Epílogo

923 92 27
                                    

Según una creencia tradicional oriental, todos
nacemos atados a un hilo rojo, el cual nos conecta al amor de nuestras vidas. Este hilo puede estirarse, acortarse, doblarse y dar la vuelta al mundo, pero
jamás se corta. Esta bonita manera de graficar el
destino de nuestras vidas, nos explica qué tan fuerte
son los poderes del amor. Dos personas entrelazadas
por el destino, llámese hilo rojo o no, siempre terminarán encontrándose y permanecerán ligadas
para siempre.

La primavera estaba llegando cuando ingresó a la cafetería con una expresión de cansancio, estornudando contra su bufanda mientras soltaba un quejido bajo.

A pesar de que hubiera sol, se seguía sintiendo un viento helado que obligaba a todas las personas a
salir abrigados para no terminar con un resfrío, y él
no iba a ser la excepción, porque siempre había
tenido un sistema de salud algo delicado; por otro lado, no podía enfermarse porque tenía que seguir trabajando, no le gustaba dejar sus cosas tiradas por algo tan mínimo como un resfriado.

Odiaba esos primeros días de primavera, cuando
esos días eran una mezcla de calor y frío imposibles
de combatir.

—¿Qué va a querer, señor? —preguntó la cajera.

—Un capuchino de vainilla para llevar —pidió extendiendo los billetes para pagar.

—Lo llamaremos cuando esté listo, ¿cuál es su nombre?

—Park Sunghoon.

La chica asintió y Sunghoon caminó para sentarse en la barra, mirando por el ventanal hacia la calle.

El día anterior, Xiaojun le había enviado un mensaje diciéndole que ya no podía seguir en una relación con él, así que Sunghoon volvía a estar, "oficialmente", soltero, aunque si era honesto con todo el mundo, tampoco es como si hubiera tenido una relación profunda luego de su fallido matrimonio, cinco años atrás.

Cinco años desde la última vez que vio a Jungwon, llorando en la puerta, cerrándola para luego sólo existir el silencio.

Una vez Jungwon se marchó, Sunghoon terminó su relación con Sunoo, que le miró con una frialdad enorme y desprecio en sus ojos, pero a Sunghoon no podía importarle menos, no cuando se sentía perdido y vacío por dentro, como si algo no estuviera bien a su alrededor.

Había vivido por más de trece años con la presencia constante de Jungwon a su lado, ya fuera como amigo, novio o esposo, y las cosas sin él se sentían extrañas, dolorosas, pero por sobre todo, desconocidas.

Luego de eso no tardó en ir a la oficina del gerente de la empresa, presentando su carta de renuncia para luego vender el departamento en donde había vivido con Jungwon por diez años, mudándose a un lugar mucho más pequeño, con una cama individual
donde no sintiera esa constante soledad que le había invadido los últimos días desde que Jungwon se marchó sin mirar atrás, siendo contratado semanas después en una pequeña empresa mobiliaria, donde nadie le conocía ni juzgaría.

Aunque eso no evitó que rompiera a llorar cuando estaba guardando las cajas y encontró ciertos papeles que Jungwon había abandonado: eran esos papeles de adopción que nunca le mostró a Sunghoon, porque cuando lo iba a hacer, comenzó el principio del fin.

Sunghoon lloró, desesperado, leyendo los trámites, recordando todas esas veces que hablaron sobre adoptar, sintiéndose más miserable que nunca por
no haber pensado un poco más en el corazón de Jungwon. Luego, guardó los papeles al fondo del cajón, prometiéndose que, algún día, los volvería a leer.

De esa forma comenzó una nueva y solitaria vida como soltero, aunque siendo sincero, nunca se quitó
el anillo de matrimonio a pesar de que las actas de divorcio ya estaban firmadas, así como Jungwon lo había querido.

Apego "Sungwon"Where stories live. Discover now