6. Miedo

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TW: drogas

Concentrado, Raoul gira las clavijas de la guitarra para afinarla. Un montón de sentimientos encontrados se le enredan entre el pecho y la mente, a la par que él va tensando y destensando las cuerdas de su instrumento.

Después del concierto de Vicálvaro, el mejor hasta la fecha bajo su humilde opinión, Laguna Azul decidió incluir Mándame un audio —la canción de Agoney— a su repertorio para los siguientes conciertos. Y él no sabe cómo sentirse al respecto. Le gusta esa canción. Le gusta esa maldita canción y eso es lo que más le jode, pues durante los últimos días se ha dado cuenta de que ignorar al canario es más fácil de lo que pensaba. Y eso solo puede significar una cosa: no lo odia tanto como creía.

El rubio deja caer la cabeza contra la guitarra, buscando en ella el apoyo que siempre ha sido, aunque esta vez sea más literal que nunca. No puede permitirse dejar de odiar a Agoney, no después de todas las noches de llanto, de todo el esfuerzo, de todo el dinero invertido... No puede perdonarlo así como así porque le contase una historia triste en el suelo sucio de un baño de dos metros cuadrados.

—¿Y esa cara tan larga? —Pregunta Ariel tomando asiento a su lado—. Parece que vas al matadero en vez de al escenario.

Raoul calla, demasiado confuso como para responder algo coherente. La pelirroja respeta su silencio y se limita a afinar su propia guitarra junto a su amigo.

Ariel casi ha olvidado su propia pregunta cuando el rubio decide hablar.

—¿Hasta dónde estarías dispuesta a perdonar a alguien? —Verbaliza sus dudas el catalán, sorprendiendo a la guitarrista, quien se ve obligada a dejar a un lado su instrumento para centrarse en la conversación.

—Pues no lo sé —suspira Ariel intentando descubrir el trasfondo de esa pregunta tan aparentemente inocente—. Depende de lo que haya hecho, supongo.

—¿Y si esa persona hubiera hecho algo horrible, provocándote uno de los mayores traumas de tu vida, pero es posible que ni siquiera sea consciente de ello? —Tantea el terreno Raoul temiendo ser demasiado descarado—. Porque por un lado el dolor está ahí, pero por el otro esa persona quizás estaba lidiando con el suyo propio y... no sé, déjalo.

—Raoul —la pelirroja le masajea el hombro con cariño—. Si esta persona no es consciente de lo que hizo o de cómo repercutió eso en ti, tal vez antes de decidir qué hacer deberías hablarlo con ella. Igual descubres otras cosas que te ayudan a entender.

—Eso es lo que me da miedo, tía, entender... —confiesa masajeándose la sien el menor—. Siento que si perdono a esta persona, además de a mí mismo, estaré traicionando a otra persona súper importante para mí.

—Entonces habla primero con la otra persona, mira a ver cómo le puede sentar y ya vas viendo qué haces —se encoge de hombros la chica—. Solo quiero que tengas presente que puede haber muchas versiones de una misma situación, todo depende del punto de vista, no te cierres en el tuyo, ¿vale?

—Vale, gracias, Ari —la abraza con fuerza.

—¡Chicos, cinco minutos! —Avisa una chica del equipo de sonido antes de desaparecer de nuevo.

Ariel repasa por última vez la afinación de todas sus cuerdas y se pone en pie para ir a molestar a su hermano, es un pequeño ritual que ella tiene antes de salir al escenario. Sin embargo y para sorpresa de Raoul, la pelirroja se voltea una última vez antes de dejarlo completamente solo.

—Agoney parece un buen tío, ¿no? —Alza una ceja con altanería la chica, pues por la cara del rubio sabe que ha dado en el clavo—. Escúchalo.

LAGUNA AZUL (Ragoney)Where stories live. Discover now