5. Los hermanos De Angelis

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Danielle García

Guardo la mitad del dinero que he ganado esta semana en el bote de cristal para el coche. Que luego no digan que no lo intenté.

Intento ordenar el desastre que tengo por habitación hasta que me llega un mensaje de un número desconocido. 

"Hola Danielle, soy Baco, Hermes ha aceptado. "

"Mandaré un coche a buscarte sobre las diez, estate lista."

Mando un simple Ok y tiro el móvil a la cama. Entro en pánico al no saber qué ponerme, por como visten él y su hermano deben de ser de una familia con mucho dinero. -Y ahora qué hago? Y si le pregunto qué me puedo poner? No! Ni de broma, tampoco somos tan amigos... Pues claro. 

Abro el portátil e inicio una vídeo llamada con mis amigas. Cruzo los dedos mientras rezo internamente para que me cojan la llamada. -Venga... Por favor...

-Menos mal que das señales de vida, pensaba que te habías muerto o algo. -Vega es la primera en contestar. 

-Hola chicas! -y Emma contesta apenas un minuto después. 

-Necesito vuestra ayuda urgentemente. 

-Problema? 

-Ropa, me han invitado a una cena para recuperar el collar del trébol, por que lo perdí y resulta que los hermanos de uno de mis clientes lo han encontrado, entonces él me dijo que fuera a su casa, que le hablaría a su hermano para que me quedara a cenar y al parecer ha aceptado. -cuando estoy entrando en pánico hablo rápido. 

-Y cuál es el problema exactamente? -pregunta Vega.

-Que por la ropa que usan él y su hermano deben ser extremadamente ricos, y yo no, apenas me da para comprar me dos camisetas al mes. -recuerdo. 

-Tranquila Dani, respira. Mira en tu armario y dinos lo que tienes. -indica Emma. 

-Está bien. -me levanto de la cama y abro las puertas del armario. -Cinco pantalones, dos faldas, cuatro camisas que son de mi padre, dos tops que me regalasteis vosotras, una americana de mi abuelo y tres vestidos, uno de mi abuela y dos que me regaló mi madre... -mi armario da más pena que otra cosa. 

-Uf, está un poco complicado chica. -admite Vega. -Enséñanos los vestidos. 

Saco las perchas y se los enseño uno por uno. 

-El de tu abuela es muy bonito, por qué no te lo pruebas? -sugiere Emma. 

-Está bien. -el vestido es de color beige con un escote cuadrado y mangas que cubren mis hombros, mis clavículas están descubiertas. El final del vestido está cuatro dedos por encima de mi rodilla, es entallado en la parte del pecho y suelto en la falda. -Seguras de que me queda bien? 

-Estás divina. -dicen las dos. 

-Gracias, pero tengo que ir descalza? -miro mis pies desnudos sobre la tarima del suelo. 

-Ponte las vans. -ordena Vega. Trabajé muy duro para conseguir esos zapatos, y solo los uso para ocasiones especiales. 

-Pero son para las ocasiones especiales. 

-Acaso esta no lo es? -pone los ojos en blanco.

-Ya voy. -me pongo unos calcetines cortos y las vans. 

-Por qué no te recoges el pelo? Estarás muy guapa. -sonríe Emma. 

-Mejor no me arriesgo a quedarme calva. -miro la hora, menos cinco. -Me tengo que ir chicas, muchas gracias, besos. -apago el portátil, cojo una chaqueta vaquera y mi único bolso junto el móvil y las llaves de casa. 

Al salir veo a Baco apoyado en un coche con pinta de ser muy caro. Él lleva una camisa blanca, unos vaqueros grises rotos en las rodillas, una gabardina gris abierta y unas botas negras. Al escucharme cerrar la puerta levanta su vista del móvil. 

Me escanea varias veces sonriendo. -Buenas noches, me alegra verte. -guarda el móvil y abre la puerta trasera del coche. -Sube. 

-Gracias. -cierra la puerta y sube por el otro lado sentándose a mi lado, los asientos son de cuero blanco con detalles en marrón. 

-A casa por favor. -le indica al chófer, el cual comienza a conducir en silencio. -Estás muy guapa. -alaga. 

-Gracias, tú también. -sonrío. 

El camino transcurre ameno, Baco y yo charlamos de todo un poco. El coche se detiene e inconscientemente miro por la ventanilla, veo un gran muro y una verja de hierro igual o más alta. Detrás una gran casa con un jardín enorme y probablemente cuatro pisos. 

-Tú vives aquí? -pregunto alucinada. 

-Sí. -ríe ante mi sorpresa. -Mis hermanos quieren conocerte. 

-Oye Baco, cuántos hermanos tienes? 

-Cuatro, por? 

-Simple curiosidad... -la verja se abre y el coche pasa antes de que se cierre. 

Paramos delante del porche de la casa. Baco es el primero en bajar, me abre la puerta y extiende su mano para ayudarme, le agradezco con una sonrisa.

-Entremos, nos están esperando. -le sigo hasta atravesar la puerta principal. Miro todo, me da miedo romper algo, porque sé que ni vendiendo mis riñones podré pagarlo. -Bienvenida al hogar de los "De Angelis", siéntete como en casa. 

Pasamos al salón, allí hay tres chicos, dos sentados juntos en un sofá y el otro en una butaca leyendo un libro. -Ya hemos llegado. -se ponen en pie arreglando sus camisas. -Ellos son mis hermanos, a Hermes ya le conoces. -sonríe ligeramente a modo de saludo. -Ellos son los gemelos. 

-Creo que ya nos conocemos señorita. -hablan a la vez. -Yo soy Christian, un placer volver a verte. -dice el moreno, lleva una camisa blanca y pantalones negros. 

-Sabía que nos volveríamos a ver, llámame Caspian. -ahora el peliblanco repite la acción.  Él viste una camisa negra y vaqueros del mismo color rotos. 

-Ya les conoces? 

-Sí, me los encontré el otro día cuando salí a correr. -explico. 

-Dónde está Adrián? -pregunta Baco. 

-Disculpa a mi hermano, Danielle, le gusta hacerse esperar. -pide Hermes.

-No te preocupes, no pasa nada. 

-Buenas noches, perdón por la espera. -por las escaleras del fondo baja un chico alto, piel algo pálida, pelo castaño con algunos mechones blancos, ojos azules profundos y labios finos de un tono rosa claro. Se acerca a nosotros doblando el puño de su camisa. -Encantado de conocerte, nunca te había visto antes por el pueblo, cómo te llamas? -me extiende su mano. 

Los nervios entran en la sala, tranquilízate Dani, no es para tanto, solo es un chico extremadamente guapo y totalmente de tu tipo, tampoco es para tanto. -Me llamo Danielle García, encantada. -le doy la mano a lo que él aprovecha para versar el dorso de esta delicadamente sin apartar sus ojos de los míos. 

-Bonito nombre, yo soy Adrián de Angelis. -quiero, no, mejor dicho, exijo volver a sentir sus labios suaves contra mi piel.  

Adrián de AngelisWhere stories live. Discover now