Dos: La ventana de al lado

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—Cien, ciento uno, ciento dos, ciento tres... —las trompetas acabaron mi rutina — ciento... mierda.

Con mi mano sequé el sudor que corría por mi frente y coloqué mis audífonos para escuchar música mientras ordenaba la habitación. Revisé la hora «5:00 am» Definitivamente dormí menos de diez minutos.

Ésta vez no fue culpa de mi insomnio, si no de el idiota de mi vecino. Al parecer tampoco duerme o dejó su playlist sonar toda la noche con heavy metal.

Cómo es costumbre estos días, el mal humor reinaba en mí una vez más. Después de hacer ejercicio al menos una hora, sentía que mi abdomen estaba fatigado
—necesito comer —pensé.

Hacer abdominales me relaja, es una rutina que acostumbré a hacer en mis momentos difíciles y ahora se volvió parte de mí.

A esta hora nada está abierto, así que debo matar el tiempo haciendo otra cosa.

Tomé el pedazo de pizza que sobró de anoche y me senté en el escritorio con mi ordenador «Quizás puedo adelantar algo de clase» Cuando dije que vendría a la UCL no fue nada al azar, por poco rechazan mi solicitud debido a mi historial. Por esa razón, creo estar más preparada que nunca para arrasar con todos y quedar en el nº1, como es costumbre en los James.

Mensaje de: Wil bebé

William: Supongo que ya despertaste, Brookie

Brooklyn: Supones bien.

Arrojé el teléfono a la cama para peinarme en una media cola y cepillar las puntas de mi cabello. Tras unos segundos de haber respondido, mi teléfono y computadora comenzaron a sonar

«Llamada de William»

Contesté la llamada a través de mi ordenador, mientras seguía arreglándome el cabello

—¿Para qué te peinas si seguirás igual de fea?

—Mira otra vez, creo que te fijaste en tu cámara — Wil ríe, bebía un poco de su café —¿Por qué la llamada?

—¿No puedo llamar a mi hermanita menor para ver cómo empezó su primer día?

—No dormí si eso es lo que quieres saber. Y sí, hice abdominales otra vez —soltó una bocanada de aire y rascó su frente en modo de desaprobación

—Brooklyn, ya hablamos de esto. Debes dormir, comer y no forzarte demasiado. No quiero que caigas en lo mismo de antes.

—En primer lugar William, ya no soy la de antes. Zackary no está, me reivindiqué con la familia y todo está saldado. No tengo esos hábitos, hago ejercicio porque es saludable. Tengo insomnio, pero esta vez no pude dormir porque el imbécil que tengo de vecino puso heavy metal a todo volumen durante toda la noche.

—Ash, yo tenía una vecina así...

–¿Qué pasó? ¿La reportaste a supervisión?

—No, le hice la competencia. Ella odiaba la música fuerte y yo estaba harto de sus mantras de espíritus que atraen a los fantasmas de cuatro generaciones pasadas.

—Pero, mamá pone esos mantras en casa...

—Lo sé. Me tienen podrido, por suerte ya no vivo en esa casa. Me salvé de que los fantasmas me penen en la noche

—Sí. Es algo... —el sonido de la puerta me interrumpió —Espérame, ya vuelvo —¿Otro de mis hermanitos preocupados? Guapo, que querida me siento esta mañana.

Fui a atender la puerta y me encontré con la figura que menos deseaba ver en el planeta, mi vecino.

—¿Te perdiste? —con mi brazo derecho bloqueé la puerta y con el otro tomé mi cintura. En mi interior sentía la fresca ironía al decir las mismas palabras que me habían molestado de él ayer —Tu habitación es la de al lado.

OBSESSED [#1]Where stories live. Discover now