Nueva Vida.

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Pov: Myoui Mina.

—¡Capitán!—exclamó Matt al notar la cantidad de rebeldes que estaban escondidos del otro lado—¡Es una emboscada! ¡Corra capitán!—y la voz ahogada del muchacho hizo ecos en mi cabeza. confundida giré mi rostro observando el horrendo panorama en el cual me encontraba.

En un abrir y cerrar de párpados todo lo que había hecho se había convertido en un desastre, se suponía que atacaríamos la base militar de los rebeldes disminuyendo de esa manera sus números, pero de alguna forma ellos habían logrado amortiguar cada uno de nuestros ataques, como si hubiesen sabido de antemano de que iría a atacarlos. A pesar de que el pequeño Matt gritaba que huyera mientras que el polvo se levantaba cubriendo gran parte de mi visión, no podía simplemente abandonar a mi equipo como si fuese una cobarde, era la líder, la responsable número uno de esta mala expedición, así que debía hacerme cargo de este problema. Por impulso saqué mi arma y traté de apuntar al enemigo, pero eran demasiado, mi mentón tembló al ver como mis camaradas caían uno por uno como de moscas muertas se tratasen, la sangre salpicaba hacia todas la direcciones y sus gritos llenos de temor y pavor hacia ecos en alrededor de mis tímpanos, sálvalos, por favor, haz algo, no dejes que mueran en vano, mi mente me ordenaba que los salvara, eran mis hermanos, mi única familia, y aun así los estaba dejando morir. Algo explotó a un par de metros de donde yo estaba, frustrada giré mi rostro notando como los cuerpos inertes de mis compañeros quedaban despedazados ante el fuerte impacto. ¿Por qué sucedió esto? pensé mientras que mi cuerpo por completo burbujeaba de la furia, ¿Qué hice mal?

Me distraje. Cometí un error. 

No tuve tiempo de reaccionar, estaba tan conmocionada por lo que estaba viendo que ni siquiera llegué a percatarme de como Matt aparecía en mi campo de visión protegiendo impulsivamente mi cuerpo. Parpadeé confundida mientras que veía a cámara lenta la forma en que su cabello castaño escondido bajo casco militar y el sudor escurriendo por su bronceado cuello se llenaban de salpicaduras de sangre. El viento de ese asqueroso desierto cegó momentáneamente mi visión, pero aun así fui capaz de comprender que Matt estaba en peligro. 

—¡MATT!—grité con todas mis fuerzas al ver a mi compañero recibiendo la bala que debía haber sido para mi. El mundo dejó de moverse ante lo que estaba presenciando, los gritos y los suplicios de mis compañeros dejaron de hacer ecos en mi cabeza, me sentía sumergida en el interior de una piscina, tan hundida que sentía que en cualquier momento me iba ahogar. Matt cayó frente a mis pies, ni siquiera estaba pensando con claridad, simplemente atiné a agachar la mirada para poder observar como él me sonreía mientras que la sangre se deslizaba por sus comisuras "cuida de mi hija" eso decían sus labios, así que perdí el control—¡NO! ¡¿POR QUÉ?! ¡MALDITA SEA! ¡¿POR QUÉ?!—bramé mientras que las lágrimas caían con fuerza alrededor de mis mejillas, mis manos temblaron, la pesada arma que aún estaba sosteniendo casi se resbala entre mis dedos, pero la sostuve con fuerza, sintiendo como el interior de mi cuerpo gritaba ante la desesperación. Por mero instinto enderecé mis brazos apuntando al enemigo, ¿Por qué me protegió? y con esa preguntando flotando en el interior de mi mente llevé mis dedos contra el gatillo y disparé; cada una de mis balas perforó el cuerpo del enemigo. Seis balas, seis muertos, pero aun así no me sentía satisfecha. 

Cuando me vine a dar cuenta que todos mis compañeros estaban muertos alrededor de mi quise gritar ante el dolor que atravesó mi corazón; desesperada giré mi rostro observando sus cadáveres envueltos en esa estela de polvo que había quedado ante la balacera, no, pensé angustiada mientras que los seguía viendo. Ante la posición en la que se encontraban, no tardé en comprender que ni siquiera habían tenido tiempo de realizar una retirada descente, murieron sin poder siquiera defenderse. El arma que había sostenido terminó por caer de mis manos, pero no me importó, porque de todas formas me habia quedado sin balas. Furiosa por lo que estaba presenciando apreté los puños mientras que mordía mi labio inferior hasta sentir el desagradable sabor de la sangre, las lágrimas nuevamente comenzaron a descender permitiendo que fuese visible el recorrido ante mis mejillas ensuciadas por la arena y el polvo. Caí de rodillas en el momento que escuché como la balacera había finalizado, por instinto estiré mis manos tomando el cuerpo abatido de mi compañero, no podré cuidar de tu hija, pensé siendo consciente que no merecía continuar con vida. 

¿La villana ha cambiado? [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora