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— Buenas noches, amore – saludó Yvette al Thomas abrir la puerta de su casa. Esta le dio un pequeño beso en la mejilla, que fue observado por Victoria quien había llegado minutos antes.

— Siempre tan puntual – se burló Thomas dejándola pasar al salón.

— Lo bueno se hace esperar – le contestó con elegancia fingida Yvette. La chica hizo una leve reverencia.

— ¿Va a venir Damiano? – preguntó Thomas confundido con la intención de molestar a Yvette, cosa que consiguió.

El teléfono de la chica sonó, dándole la oportunidad perfecta para burlarse de Thomas. — ¿Que si está Thomas? Por supuesto – la joven tapó el teléfono para que la persona en la otra línea no escuchara la conversación. – Thomas, es para ti, te llaman del club de la comedia.

Thomas soltó una risa amarga, no sabía cómo Yvette lograba poner al universo en su contra para hacerle malos chistes.

— Coge el teléfono que te van a colgar – suspiro Thomas con cansancio. Su amiga era una de las mejores personas que había conocido, pero había ocasiones en las que llegaba a ser bastante pesada.

— Yo te cojo a ti – le guiñó un ojo Yvette para más tarde atender a la llamada, ignorando la mirada shockeada de Thomas. – ¿Si?

— ¿Yvette? Soy yo, Matteo, nos conocimos el otro día por Livia – Yvette rodó los ojos, lo recordaba a la perfección. Era un chico moreno que una amiga que tenían en común le presentó hace cosa de una semana, y desde entonces el chico no había dejado de llamarla. – Te preguntaba por si quizás te gustaría tener una cita.

Yvette tapó el teléfono para que no se oyera lo que hablara con Thomas. La joven lo miró con ojos de cachorrito. – Ayudame porfas, es el chico del otro día.

Thomas agarró el teléfono divertido, y se lo alejó un poco de la cara para que sonara con eco, y fingió una voz más grave de lo normal. – Vette cariño, ¿Con quien hablas?

— Lo siento Matteo, tengo que irme – y con esa última frase, la chica lo colgó. ¿Cruel? Puede, pero ya estaba harta de la insistencia de ese hombre, al cual le había dicho expresamente que le gustaban las mujeres, pero él con su mente retrograda se autoconvencía de que no era posible de que a una chica como Yvette le gustaran las mujeres.

— La próxima vez que finja Damiano – le dijo Thomas con una sonrisa asomándose por los labios. Él lo negaba, pero le encantaba cuando hacían este tipo de cosas.

— ¡Ja! – se rió con notable sarcasmo Yvette. Esta miró hacia un sillón, donde Victoria había permanecido callada todo el tiempo. – Hola Vic.

La castaña se levantó dándole dos besos en las mejillas a la bajista, a lo que está se sonrojó un poco.

La verdad era que Yvette antes estaba más nerviosa en presencia de Victoria, pero era una persona muy abierta y sociable que con el paso de unas pocas horas cogía confianza.

— Hola Nere – la saludó Victoria. Le gustó el apodo que le había puesto la chica pianista, por lo que decidió hacer lo mismo.

— Tú, niño del sótano – señaló a Thomas después de separarse de Victoria. – ¿Hay comida?

— Para ti no, que me saqueas la despensa – dijo Thomas haciendo que Yvette soltara un bufido de falsa indignación. Se podía llegar a pensar que se trataban fatal por odio, pero no era más que pura confianza para hacerse bromas entre ellos. Ambos sabían que el otro los quería muchísimo.

— Como digas, tampoco quería de todas formas – mintió Yvette. – ¿Que hacemos?

— Podemos llamar a Ethan y Damiano – propuso Thomas de cachondeo sabiendo que el comentario le iba a molestar a Yvette. Efectivamente, la chica lo apuntó con un dedo acusador.

friend of a friend ; victoria de angelisWhere stories live. Discover now