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Ya era el quinto día consecutivo que se despertaba por un amargor en la garganta, que procedía y acababa en vomitos matutinos. El primer día no se asustó, porque pensó que quizá algo la había sentado mal de la cena anterior, pero ya era demasiada casualidad. Todo su cuerpo tembló ante el pensamiento. Estaría encantada de traer al mundo una criatura que tuviera esos ojos verdes y llevara Rodríguez de apellido, pero también sabe todo lo que conllevaría y tenía miedo. Tragó saliva con la caja entre las manos. Miró al dependiente de aquel badulaque insólito al fin de la ciudad y volvió a mirar la caja. —¿Se lo va a llevar o no, señorita?—interrogó el tendero, con una mueca. Ella asintió con un nudo en la garganta y sin decir nada le pagó, saliendo de la tienda después. Cuando llegó a su casa compartida, tragó de nuevo, intentado disipar el nudo. Tenía que hablar con alguien. Miró su lista de contactos, preocupada. Greco obviamente no. Canario tampoco era una opción, porque seguro se iba de la lengua. Con Kenia aún no tenía la confianza. Y el resto eran contactos banales.

"El Tellas-Droga"

Un tono, dos tonos, tres tonos.

"¿Hola?"

Tragó de nuevo al escuchar la voz ronca y juraba que podía olerle fumar desde el otro lado de la línea. Silencio. "¿Quién es?"

—S-Soy yo. Iris.—

"¿Que pasa? ¿Todo bien?" preguntó ahora, con tono más preocupado.

—Sí. Te voy a mandar una ubi, necesito que vengas.—

"Vale, estoy en camino." aceptó, colgándole la llamada. Ella se sentó en una de las sillas de plástico de afuera de la casa, con la bolsa aún entre las manos y le envió la ubicación. Tardó menos de cinco minutos en escuchar el motor de su coche. Se bajó del vehículo quitándose las gafas y con la pistola en la mano.
—¿Iris?—

Ella se asomó a la parte delantera.
—Aquí.—

—¿Me explicas que carayos' pasa?—preguntó, e Iris nunca se había tranquilizado tanto ante ese acento gallego.

—Nada, tranquilo, solo necesito tu apoyo moral.—le dijo, jugando con el asa de la bolsa. Bobby miró la bolsa con la ceja alzada, sin decir nada.—Venga, pasa.—

Ambos entraron y él se rebuscó en los bolsillos. —¿Se puede fumar aquí?—

Ella asintió, indicándole que abriera la ventana para que el humo saliera y no quedara el olor. Él se apoyó contra la ventana con la elegancia que le caracterizaba, esperando que le explicara algo de lo que estaba pasando. —¿Y bien?—preguntó, dándole una calada al cigarro.

Ella inspiró, para intentar calmarse, metiendo la mano en la bolsa y agarrándo la caja, sacándola y dejándola en la mesa, justo en frente de Bobby. Le miró a los ojos, y él se inclinó levemente a leer el enunciado azul. Cuando lo hizo, sus ojos se abrieron como platos y se echó para atrás, como si le hubieran dado la noticia más grande de su vida. —Hostia puta. ¿Con...—

Iris asiente. Una sonrisa se pinta en los labios de su amigo. Se lleva la mano a la boca aún con el cigarro entre los dedos, pero cuando nota que ella no tiene la misma alegría, sabe que algo va mal.
—¿No lo quieres?—

—Te he llamado para el apoyo moral, no para que me preguntes Bobby.—dice tajante, dándose la vuelta hacia la cocina, sin saber realmente que busca.

—Neno, me acabas de insinuar que vas a tener un hijo con mi hermano, obviamente te voy a preguntar.—le rechista, e Iris escucha la sonrisa en sus palabras. Ella se nota más sensible tras escucharle llamar a Greco hermano e inspira de nuevo.

Iris+Greco! <3Where stories live. Discover now