1.Comienzo desastroso

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-Para tener 10 años su hija es muy callada, introvertida, y he notado que no tiene habilidades sociales con ninguno de sus compañeros de clase- hablaba mi profesora a mi madre.

-Charlotte es una niña muy inteligente, hemos estado afrontando algunos... problemas personales- se excusó mi mamá.

-Estoy segura que juntas lograremos que su hija encaje.

Desde ese día mi madre me pedía que hiciera amigos y que fuera buena con ellos.

No era tan fácil como ella pensaba.

Noté que cada vez que me acercaba a los niños algunos me miraban raro y me ignoraban. ¿Acaso huelo mal?

Y... otros niños me molestaban a espaldas de los profesores.

-¡Hey tu! ¡Zanahoria! Quieres un poco de... ¿¡ensalada?!

Yo me encontraba sentada en el suelo del baño y un grupo de seis niños me encontraron y comenzaron a lanzarme verduras en distintas partes de mi cuerpo.

Me protegí como pude y ellos salieron corriendo y yo me quedé inmóvil, con una enorme ira dentro de mí.

Hasta que apareció él.

-¿Charlotte? ¿Qué te hicieron esos salvajes?- me pregunto Alex con ingenuidad.

Alex era mi mejor amigo. Él siempre estaba ahi para mí.

-Se han reido de mí y estoy harta de sus provocaciones.

Aún estaba sentada en el suelo sola en el baño con Alex, así que saqué el mechero de mis bolsillos y lo prendí delante de mis ojos para contemplar la pequeña llama.

-Ignóralos. Tu cabello rojo es hermoso. Ellos no saben apreciar la verdadera belleza.

Me sonrió.

Yo decidí ignorarlos como me dijo Alex.

Al día siguiente mi madre me llevaba como de costumbre a la escuela, ella me miró y acarició mis rizos peinados.

-Te amo. Sé buena. Vendré a por ti a recogerte por la tarde.

Todo transcurrió normal en mi salón de clases. Hasta que fui al baño de chicas y no esperé encontrar a los mismos seis niños quienes entre todos agarraron mis extremidades y metieron mi cabeza en uno de los váteres. Grité y me resistí todo lo que pude pero ellos me sobrepasaban en fuerza y cantidad. Asi que entre risas y burlas me dejaron en el baño con mi cabello y uniforme mojado y sucio. Dentro de mí crecía el enfado e impotencia.

-Charlotte, hazles saber quién manda.

Escuché a Alex... y él tenia razón. Debía pararles los pies.

Aquello fue la gota que derramó el vaso...

Al día siguiente estaba sentada sola en las gradas, del área deportiva de la escuela.

Podía escuchar el sonido de la alarma de incendios que se habia disparado minutos antes.

Los profesores caminaban nerviosos de un lado para otro buscando al responsable de tal acto macabro que habia ocurrido en los baños de los chicos.

Había ocurrido una catástrofe. Luego de que el equipo de fútbol terminó sus prácticas se dirigieron hacia los baños donde el uniforme de seis niños habían sido quemados hasta las cimientos.

Los padres de dichos chicos se quejaron con el director de la escuela sobre la mala seguridad contra incendios que tenía el centro.

Yo caminé por los pasillos hasta llegar a mi salón de clases y casualmente los seis chicos pasaron por mi lado. Les sonreí amablemente y estos salieron huyendo.

¿Por qué huían? ¡Oh! Ya entiendo.

Al parecer una niña pelirroja con una idea en su cabeza llegó al baño de los chicos donde los seis brabucones se duchaban, luego de hacer deporte. Sus uniformes estaban a su alcance y ella los dejó caer en el suelo apilándolos en una esquina. Una cerilla encendida cayó en los uniformes y poco a poco se hizo una fogata gigante digna de admirar.

Uno de los chicos salió antes de la ducha quien vio a la pelirroja sonreir mirando las llamas que iban creciendo poco a poco. Esta le miró y puso su dedo índice en sus labios para que guardara silencio y desaparecio del lugar. Cuando el fuego se hizo lo bastante grande como para prender la alarma de incendios todos los niños salieron asustados. Menos el primero, que se había quedado petrificado del miedo viendo de lo que era capaz esa niña.

¿Quién fue la pelirroja que provocó tal caos en su escuela? Cierto. Había sido yo.

-Eso fue cruel Charlotte- me reprochó Alex.

Sonreí y me giré para ver al pelinegro.

-¿Acaso no crees que se lo merecían?- le pregunté.

-Yo, no lo hubiera hecho mejor- me aplaudió Alex y chocamos puños.


El Infierno de CharlotteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora