respiros y te dejas ir.

Y maldices por no escuchar a tu madre, ¿Como pudiste ignorarla?

¿Estaba muerto?

¿Los muertos pensaban?

¿Reflexionaban?

Claro que no.

Una bocanada de aire espeso y tibio me hizo abrir los ojos y toser como nunca, no entendía nada, todo giraba, no podía concretar figura alguna, solo una sombra frente.

Solo una mano acariciando mi frente con un cuidado destacable, solo la sensación de vacío en el pecho, solo el silencio de mi interior, el silencio de un corazón sin latir.

—Bienvenido al submundo.

—¿Que? —Mi voz, sonaba opaca y desgastada, oscura y tenebrosa, cada respiro rasgaba mi garganta.

Sus paso comenzaron a sonar calmados a mi lado. —Estas muerto, no deberías, pero lo estas, solo que tu pequeño corazón soporto el veneno y ahora, quieras o no tu vida pende de un hilo que tu reforzaras o cortaras. 

Mi cuerpo fue sentado con una velocidad no humana, y frente a mi, en una mesa de metal tan plateado, que pude ver las ojeras frondosas bajo mis ojos azules oscuros por el reflejo.

La sed comenzaba a invadirme y un olor celestial provenía de la mesa, hasta que vi a un chico, que no aparentaba mas de 30, justo al otro lado de la mesa.

—La decisión es simple, eliges vivir. —Apunto con su mano en un gesto suave una bolsa de plástico con liquido rojo opaco, ¿Sangre? Dios mio. —O eliges morir, piensa bien esta opción. —Apunto a un pedazo de madera blanco con una punta tallada.

Si hubiera conservado cordura pre-muerte quizá hubiera reído en lo alto, pero quizá mi cerebro sabía que algo horrible debe ser asociado a algo raro, y por eso acepto que pensara fríamente la decisión.

Si un día, después de un ataque que no recuerdas, despertarás y te hicieran escoger entre los próximos minutos si escoges vivir(no sabes de que forma) o morir(sin saber a donde vas), ¿Cuál decisión era la mas sensata?, ¿Era cruel solo pensar en ti y no en tu familia?.

—Necesito un minuto.

El hombre suspiro con frustración, su nariz era recta, sus labios gruesos, y sus ojos eran color miel, combinaban a la perfección con su tez morena y su cabello negro.

—Ha pasado mas de dos años para que en tu lapso pensarás, ahora en este momento, es hora que elijas, y lo hagas bien, porque es definitivo, o mueres y vas a las catacumbas o vives siendo un hijo de la noche.

—¿Hijo de la noche?... No, espera, déjame adivino, vampiros, ¿De que fumas?.

El chico rio impaciente, veía sus puños cerrarse y abrirse con fuerza.

—¿Me vas a joder? Si quieres fingir que lo que viste, lo que te ataco y te desgarro con sus colmillos desde tus clavículas hasta tus muñecas no fue real, perfecto, clava esta estaca en tu corazón y ahórranos tiempo de descanso y plenitud a ambos.

—¿Que año es?

El chico ladeo su cabeza con un deje de burla.

—2006.

Quizá esos números fueron un balde de agua fría, pero el saber lo que significaban hizo sentirme aún mas vacío.

—No han pasado dos años, han pasado seis.

El chico se encogió de hombros, tomo la bolsa de sangre y la dejo en mis manos, era fría y su olor viajaba por mi cuerpo.

—Ahora eres un novato, un inexperto, un recién nacido.

Y un instinto me hizo clavar los dientes perforando la bolsa hasta tomar su contenido con mi cuerpo manchado de sangre fresca, fue delirante el sabor en mi paladar, fue como un torbellino de adrenalina que me hizo cerrar los ojos y caer en otro sueño profundo.


BlutmondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora