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Iba amaneciendo, el clima era un tanto frío. Kou observaba como el azabache se despertaba poco a poco, su semblante era bastante decaído.
— Buenos días Tsu —
Tsukasa volteó hacia donde estaba el oji oscuro, estaba seguro de que alguien le había hablado, sonrió, pensó que lo había imaginado debido a que recién despertaba.
Sus ojos oscuros se abrieron con sorpresa, su amado le había respondido con una hermosa sonrisa, sentía que era la mejor mañana de su vida. Sin pensarlo mucho se levantó de dónde estaba y lo abrazó, sintiendo su calidez, su aroma, sus latidos. Ante esta acción, la piel del azabache se erizó, de un momento a otro sentía demasiado frío y comenzó a temblar levemente, además de que sentía que no se podía levantar.
Después de unos momentos, Kou soltó al Yugi lentamente, seguía sonriente, mientras que Tsukasa al ya no sentir una presión se levantó, estaba confundido, pero se encogió de hombros y salió de su vacía habitación.
— Al parecer si funciona deshacerme de su gente cercana.. Por fin me ha notado más.. — Murmuró y miró sus manos, aún podía sentir su calidez, las apretó queriendo que aquella sensación no se fuera, pero lamentablemente había desaparecido — Tu atención será para mi.. Solo para mi, Tsu.. —
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El lugar estaba llena de gente vestida de negra, incluído el, aunque el siempre iba vestido de negro. Era el velorio de Mitsuba, la gente hablaba en voz baja, los Yugi llevaban flores blancas en sus manos, y los padres solo iban haciendo compañía.
La escena le traía recuerdos borrosos, pero de nuevo una sensación extraña le impedía querer recordar.
— Haruka.. — Murmuró de la nada, y de la misma forma se tapó la boca — ¿Quien es Haruka? — Se cuestionó así mismo, sentía que conocía aquel nombre pero de nuevo no podía recordar.
— Hey, tu, chico espeluznante —
No sabía si le hablaban a el, pero por curiosidad volteó a ver, encontrándose al chico que había matado, Mitsuba, su ropa se veía un tanto maltratada, pero era la misma con la que lo asesinó.
