~Persecución~

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Doy largas zancadas. Las gotas de sudor se deslizan sin cesar. Tengo los latidos tan acelerados que me permiten escuchar a mi agitado corazón mientras avanzo. La vista continúa nublada por haber dejado caer mis lentes. No siento las piernas. Solo observo árboles borrosos, y, oscuridad, el manto negro me consume. Había presenciado una explosiva pelea entre dos monstruos. El primero quería desgarrarme y el segundo se interpuso antes del homicidio, seguramente para cometer dicho crimen, él mismo. Detengo mi marcha, y giro en dirección al perseguidor. Se arrastra apoyado por garras, herido, desgastado, no se parece al primer atacante. Su cercanía es evidente e involuntariamente los temblores se adueñan de mi cuerpo. Aquella criatura está parada justo en frente de mí, es imposible no temerle, jamás había visto nada igual. Miro a la escamosa bestia directamente a los ojos, rojos como el vino tinto, y sus huesos empiezan a crujir fuertemente. Me encuentro paralizado mientras aquella piel de reptil se desprende de su cuerpo. Las garras ya no están, en cambio hay unas desgastadas manos, cubiertas por esa viscosa sustancia adherida a su dermis. Mi mente no puede creer lo que sucede y suelto anonadado:
- ¿Mamá?

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