Capítulo IX

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    —Me gustaría que te quedases aquí, Nihat, pero no confío en nadie más para encargarse del reino, y la invitación de Aslan no me parece muy inocente —dijo Miranda, despidiéndose de su primer ministro quien volvería inmediatamente a Jordania. Ya habían paseado por la ciudad ella y toda su comitiva, pero Nihat debía partir.

    —Espero que no te metas en líos, Miranda, mira que te dejo sola aquí muy a mi pesar, el emperador te ha sacado demasiado de tus casillas y aquí entre nos sabemos que lo seguirá haciendo. Ya no estás en Jordania, una sola afrenta de tu parte y no lo contarás.

    —Lo sé, Nihat, créeme que no pienso darle tal gusto.

    Él asintió y luego de darle un abrazo paternal, partió junto a un par de guardias de vuelta a Jordania. La reina regresó al palacio junto a Samara cuando ya se adentraba la noche. Debía prepararse para la cena a la cual había sido invitada con vehemencia, podía sentir como Aslan tenía en mente algo y eso no la dejaba en absoluto tranquila...

    —¿Quiere que le mandemos a alguna joven esta noche, Emperador? —la pregunta de su sirviente de confianza llamó su atención de sobre los libros que estaba revisando.

    —Sí, estaba pensando... Quiero que las primeras en venir sean las de Jordania, las demás las dejaremos para después.

    El hombre asintió y salió del lugar. Aslan suspiró, levantándose, notando como ya era hora de que se fuera para la cena, así que salió de la habitación poco después. Llegado al lugar todos los convidados se pusieron en pie en señal de respeto, notó de inmediato que faltaba Miranda y eso no le gustó mucho.

    —Lamento llegar tarde, majestad —la voz de ella a sus espaldas le hizo girarse. Estaba ahí, ataviada con sus típicos vestidos oscuros y del brazo de su general.

    —Supongo que estaba muy ocupada —dijo mirando al general y entró luego.

    A ella no le pasó desapercibida la provocación y se molestó porque aún siguiera con ello. De inmediato se separó de Tarek y entró, tomando asiento en el único lugar libre que quedaba, al lado de Aslan, que se encontraba a la cabeza de la mesa. No le gustaba el puesto, pero no quería sentarse cerca de Tarek debido a lo molesta que estaba.

    El mencionado notó la actitud de su reina y comenzó a entender a qué se debía sus ganas de alejarlo, Aslan les tenía en la mirilla y no quería que le hicieran daño por su causa.

    —¿Cómo se ha sentido en mi reino, alteza? ¿Ha sido bien atendida? —preguntó el emperador en cierto momento al ver que Miranda no tenía otras intenciones aparte de cenar.

    —Como he dicho antes, la belleza de su reino debería avergonzar a la falta de educación de su monarca —respondió sin siquiera mirarlo y solo en el volumen suficiente para que él le escuchara.

    —¿Ahora que está en mi reino tiene miedo a hablar y que todos la oigan? —comentó divertido mientras bebía de su copa de vino y los ojos ámbar de ella fueron a los suyos, causándole un ligero escalofrío, como si por breves instantes se les hubieran hecho conocidos.

    —A diferencia de usted, emperador, yo conozco mi lugar y respeto la tierra que piso tanto como a su soberano, incluso si este no se lo merece —aclaró en tono neutral y siguió cenando.

    —¿Tanto que no acató mis órdenes de traer a todas las jóvenes nobles y casaderas de Jordania, no?

    Miranda le volvió a mirar, dejando los cubiertos sobre la mesa. —¿Insinúa algo, emperador?

    —Insinúo que he estado en su reino y recuerdo que habían más jóvenes, entre ellas una hermosa chica pelirroja, hija de cierto primer ministro...

Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)Where stories live. Discover now