Capítulo I

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Había pasado tiempo, no podía recordar cuando fue la última vez que lo había visto, y ¿hablado? Mucho menos. Ni siquiera en las fiestas asomaba la nariz el muy ingrato, vivía en su burbuja, de oro por supuesto, alejado de todos los mortales comunes y corrientes que no tuviesen que ver con sus negocios.

Ahora Tim estaba viajando a la excéntrica y carísima cuidad a la que se fue a vivir. Horas de agotador viaje.

Vio las luces y el movimiento de la cuidad pese a que era de noche. Horas en las que él de seguro estaría acurrucado en su cama, leyendo o simplemente, durmiendo.

En cambio, aquí la gente chocaba la una con la otra, acelerados, emborrachados, gritando, parecían animalitos salvajes, bien vestidos (algunos), moviéndose desesperadamente de un lado para otro.

Miraba asombrado, pensando que jamás viviría en un lugar así, para él la vida perfecta sería en una casita en el campo, en la tranquilidad de la naturaleza.

Llegó y estacionó su auto donde su hermano menor le había dicho que lo hiciera. Espero con calma y mientras tanto se bajó unos instantes y respiro un poco el aire del lugar.

Era totalmente distinto al lugar donde vivía. El aire se sentía viciado y tenía una mezcla de olores a frituras, humo y otras cosas extrañas que no sabía diferenciar. Consideró que la cuidad podía tener su encanto, para alguien que le gustaba curiosear, pero no podría pasar su día a día ahí.

- ¿Timothy Templeton? - pregunto un hombre muy recto y elegante, con cara larga, acercándose a él. Tim se ordenó un poco ya que se sintió un simple vagabundo al lado de ese sujeto.

-Si, ese soy yo. - Respondió con una sonrisa.

-Sígame por favor. -dicho esto, el hombre se dio media vuelta y camino. Tim solo lo siguió.

Elevó las cejas y soltó un silbido al notar la enorme y brillante limusina estacionada. El hombre que hace unos momentos atrás le había hablado, ahora estaba abriéndole la puerta.

-Suba, por favor. -Dijo cortésmente sosteniendo la manilla.

-Ya voy, lo siento. -Tim despabiló, y se subió rápido y torpe al lujoso vehículo. Una vez dentro, inconscientemente iba a cerrar la puerta, pero el sujeto le había ganado.

Sin más, el hombre hecho a andar y comenzó a avanzar por las ajetreadas calles.

Pasaron unos eternos minutos de viaje, Tim tamborileaba los dedos y los pies, mirando alrededor: afelpados tapetes, que de seguro debían costar al menos un riñón, accesorios que por más que miraba no sabía para que servían y varias cosas más que no entendía porque debería tenerlas un auto. De repente frunció el ceño al caer en cuenta de un pequeño detalle.

- ¿Y Theodore? - preguntó asomándose un poco al asiento del conductor.

-Él está trabajando, señor. Se reunirá con usted allá.

-Genial... - balbuceo Tim arrellanándose en el asiento mientras cruzaba los brazos. -hace mucho no nos vemos, y cuando me invita a su casa, tiene que estar trabajando.

Por fin llegaron a un enorme edificio y en la entrada, vio el nombre de la compañía y más abajo el nombre su hermano con letras grandes e imponentes. Había que ser un ciego para no verlas.

Apenas puso un pie adentro, otro sujeto lo abordó con la tarea de guiarlo hasta la oficina del "señor", como dijo él, a través del ascensor.

Tim intento hacer algo de charla con el hombre, el cual se mostró cordial, pero demasiado formal para su gusto. ¿Acaso Theodore trabajaba solo con gente cuadrada?

Con un ademán, el hombre le señalo que habían llegado al piso indicado. Tim iba a preguntar la forma en la que podría encontrar la oficina, rápidamente su boca se cerró al abrirse las puertas del ascensor y notar que todo el piso era una lujosa oficina.

Anonadado, el castaño se bajó, y miro por todos lados. ¿Por qué Ted nunca lo había invitado hasta ahí? Una sonrisa orgullosa de asomó en sus labios al ver todo lo que había logrado el menor y en tan poco tiempo, sonrisa que no duró mucho al abordarle los recuerdos de que siempre se empeñó en lograr todo solo.

Le apeno que lo excluyera así de su vida como si fuese un parásito.

-Llegas tarde, Leslie. -escucho la voz profunda provenir de un rincón. Tim enfocó bien y luego de pasear su vista por el enorme lugar, encontró a Ted sentado en un sofá de cuero.

-Había tráfico. -respondió con frialdad. -Aquí me tienes. ¿Qué sucede?

Vio a Theodore levantarse del sofá y dirigirse hacia él. Seguía teniendo está misma parada altiva, con esa vista que te recordaba lo mediocre que podrías ser. Era intimidante, aún más con esos músculos que parecían que romperían la tela de su costoso traje.

-Así que te casaras en unos días. - comento mientras le indicaba que tomara asiento. Tim miro el sofá y se dejó caer en él, mientras Ted se acomodaba en frente de él en otro sofá. ¿Cuántos sofás se necesitan en una oficina? Encontró absurda la excentricidad del lugar, pero ¿quién era para criticar? Era el mundo de su hermano.

-Así que leíste mis mensajes. - soltó las palabras con cierto tono molesto. -Te llame muchas veces para decírtelo y no te dignaste, al menos, a devolver el llamado.

-No tengo tiempo para esas cosas, Tim. Soy un hombre ocupado.

-Se nota. -comento el castaño con pesadez. Se sentía como niño pequeño que estaba preparándose para comenzar un berrinche.

-Tengo que hablar contigo. Ya que tomaste esa decisión y falta tan poco, creo que debiese hacerlo. -dijo el rubio cruzándose de piernas mientras miraba fijamente al de ojos azules.

Tim se sintió confundido, la verde mirada penetrante pareciera indicarle que era algo de suma importancia. ¿Que podría querer decirle?

-Pues, dímelo. - dijo Tim algo ansioso.

-No, ahora no. - Ted espanto la conversación con su mano y se levantó. -Ahora tengo una conferencia. Acompáñame.

- ¿Conferencia? - cuestionó Tim sorprendido. Vaya que se había perdido muchas cosas de su vida. Eso lo avergonzó un poco, quizás debió esforzarse aún más por intentar de mantener la cercanía.

-Así es, les enseño cosas a un montón de personas.

- ¿Y que puedes enseñar? Tienes a penas 23 años. -comento el castaño soltando una risa.

-Si que no has aprendido nada, Leslie. Esas personas están pagando mínimo 200 dólares por verme hablar por una hora. Aunque, el tema del dinero es lo de menos. Con mi trabajo me sobra. Es como un hobby, me encanta ver las caras de ensoñación de todos quiénes me escuchan. Soy alguien a quien admiran. -decía mientras se arreglaba la corbata. -Vamos. Después de eso hablaremos.

Sin más preguntas, Tim se limitó a seguirlo. Después de esperarlo mientras dejaba algunas instrucciones, subieron a la limusina y se encaminaron.

El trayecto fue incómodo, Ted iba pegado a su celular en tanto Tim solo miraba por la ventana. Intento hacerle conversación en algunas ocasiones, pero el rubio respondía a penas con monosílabos o solo le hacía un desaire, cambiando el tema.

No entendía esa actitud; ¿acaso le hizo algo para que lo trate así? ¿a qué venía su frialdad y lejanía? Era como si ya no lo conociese. Tenía a un hombre totalmente distinto al lado. Recordaba con nostalgia sus días de infancia, donde jugaban y compartían; eran inseparables. Tim siempre se esforzó por cuidarlo, entregarle lo mejor, protegerlo... ¿En qué punto falló?

Se revolvía de forma sutil, pero incómodo. Noto en varias ocasiones al rubio mirándole de reojo y cuando él volvía la mirada para corresponder, Ted solo movía rápidamente la vista, enfocándose en la ventana o en su celular.

Cuando llegaron, Tim se percató que fueron solo 20 minutos de viaje. Para él fueron horas.

El rubio se bajó del auto de los primeros mientras Tim le seguía detrás, pero el menor dejo que la puerta se cerrará en su cara. Por unos segundos pensó en bajarse desde el otro lado y salir corriendo de ahí para volver a su casa. Se sentía humillado y minimizado. Como si no importase en absoluto.

Respiro hondo y lo siguió. El rubio le indico que le esperase en los asientos de primera fila, ¡sorpresa! Por un instante creyó que lo acomodaría en un rincón oscuro hasta atrás de todo el público.

Miro hacia atrás; cada vez llegaban más y más personas, de todas las edades; jóvenes y ancianos. Cálculo unas cien personas, al menos, reunidas. En su mente saco el cálculo por los dólares que costaba la entrada y casi se atora con su propia saliva al obtener el resultado.

Se sentó con calma, y escuchó: fue un discurso muy alentador. Theodore mostraba mucha confianza, se notaba que estaba acostumbrado a estas cosas. Su lenguaje corporal acompañaba cada palabra; era imposible no prestarle atención. Hablo de cosas de negocios; algo referente a gestiones estratégicas, inversiones, riesgos financieros y algo más respecto al análisis macroeconómico. No entendió ni madres, pero no pudo dejar de escucharlo, tenía un muy buen desplante y labia. Cuando finalizó, la gente le aplaudía con tanta fuerza que creía que se les caerían las manos.

Luego de eso Tim intento halagarlo, felicitarlo. Lindsey lo paso de largo y ni le escuchó. Se quedó un rato conversando con las personas que se le acercaban. Nada que hacer, solo se rindió y espero algo aburrido.

Por fin salieron. Se sentía relajado de poder arrancar de ese lugar. Quería descansar, fue un día pesado, tenso, terrible. Lo peor es que la incomodidad siguió una vez que iban nuevamente en la limusina.

Frunció ligeramente el ceño al notar un movimiento diferente en el rubio; parecía que quisiese decirle algo, al menos eso aprecio, pero le vio contenerse. Era raro, lo vio nervioso, inquieto, a tal punto que noto como se desajustada sutilmente el nudo de la corbata. Era raro porque esas actitudes las pudo haber esperado cuando iban camino a la conferencia, no después de ella.

Llegaron hasta, para Tim, el palacio del rubio. Personas rápidamente llegaron a atenderlo; un cocinero le tenía una exquisita cena, un mayordomo tenía todo impecable; al poner un pie apenas en el umbral, sentía el olor a lavanda llegarle como corriente de aire. Una chica tomo sus cosas y le tenía la bañera y ropa de cambio lista.

Todos ellos también quisieron atender al castaño, pero incómodo entre todos, bajo el mismo sus cosas y se arrinconó esperando al rubio.

Theodore al verlo soltó una risa. - ¿Qué haces ahí? - le pregunto con burla. -Anda a tu habitación para que te prepares para la cena.

-La verdad, Ted, me siento realmente incómodo con esto. Por favor suelta de una vez lo que quieres decirme para poder regresar a mi casa.

El rubio lo miro ¿decepcionado?, no sabía cómo descifrar sus ojos. Era tanto lo lejanos que estaban que ya no sabía interpretar su mirada.

-Tú te vas a quedar aquí. -dijo Theo. -ya organicé todo para tener un día libre, no me vas a dejar plantado así.

-Debiste partir con eso. -reclamo Tim. -Solo que no entiendo un pequeño detalle... ¿Para qué quieres que me quedé si me has tratado de una forma tan mezquina desde que llegué?

-Ya vas a empezar, Leslie. - dijo el rubio rodando los ojos.

Tim lo miro con desilusión, con rabia, enojo, todo mezclado de forma dramática. ¿Estaba exagerando? ¡Claro que no! Si bien cometió errores, no creía merecer tal actitud por parte del rubio. No lo aceptaría tampoco.

-Sabes, Lindsey... Yo me largo. - Camino rápidamente con sus cosas aferradas a su pecho, como si las abrazara para calmar su pena.

- ¡Tim, no! - el grito del rubio resonó por toda la sala. Algunos de los empleados se asomaron con preocupación, o solo por chisme.

El castaño se quedó de pie ahí, aún abrazado a sus cosas, congelado ante el grito del rubio.

-Ve a dejar tus cosas a la habitación que te prepare...- apretó los labios algo incómodo. -p-por favor. Después de eso conversaremos.

Callado, se dejó guiar por el menor. Le presento una habitación amplia, preciosa, se sintió cómodo solo de verla. Le llamó la atención el particular detalle de que estaba decorada a su gusto. Eso le agarro desprevenido; con tanto desprecio por parte de Ted, era imposible que recordara sus gustos. Lo que más le extrañó, es que esa habitación parecía preparada con tanto esmero para él, siendo que apenas había estado unas tres o cuatro veces en su casa, y solo de entrada y salida. Ni recordar que solo fue por deber u obligación, ni siquiera por invitación del rubio.

Tímidamente, Tim, entro aún boquiabierto. Se dio vuelta para posar sus ojos en Ted, y noto, por casualidad, un brillo en él, algo diferente en su mirada, destello que ocultó desviando su vista hacia otra parte del lugar.

-Date una ducha y ponte cómodo, el viaje fue largo, debes estar cansado. -dijo el rubio en tono neutral antes de cerrar la puerta y dejarlo solo en la habitación.

Una vez, ya lejos de la puerta, Ted se detuvo de golpe y cerró los ojos con fuerza. Inhaló y exhaló intentando calmarse. Estuvo coordinado esto en su mente durante meses, desde que recibió la ridícula noticia. Ensayó lo que debía decir, vivió por semanas una lucha interna decidiendo si es que lo decía o no; como ya se acercaba la fecha, impulsivamente concluyó que debía hacerlo.

Intento enfriar su mente, tenía que hablar directo y claro. No dar paso a emociones extras, ni dejarse ver vulnerable. Eran un par de palabras que no le tomarían más de dos minutos en decirlas, ahí ya la reacción que tendría el castaño seria problema de él, su misión era decir la verdad y dejar de aparentar.

Aun así, sentía como su corazón se salía de su pecho. Jamás creyó que llegaría el día en que se decidiera a hablar, pero debía hacerlo.

Era ahora o nunca.

...

¡Sorpresa! Jajajajajaja, como ya esta por terminar el otro fic, comencé este. En un comentario por ahí había dicho que mi meta era llenar mi cuenta de fan fics de esta pareja (que me encanta y no me arrepiento de nada), así que estamos trabajando de a poco para lograrlo XD

La imagen de portada, me la hizo la genial LoriVela. La preciosa autora de todas las imágenes que he ido subiendo hasta ahora.

Este fic no va a ser muy largo, tengo un borrador con 7 capítulos. No se si en el camino termine cambiándole algo y tal vez aumente, pero no creo que sea mucho. Igual que el anterior, tengo planeado subir capitulo una vez a la semana.

Espero lo disfruten, y cualquier cosita me la hacen saber.

Nos leeremos próximamente.

Ahora o nunca / Jefe en pañales (TimxTed)Where stories live. Discover now