Familia

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—Romi... Voy a tener una entrevista mañana —le dijo Pablo una semana después, en tono serio.

—Bueno, Pablito —dijo Román—. Eh, ¿qué querés hacer?

—Decirles de lo nuestro —sentenció Aimar, seriamente y agarrándole la mano.

—Pablo, ya hablamos mucho de esto, y te dije que...

Pablo lo interrumpió:

—Dale, Román. Me cansé de esto.

Riquelme estaba por decirle algo, pero su hijo los interrumpió, entrando de repente en el living:

—¡Papá, papi, las chicas están en la pieza mía y de Galle y no las puedo echar!

—Calmate, Agus —le dijo Pablo.

Agustín Riquelme bufó, y miró a su papá (Román) con esperanza, como diciendo que lo ayude.

—¿Les dijiste, vos? —apareció Agustín Aimar. Le había preguntado a su "hermano".

—Sí, nene —respondió Agustín Riquelme.

—¿Quienes están en tu pieza? —le preguntó Román al segundo de sus hijos. No sabía si se refería a Florencia, a Lola, a Sara, a Juana o a Eva.

—Loli y Eva.

—¿Y las demás? —preguntó Pablo.

—Me parece que Flor la está ayudando a Sara con la tarea, o sino charlando con Matías —dijo Agus Aimar.

—No, Galle: está ayudando a Sara, las vi hace un rato —aclaró Agus Riquelme.

—Ah, ta'.

—Y Juanita no sé —dijo Agus.

Sus padres se miraron. Luego Román preguntó:

—¿Qué hacen Lola y Eva?

—Están jugando —respondió Agus Riquelme.

—Y dejalas, Ag —aconsejó Pablo.

—¡Eso es lo que le digo, pa! ¡Pero no me hace caso! —le dijo su hijo biológico.

—Terco como buen Riquelme —comentó su padre.

—¡Pablo/papi! —gruñeron Juan Román y Agustín Riquelme, respectivamente.

El Payasito los miró con inocencia. Su primer hijo le chocó la mano.

—Dale, Agus —le dijo el Aimar a su tocayo Riquelme—. Vamos. Dejemos que las chicas se queden un rato más en nuestra pieza, total, no hacen nada.

—Mientras no vean eso —le susurró Agus R.

—Ay, hermano. Ellas lo saben, y te shippean con él, dejá de joder con eso —le dijo Galle, en voz baja—. ¿Y si vamos a ver qué hace Juana? —propuso, sabiendo que su hermano mayor no iba a negarse: Juana era su hermana favorita.

Y, como esperaba, el mayor le hizo caso: ambos hicieron una carrera hacia la pieza de su hermanita, la cual ganó el gallego.

Los padres de ambos se miraron.

—Pablo, por favor, no les digas ahora —le rogó Román a Pablito.

—¿Por qué?

—Payasito, mirá: mañana no les vas a decir a todos que somos pareja, ¿sí? Pero, si querés... Capaz podemos hacer una conferencia de prensa en algunos días y decirles... —el mayor no pudo terminar de hablar, porque Pablo se abalanzó sobre él y lo besó.

—¡Sí! —dijo Aimar.

Román sonrió y le acarició la cabeza.

—Te amo, Ro —susurró Pablo.

—Yo también, Payasito —musitó Román, y lo besó con ternura. Amaba a su pareja.

—Papaaá —lo llamó la pequeña Eva, entrando al living.

—¿Qué pasa, Eva? —dijo Román.

Eva se sentó en la falda de Riquelme, y le dio un dibujo. Román lo miró y sonrió con ternura.

—Que lindo, Eva —dijo.

El dibujo era el escudo de Boca y River; una mitad de ese escudo era de Boca, y la otra, de River. Una versión del escudo Bover.

—Bover —susurró Pablo, mirando el dibujo—. Te salió re lindo, Eva —era verdad. Para tener 4 años, la nena era una artista.

La pequeña sonrió.

Varias horas después, los Riquelme-Aimar miraban una película en Netflix, mientras comían unas milangas a la napo.

EntrevistaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon