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Volvieron en silencio al apartamento, los dos tensos y enfadados por sus propias razones. Los dos tan alterados sexualmente que el ambiente parecía cargado de electricidad. Antonia salió inmediatamente del coche. Se dirigió directamente a los ascensores, donde cometió el peor de los pecados al no esperarlo antes de subir al último piso. El tener que esperar a que volviera el ascensor no sirvió de mucho para suavizar el humor de Harry.

Cuando llegó al dormitorio se encontró con que ella ya se había encerrado en el cuarto de baño, lo que terminó de fastidiarlo. Y lo que más lo molestaba era precisamente ese enfado, ya que ese comportamiento no tenía la sofisticación y relax con que le gustaba llevar su vida privada.

Y, sobre todo, estaba empezando a sentirse como un marido celoso sin serlo en realidad. Eso lo dejó helado, la simple sospecha de que Antonia le estaba clavando las garras profundamente, lo suficiente como para hacerlo sentirse así, lo horrorizaba.

Estaba colgando su chaqueta en el perchero cuando Antonia salió del baño y la visión de sus anchos hombros le hizo desear que tuviera la cara de la Gorgona. Pero no era así y, cuando él se volvió, el cuerpo de ella respondió inmediatamente a su atractivo rostro.

—Has estado trabajando de nuevo con Krants —dijo él simplemente.

Sin molestarse en contestarle, ella recogió la ropa que había dejado sobre la cama y la llevó al armario.

—Respóndeme —insistió Harry.

—No sabía que me estuvieras haciendo una pregunta. Más bien me ha parecido una afirmación.

—Explícame entonces qué estaba dando a entender esta noche cuando ha hablado de algo interesante.

Ella se encogió de hombros.

—No tengo ni idea.

Pero sí que tenía algunas sospechas preocupantes.

—Debes tenerla. Conoces a ese hombre. Estuviste viviendo con él más de cinco años.

Ella deseó corregirlo y decirle que había sido diez, pero no lo hizo.

—Y también he vivido un año entero contigo. Pero en realidad no te conozco.

—Ah, muy bien. Y ahora responde a mi primera pregunta y dime si has estado trabajando de nuevo para él en secreto.

—Para tratarse de un hombre famoso por su inteligencia, a veces puedes ser un poco espeso. Pregúntatelo a ti mismo. ¿Cuándo he tenido la oportunidad de trabajar o hacer algo con Stefan?

—Por lo que sé, ese hombre bien podría tener un estudio secreto aquí, en Milán, donde los dos os podéis reunir de forma regular.

— ¿Así que os estoy haciendo felices a los dos? —dijo ella riendo secamente.

Pero también se daba cuenta de que Harry se había acercado bastante a un secreto suyo cuidadosamente guardado.

Por supuesto, él se dio cuenta del cambio de su expresión. Extendió una mano, la agarró por la muñeca y tiró de ella. Su mirada era dura, su rostro seco.

—Me estás ocultando algo —dijo.

Ella no quiso responder y Harry sacó sus propias conclusiones.

— ¡Si los dos estáis planeando avergonzarme el viernes, te advierto que te arrepentirás de haberme conocido!

— ¿Por qué no escuchas? ¡No sé lo que Stefan tiene planeado para el viernes!

— ¿Entonces a qué ha venido esa expresión extraña?

— ¡Tú no tienes derecho a saber todos mis secretos! ¡Soy tu amante, no tu esposa!

Amante o Esposa - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora