•EL REENCUENTRO, parte 1•
Ayer cumplí 14 años, Las monjas me hicieron una pequeña celebración con una tarta de manzana, tuve la compañía de mis amigas, ya he hecho algunas, pero después de lo que sucedió con Sabri, no suelo tenerles mucho cariño o confianza, solo son mis amigas y ya, compañeras con las cuáles paso el rato, convivo, hacemos la tarea y los quehaceres juntas.
Me gustó mucho la compañía de mis amigas, monjas y la madre superiora en mi cumpleaños, pero hubiera deseado que al menos, Asmodeo, me hubiera hablado para felicitarme, no lo ha hecho desde que se fue, aúnque siendo sincera conmigo misma, preferiría la compañía de Sabri.
La madre superiora nos informó que el próximo sábado, a las de nuestro grupo nos tocaría hacer una "obra de caridad" o algo así lo llamó.
Iríamos en compañía de las monjas a regalar comida como galletas y eso, a los enfermos del hospital y también a los presos de buen comportamiento.
¡Es algo genial! ¡Después de tanto tiempo volveré a salir del internado!
Por primera vez habíamos dejado el habitual uniforme del internado que era una blusa con botones y cuello en la cuál de lado izquierdo a la altura de nuestro pecho llevabamos bordado nuestros nombres, una falda que a todas por igual nos llegaba hasta abajo de las rodillas, todo en color azul cielo, el cabello siempre lo traiamos recogido en una coleta adornada de un moño negro, calcetas blancas, y zapatillas negras.
Pero hoy, a todas las del grupo, nos trajeron vestidos muy bonitos y llamativos para la ocasión y canastillas donde llevaríamos las cosas.
Todas estabamos tan emocionadas mirándonos unas a otras porque parecíamos un montón de caperucitas rojas, pero nos veíamos tan lindas que pensabamos en no quitarnos jamás el vestido al regresar de aquella visita que haríamos al hospital y a la prisión.
Cada monja iría acompañada de dos de nosotras, así serían formados los grupos, y a cada grupo nos tocarían tres pacientes por visitar.
Yo me puse mi vestido pero en vez de tapar mi cabeza con la capa roja, me puse mi diadema que tiene cuernos y acomodé a mi muñeco en la canasta de comida, apesar de que llevaba tiempo de no hablarme, quería que me hiciera compañía. Al verme la monja que nos llevaría a mi y a Dahiana, hizo un movimiento de ojos hacía arriba y diciendo "no" con la cabeza al ver que llevaba la diadema en lugar de cubrirme con la capa, pero después solo me sonrió, Dahiana por su parte, al ver que llevaba mi muñeco, aprovechaba cualquier momento para recordarme que le daba miedo.
Subimos a toda prisa en una de las minivan que nos llevarían y mientras ibamos camino al hospital nos la pasamos cantando "witzy witsy araña".
Al llegar, la monja nos pidió bajar en orden, iban de una en una, Dahiana bajó primero que yo y le di mi canasta para poder bajar, pero la monja que conducía la minivan, me detuvo antes de hacerlo.
-Valeria, necesito hablar tantito contigo-
-¿Si? ¿Qué pasa?-
-Ehhh... Me pidieron no hacerlo, pero siento dentro de mi, que debo hacerlo.
Tu abuela a pasado los últimos meses en cama muy enferma de los pulmones a causa de fumar tanto, y si te digo esto justo ahora, es porqué ella está internada justo aquí, en este hospital-
-Supongo que si no me quisieron decir eso ¿Entonces no me dejarán verla tampoco?-
-¿Quieres verla?-
-Si ¿Por qué no querría? Es mi abuela-
-Bueno... Pensé... Que no querrías, ya que nunca te visitó desde que llegaste con nosotras-
-No importa, quiero verla... ¿Puedo?-
Se volteó para no verme, solo miraba al volante y me dijo:
-Te voy a cubrir, pero solo unos cuantos minutos y debe ser rápido, antes de que otra de las monjas y de tus compañeras les toque llegar a la habitación de tu abuela, a nosotras nos tocan las habitaciones de la 93 a la 95, tu abuela está en la 92, así que tendrás tu oportunidad de verla mientras nosotras estemos en la 93, ¿entendido?-
