Porcelain

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Eiji se compactó contra la puerta lateral del taxi mientras que Ash le miraba extrañado. Como si guardarle su espacio fuera a impedir que permanecieran cerca, quizás sólo estaba tratando de ser educado. A medida que el conductor se movilizaba entre el tráfico nocturno, los dos jóvenes permanecieron en silencio unos instantes, disfrutando de su propia compañía. Ash fue el primero en romper el silencio.

—Gracias por dejarme entrar, antes de venir al trabajo olvidé el frío que se desata en las noches.

—No es nada. Así que trabajas en Chinatown... —respondió Eiji, analizando las circunstancias por las cuales encontraría a Ash a esas horas de la noche.

—Sí, mi compañero de cuarto y yo trabajamos en el restaurante de su hermana, pero hoy él se queda en su casa.

—Eso explica por qué estabas solo... —Eiji permaneció perplejo, seguro que la agenda de Ash sería bastante apretada con su música, la escuela e incluso un trabajo de medio tiempo. Ash podría ser una persona indescifrable, pero a medida que indagaba más acerca de su vida, se interesaba más en él.

—¿Entonces saliste de fiesta, Eiji? Es muy temprano para regresar al campus, ¿no crees? —Ash se estiró como reflejo del agotamiento tras un día saturado de trabajo.

—Ah, no jaja —respondió con nerviosismo—. Estaba en un club de jazz cerca de aquí, el profesor Ibe me pidió que asistiera.

—¿Estuviste en The Django? Es el único lugar con buen jazz que puede estar cerca —Ash repasaba los clubes de música que había frecuentado durante su estadía en Nueva York.

—Sí, hoy era una reunión de estudiantes de otras escuelas, ¿A ti te gusta el Jazz?

—Claro, mi hermano solía enseñarme todo tipo de música, es imposible no amar a Bill Evans, Chet Baker y, mi favorita, Billie Holliday. —El Brillo en los ojos de Ash crecía al recordar las tardes con su hermano escuchando vinilos.

—Yo soy fan de Billie Holliday. De hecho, la banda que tocó el día de hoy en The Django, interpretó "I Cover The Waterfront". Te habría encantado —Eiji le sonreía con sinceridad.

—Ah, esa canción me trae tantos de recuerdos. Mi mamá la cantaba todas las noches cuando era niño.

I see the horizon, the great unknown,

my heart has an ache it's heave as stone.

Will the dawn coming on make it light?

Eiji observaba a Ash contemplando los destellos de las calles transitadas y recargado en la ventana. La brisa se escapaba por la delgada abertura. Absorto en sus memorias, Ash le dirigió una sonrisa honesta al japonés. Este le correspondió de sobremanera. Era                                                          como si las palabras no bastaran para poder expresar la gratitud que ambos sentían por compartir un momento así, en medio del tumulto de la gran manzana.

Durante el resto del trayecto, hablaron de cultura japonesa y de la música que inspiraba a Ash. A veces el silencio se hacía presente pero no resultaba incómodo para ninguno de los dos. Cuando el viaje terminó Eiji pagó la cuota y siguió conversando hasta llegar al piso de los dormitorios, por mera curiosidad. Recordó el cartel que estaba en una de las pizarras del edificio y vaciló por un momento.

—Ash, vi un cartel de una banda que solicitaba un bajista y un vocalista... —comentó con discreción.

Ash se sintió atrapado. El día que se conocieron, aseguró tener una banda y estar casi entregado a su labor como músico, sin embargo, a falta de integrantes en su improvisada banda, esto resultaba ser algo así como una mentira. No pudo encontrar una excusa lógica para desenredarse de aquel embrollo.

BANANA FISH 1994Où les histoires vivent. Découvrez maintenant