Cap. 12

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Abroche mi camisa a una velocidad impresionante para después salir casi volando de la habitación para dirigirme a la habitación de cierto peli plata.

-¿Qué demo…? ¿No sabes tocar?-dijo Zero cuando entre a su habitación de la nada.

No le dije nada y camine hacia él, haciendo que retrocediera hasta terminar cayéndose encima de su cama.

-ándate, Kuran-me grito al ver que me subía a la cama.

De nuevo me quede callado, de la nada me abalance encima de él para arrancarle la camisa, pero él por supuesto que se resistió, después de un forcejeo inútil, puede ver lo que deseaba.

-también la tienes-dije atónito

-por supuesto que tengo la marca, imbécil-dijo sentándose en la cama-eso no debió suceder-dijo desviando la mirada.

Me dio una punzada en el pecho al escuchar eso. Sabía que estaba mal pero no me arrepentía, fije mi mirada en la marca de Zero que era idéntica a la mía, ahora estaba encadenado a Zero para siempre, no sabía si ponerme a llorar por eso o ponerme feliz, pero ¿qué pasaba con Yuki? Ella es mi esposa y tenía respetarla por ello, y no lo cumplí al serle infiel, pero lo otro no tenía perdón.

-esto no debe de volver a suceder-dije de la nada casi sin pensarlo. La expresión de Zero cambio en un instante por una de dolor, pero de inmediato recupero su semblante serio.

-tienes razón, no volverá a suceder y vamos a ser como si nunca hubiera pasado nada-dijo Zero viendo hacia la ventana.

-yo también lo olvidare-dije levantándome de la cama, para dirigirme a la puerta-tengo una esposa a la cual quiero y no la quiero ver sufrir por culpa de algo sin importancia-dije antes de cerrar la puerta.

Sabía que todo lo que había dicho era mentira, pero tenía que mentir porque si volvía a probar el cuerpo de Zero me iba a volver adicto a él e iba hacer más de una tontería, y por el bien de todos  tenía que mantener a Zero alejado de mi corazón…

El tiempo empezó andar de una forma horrorosamente lenta, en el día me mantenía encerrado en mi despacho revisando unos documentos o simplemente leía, tenía que mantenerme ocupado o iba a volverme loco y también era agobiante por el hecho de saber que Zero estaba al otro lado de la puerta y no lo podía tocar, pero tenía que mantener esa idea lejos de mi mente, aunque lo deseaba, no podía ni debía. En la noche, era un infierno, no podía dormir y la sed era más intensa que en el día, ni siquiera las pastillas de sangre podían saciar mi sed y en esos momentos lo único que me venía a la mente era cierto cazador…

Amantes de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora