CAPITULO 20

74 17 0
                                    

Esa misma tarde al regresar a su casa cuando tomó la manija de la puerta principal entre sus dedos su corazón comenzó a latir desesperado, pero Ryeowook intentó ignorarlo, se frotó las manos sudorosas en los pantalones de su escuela y frunció el ceño. Había sentido antes esa sensación de ser observado pero ahora sentía más una sensación de peligro que de acecho. Se apretó las manos contra el abdomen y entró a su propio hogar. 
 
—Querido—Su madre le sonrió desde la cocina y sacudió entre sus dedos una cuchara embarrada por alguna sustancia pegajosa—Estaba preocupada por ti, adivina quién vino a visitarte…
 
El castaño levantó la cabeza para ver a su visita pero al encontrarse con una cabellera rosa sus ánimos cayeron nuevamente, estaba muy jodido. 
 
—Ryeowook—Dijo él, acercándose sólo un poco—Vine a visitar a tía Sunny…espero no te moleste. 
 
El nombrado se detuvo en seco justo en medio del salón de visitas y miró a su madre mientras removía algo en la cocina. Una pequeña brizna de viento le acarició las mejillas y supo que tenía que hablar con Donghae, pedirle por favor que aún no le dijera nada a su madre, porque eso iba a empeorar la situación que tanto le había costado ordenar. 
 
—Donghae eres como mi hijo pequeño, claro que a Ryeowook jamás le molestaría compartir a su madre contigo, así como a ti no te molestó que tu padre mirara como hijo a mi Wook, ¿Verdad? 
 
Sonrieron un poco mientras Sunny giraba sobre sus talones para observar a ambos niñatos, ¿Podría ser la situación peor? 
 
—Claro tía Sunny.  
 
Ryeowook soltó una maldición entre dientes. 
 
—Oh, tía Sunny… ¿Podrías hacerme el pastel de dulce que tanto me gusta? —Él hizo una pausa—Es que extraño comerlo. 
 
Sunny giró sobre los talones otra vez y comenzó a rebuscar entre los cajones de su cocina, más, al obtener negativas miró con preocupación a Donghae, se atusó el peinado con la yema de sus dedos, se quitó el delantal y cogió su cartera pequeña antes de apagar la estufa. 
 
—Regreso de inmediato, querido. 
 
La mujer extendió generosamente su brazo para acariciar la suave cabellera de Donghae y con un sonido seco comenzó a caminar hacia la entrada principal, les dedicó a ambos una sonrisa inmensa antes de salir por completo de su casa. 
 
— ¿Aún no le has dicho a Sunny que te estás dejando tirar por mi padre? 
 
La sangre abandonó la cabeza de Ryeowook, haciendo que se marease. Esto no podía estar pasando, no ahora. 
 
— ¿Por qué lo hiciste, Ryeowook? —La mirada furiosa y enferma en sus ojos hicieron que el castaño retrocediera hacía atrás como si buscara un pequeño agujero para esconderse—Se supone que éramos amigos—El pelinaranja dio un paso amenazador— ¡Se supone que eras mi mejor amigo! 
 
¿Ahora venían los insultos? 
 
Inhalaciones sorprendidas llenaron la sala, cada respiración y paso que el pequeño pelinaranja daba era una daga punzante en su pequeño corazón, entonces entendió el daño que le había hecho a su mejor amigo, lo vio de pie allí parado frente a él con los ojos llorosos y las manos en puños, sintió que un pequeño retazo de su corazón se estrujo, en otro tiempo Ryeowook hubiese corrido a abrazarlo como cuando eran niños, le besaría la cabeza y le acariciaría las mejillas para calmarlo…pero ahora las cosas habían dado un giro tan dramático que ni siquiera su consciencia le permitía acercarse a su mejor amigo. 
 
—Te odio—Alzó la voz y se acercó más al castaño, logrando intimidarlo de varias formas, tanto que incluso pudo empujarle el pecho con todas sus fuerzas, Donghae nunca había sentido tantas ganas de golpear a alguien como ahora, apretó sus puños y comenzó a golpear, de alguna forma estaba dejando que el odio que sentía fluyera por su cuerpo— ¡Te odio! —El pelinaranja tenía la mandíbula apretada, lo empujó contra la pared fría y lo golpeó con movimientos implacables— ¡TE ODIO! 
 
Ryeowook por fin reaccionó, empujó sus brazos contra el delgado cuerpo de su hasta ahora mejor amigo, ni siquiera en sus peores pesadillas había podido imaginar que Donghae reaccionara de aquella manera.  
 
Entonces el pelinaranja perdió la razón, se abalanzó contra Ryeowook y lo tiró contra la baldosa del suelo frio que hizo un eco rudo, le puso las manos alrededor del cuello hasta casi llegar a estrangularlo, el castaño pataleó un poco para zafarse de lo que hasta ahora era su mejor amigo. 
 
—Lo siento—El castaño tomó entre sus dedos los delgados brazos del pelinaranja y sintió que sus pestañas se mojaban, era una situación tan hilarante—Yo me enamoré…—Dijo en apenas un murmullo casi inaudible. Fue allí que Ryeowook comprendió que el dolor y el amor siempre estaban unidos, porque no podía amar a Kyuhyun sin lastimar a otro, pero tampoco podía querer a Donghae sin lastimar a Kyuhyun, se tragó las lágrimas por un momento y percibió que el querer y la satisfacción o, en otras palabras, el sufrimiento y el tedio, eran dos extremos que oscilaban en el péndulo de la vida—Perdóname Donghae…por favor. 
 
El pelinaranja levantó la mirada y tiró de sus brazos con fuerza para alejarse de Ryeowook. 
 
— ¿Crees que Kyuhyun te ama? —Le dijo con la voz rota—Eres un niño ante sus ojos, él nunca te aceptará en su vida si lo hago elegir entre tú y yo. 
 
—Donghae, por favor…—Ryeowook se mordió el labio con fuerza como si deseara castigarse así mismo con aquel acto, se removió con fuerza aún bajo del pelinaranja, el pánico le hacía moverse con torpeza—Lamento que te enteraras de esa forma, pero yo me enamoré, le quiero y no lo voy a dejar. 
 
Donghae encontró todavía más amargas esas palabras. 
 
—Claro que no lo harás porque eres un sucio perro que se hacía llamar mi amigo sólo para abrirle las piernas a mi padre—El pequeño pelinaranja bajó su mirada bruscamente para empujar otra vez a Ryeowook, atacándolo con sus pequeños pero mortíferos puños.  
 
Ryeowook se había resignado a recibir cualquier acción de Donghae hasta que la puerta principal se abrió de golpe y no faltó cuestión de segundos para que Sunny se interpusiese entre ellos dos y tirara del brazo de Donghae. 
 
— ¿Qué está pasando aquí? —Ella los miró con una expresión preocupada— ¿Estás bien? 
 
Sunny se precipitó a revisar el rostro de su hijo y, cuando le tocó el labio notó allí una pequeña cortadura, eso hizo que su instinto materno aflorara y mirara con mala cara al pelinaranja. 
 
— ¿Por qué golpeaste a Ryeowook? —Tal vez era el momento para decírselo todo a su tía Sunny, o tal vez simplemente él debía irse de esa casa para jamás volver, Donghae tomó la segunda opción y se fue de allí sin mirar atrás. 
 
Ilusión del momento, violentos instantes de alegría y ahora estaba solitario. Ryeowook comenzó a hipar con fuerza aún en el suelo frío de su hogar mientras su madre le rodeaba con ambos brazos, después nada, él era consciente de que había perdido a su mejor amigo y aún no sabía cómo se lo iba a tomar Kyuhyun. Entonces se permitió llorar más. 
 
“Perdóname Donghae, por favor” 
 
Sunny había comenzado a preocuparse demasiado cuando su pequeño hijo se encerró en su habitación para comenzar a hipar con más fuerza, se paró detrás de la puerta pesada de madera con el corazón hecho puño y apretó los labios en una línea recta, jamás había visto llorar a su hijo de aquella forma, porque generalmente cuando lo hacía sólo duraba por unos minutos. 
 
Fue entonces que decidió ponerle fin a aquello, bajó las escaleras y tomó su pequeño bolso nuevamente, necesitaba hablar seriamente con Donghae para que este le pidiese una disculpa a su pequeño ciervo, después de todo ellos eran amigos de toda una vida y ella supuso que aquello era un lazo irrompible. 
 
Caminó a paso apresurado por el lugar haciendo resonar sus tacones en cada pisada, luego se asomó a la casa Cho, desde la ventana pudo observar a Kyuhyun preparando algo en la mesa de su cocina, él se veía tan concentrado en lo que hacía que casi no notó la presencia de Sunny en la puerta después del tono del timbre. 
 
Hasta que ella tocó tres veces más el dichoso botón blanco. 
 
—Sunny… ¿Pasa algo? —Preguntó el rubio con una sonrisa ladina y un poco de harina en la frente, aquella facha en otro tiempo hubiese logrado que la mujer se sonrojara violentamente, pero esta vez no.  
 
— ¿Dónde está Donghae? 
 
—Él no está aquí, dijo que vendría por la noche junto a Ryeowook—La voz del rubio se fue opacando de a poco al notar el brillo lloroso en los ojos de Sunny—¿Pasó algo? 
 
La culpa se fue apoderando de Kyuhyun hasta el punto que ni siquiera pudo devolverle la mirada a Sunny. 
 
—Ryeowook está muy mal—El rubio soltó una respiración pesada—Donghae y él pelearon, y mi Wook no quiere contarme nada…—Entonces sucedió, la mujer comenzó a hipar—No sé cómo hablar con él—Sr. Cho se quitó el delantal con un movimiento brusco y comenzó a caminar hacia la casa de Ryeowook con Sunny siguiéndole los pasos, desde el principio ellos lo habían hecho mal, era normal que su hijo reaccionase de esa forma, pero por Dios. Ryeowook no lo merecía, él merecía bañarse en su hermosa luz. 
 
—Ryeowook te considera como su padre, Kyuhyun—El rubio giró la cabeza para observar a la pequeña mujer—Si quieres puedo darles su espacio, de todas formas yo debo irme al trabajo…—Ella se limpió los ojos con sus finos dedos—Cuídalo por mí, ¿Si? 
 
Ver la gratitud en la mirada de Sunny fue como recibir un puñetazo en las entrañas.  
 
Cuando ambos llegaron hasta la casa de Sunny, ella se arregló el peinado, se puso un poco de maquillaje en el rostro y subió hacia su propia habitación dejando que Kyuhyun se hiciera cargo de la situación de Ryeowook. Después de todo, ella le tenía una fe casi ciega al rubio. 
 
¿Qué diablos iba a hacer ahora? 
 
Kyuhyun subió las escaleras con la culpa carcomiéndole el cuerpo, miró alrededor y vio la pequeña habitación de Ryeowook, tomó la perilla de la habitación y la notó cerrada, ¿Ryeowook se había encerrado? 
 
—Wook, querido…—De repente Sunny le acarició el hombro con los dedos fríos y luego le dedicó una mirada preocupada al rubio—El señor Cho vino a hablar contigo. ¿Puedes abrir la puerta mientras mamá va a trabajar? 
 
Después nada. 
 
—Ryeowook, ¿Puedes abrir la puerta, por favor? 
 
Kyuhyun afinó el tono de su voz y luego escuchó un “clic” que hizo que el frio se colara en cada centímetro de su piel. Escuchó a lo lejos un suspiro pesado de Sunny y cuando giró la cabeza para observarla lo único que la mujer logró hacer fue secarse las lágrimas y sacudirse la ropa para luego desaparecer por el pasillo de aquella casa. 
 
El rubio se enderezó y tomó una larga bocanada de aire, se preparó mentalmente para decir las palabras correctas, porque no iba a dejar escapar a Ryeowook, él le pertenecía y se lo haría saber.  
 
—Ryeowook, ¿Estás bien? 
 
No. Claro que él no estaba bien. Hacía más de media hora que no había dejado de hipar como un niño pequeño, y Kyuhyun pudo notar que tenía el labio herido al igual que los ojos más rojos y pequeños que de costumbre, se sintió mal de inmediato. Su cabeza le decía que aquello era producto de sus actos irresponsables, pero su corazón le orillaba a extender los brazos hasta el pequeño castaño que tenía delante. 
 
Y lo estrelló contra su cuerpo, en ese momento Kyuhyun sonrió apenas y apretó el cuerpo de Ryeowook con fuerza, como si no estuviera listo para dejarlo irse, ni ahora, ni nunca, porque su instinto le susurraba que a la vuelta de la esquina estaba algo jodidamente maravilloso. Que no pasaba nada porque él se encargaría de todas las consecuencias y que mantendría a Ryeowook protegido de todas las demás cosas. 
 
—Todo va a salir bien, Ryeowook—Dijo el rubio sin mucho entusiasmo, agobiado de repente por lo rápido que su vida estaba cambiando. ¿Ryeowook estaba preparado para ese cambio? —Confía en mí. 
 
La tranquilidad se instaló en el cuerpo del menor y el júbilo surgió de repente. Ryeowook se sentía como en una montaña rusa, que subía hasta la cima sólo para caer en el minuto uno en picada con todo el viento dándole justo en la cara y el corazón latiéndole a mil por hora. 
 
Ryeowook se encontró rodeándole las mejillas al señor Cho con una de sus manos, mirándolo a sus ojos, esos ojos penetrantes, de un café oscuro ardoroso, hipnótico…y luego sus bocas se rozaron, los labios del rubio se unieron a los suyos, abriendo y quemando como fuego. 

¿QUÉ ESCONDE EL SEÑOR CHO? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora