六番 • seis

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my ordinary life



they tell me jesus walks,
i tell them money talks


Sudorosos, jadeantes y extasiados, ambos cuerpos cayeron rendidos sobre el colchón.

El peliblanco colocó una mano sobre su rostro, cubriendo sus ojos mientras que reía sin una razón aparente.

—No me digas que ya te enamoraste.

Sus azules ojos se dirigieron al pelinegro junto a él, y aún manteniendo una baja risa socarrona, se incorporó sobre la cama, comenzando a vestirse. —Saciaste mi curiosidad, enamorado ya estaba. —bromeó.

Aunque en sus palabras sí existía algo de veracidad, claro que ni él mismo se daba cuenta y si llegaba a suceder se lo negaría rotundamente.

Suguru permaneció recargado en la cabecera, con ambas manos detrás de la cabeza y ojos agotados. —Deberíamos de volver a invitar a la preciosa rubia a unírsenos, inclusive si el depravado de Mahito no está viendo.

—Oh, no, no de nuevo. —respondió Satoru, colocándose su camisa gris para después abotonarla. —Con eso he confirmado que nunca me ha gustado demasiado compartir.

—¿Compartirla a ella, o a mí? —indagó el de ojos marrones, observando cómo su mejor amigo caminaba hacia la puerta.

El cuestionado le miró con esa característica sonrisa ladeada, y se encogió de hombros mientras se colocaba sus anteojos oscuros. —Nunca lo sabrás. —concluyó, saliendo de ahí y cerrando la puerta detrás de él.

Una vez afuera, avanzó escaleras abajo, encontrándose con una joven pelinegra con una cicatriz en el rostro. Al verla, sonrió. —¡Utahime! —exclamó. —Hacía tiempo no te veía, ¿dónde habías estado?

—De viaje. —respondió la de menor tamaño con naturalidad, observando una marca en la clavícula del contrario que su camisa apenas cubría. Al notar de qué se trataba, negó con la cabeza. —Tú no cambias, ¿verdad?

—¿Qué? —cuestionó el hombre, inclinándose hacia su ex novia con ambas manos en los bolsillos. —¿Celosa?

La mujer frunció el ceño, y cuando estaba a punto de responder, una hermosa castaña se le acercó por detrás, abrazando sus hombros con suavidad. —¿Por qué estaría celosa si está comprometida?

El pelinegro, que bajaba las escaleras, permaneció perplejo ante la imagen de ese par de manos con dos anillos de compromiso, tragó saliva, y antes de que pudiera decir algo, su mejor amigo interrumpió.

—¿Quién lo diría? Tan calladas que se ven. —insinuó Gojō, subiendo y bajando las cejas para después abrazar a ambas mujeres. —¡Felicidades a las dos! Suguru, ven y únete al abrazo.

way down we go ⋆ jujutsu kaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora