Capítulo 7

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—Recibí una llamada de la clínica —informó Michael cuando el silencio se alargó demasiado, la mirada de Jenny se llenó de expectativa y Julie dejó suavemente el tenedor sobre el plato—. Dicen que Allison está progresando mucho, podrían dejarla ir pronto.

—Eso es maravilloso —admitió Jenny con una sonrisa radiante—. No puedo esperar a tenerlas a todas en casa al fin.

—Creo que podríamos organizar una pequeña reunión de bienvenida aprovechando el descanso de diciembre...

—Sería adorable —admitió la mujer con una sonrisa, Michael le dio una suave caricia y Julie fingió no notarlo pero no se atrevió a decir nada más—. Tenemos que avisarle a Tina, antes de que las lleve con sus abuelos.

—¿Podrías ayudar a organizarlo, Jules? Creo que conoces más sobre ella... —la chica respiró profundo y consideró seriamente todas las respuestas que podía darles.

—Seguro... Pero creo que quizá deberíamos por preguntarle a Allison si es lo que quiere... —ambos la miraron y entonces su móvil empezó a sonar—. Debería irme, mamá me está esperando.

—Oh, no sabía que estaba en la ciudad, ¿por qué no la invitas a cenar? Hace mucho no la veo.

—Eh, claro, se lo diré.

—¿Está todo bien? —preguntó Michael, no era común que Tina apareciera en la ciudad sin avisarse, no recordaba una ocasión en que lo hubiera hecho sin que alguna de las niñas estuviera enferma, nunca le había gustado mucho salir de la ciudad a menos que fuera a Colina.

***

El GPS decía que ese era el sitio, apenas a unas calles de la universidad estaba una casa de aspecto completamente normal, con paredes blancas y ventanas de aluminio, una puerta negra y el número siete pintado con sencillez en el muro. Revisó dos veces la dirección que su madre le había dado y su ubicación en el mapa pero era el lugar correcto, aunque a ella no se lo parecía. Miró el reloj, faltaban cinco minutos para la hora, se sentía rara estando de pie fuera de una casa que no conocía aunque no duró demasiado, Tina bajó de un Uber poco después con la misma amable sonrisa de siempre y deseándole al hombre un buen día.

—Llegaste a tiempo.

—Alguien me dijo que la puntualidad es importante —se abrazaron y Tina le tomó la mano.

—¿Estás lista?

—No lo sé, supongo que tendremos que averiguarlo.

La mujer tocó el timbre y esperaron.

Dos veces.

Tres veces.

Julie estaba por quejarse después de lo inútil que había sido ir ahí cuando alguien abrió la puerta. Una chica de corto cabello negro con las puntas teñidas de azul brillante y lentes de armazón cuadrado del mismo color, sus cejas se arquearon a la espera de alguna clase de explicación que no dio oportunidad de dar.

—¿Puedo ayudarles? —dijo al fin, cambiando su peso de pierna y sin soltar la puerta, quizá para poder cerrarla rápido de ser necesario—. ¿Venden galletas o promueven su religión?

—Me temo que no, estamos buscando a Assia —explicó Tina con una sonrisa.

—¡Ah! —exclamó, un nuevo brillo le llenó los ojos y una sonrisa se le pintó en los labios delgados—. ¡Claro! Ella dijo que vendrían, lo olvidé por completo. Pasen.

Lo primero que pudo ver fue libros por todas partes, en cada rincón de la casa, sobre las mesitas repartidas por la sala, en repisas, escritorios, incluso algunos en el mueble de la televisión, era un lugar amplio pero no demasiado, lo suficiente para no sentirse claustrofóbico.

La Heredera (2) El Secreto de ElizabethWhere stories live. Discover now