Planta B3 (parte 3)

73 19 8
                                    

Tras salir del dormitorio, Yako les indicó dónde encontrar algo seguro que beber. Se hicieron con dos botellas de agua. No podía engañarlos con ellas debido a que estaban cerradas. Además, Hanako confirmó que estarían bien. A Yako no le gustaba jugar dos veces de la misma forma.

Así que, una vez se recuperaron de la fatiga de la sala anterior, la maestra del piso los invitó a tomar una ducha, como si fuera una especie de disculpa. Yashiro no tardó en aceptar, mientras Hanako se mostró algo más reacio.

Se desbloquearon dos de las puertas que una vez estuvieron cerradas, dejando tan solo una última bloqueada. Tras confirmar que no hubiera cámaras en ninguno de los baños que la maestra del piso les abrió, ambos entraron a uno para refrescarse un poco.

Nene disfrutó de la estancia. El baño era bastante amplio, estaba limpio, cálido y tenía un leve aroma a flores. Sintió estar en un baño termal en vez de en una casa llena de asesinos. Así que, por una vez, decidió relajarse en el acogedor calor de la bañera.

Se calmó demasiado. Antes de notarlo, ya podía escuchar la voz de Hanako al otro lado de la puerta, diciendo que había terminado y preguntando por cuánto más tardaría. Excusándose con el tópico de ser una chica en la ducha, se levantó con prisas y se apresuró a secarse. Sin embargo, aun utilizando el secador, iba a tardar un rato hasta lograr que la humedad de su largo cabello desapareciese. Empezó a culpar el momento en el que se le ocurrió la idea de lavar su cabeza.


Pasó cierto rato hasta estar presentable. Ya seca, vestida de vuelta con su ropa y perfumada con un leve olor a lavanda, abrió lentamente la puerta del aseo. Creyó que encontraría a su compañero frente a la puerta, esperando desesperado e impaciente por su salir. Lejos de eso, el azabache estaba sentado en el suelo, reposando la espalda en la pared y con los ojos cerrados. Era obvio que estaba dormido.

"Hasta él puede ser lindo descansando" fue el único pensamiento que llegó a la cabeza Yashiro.

Aun así, algo parecía no estar bien. Su rostro estaba rojizo y, quizá era por ese leve temblor o por esa pesada respiración, pero ella sentía que algo lo estaba molestando.

Tocó dos veces su hombro y susurró su nombre. Sin obtener respuesta, procedió a agitarlo un poco y volvió a llamarlo. No vio que sus ojos se abrieran y lo hubiera vuelto a llamar de no ser porque, con suavidad, la mano de su compañero tomó su muñeca. Y lentamente los ojos ámbar, más negros que dorados, se abrieron.

- ¿Yashiro?

- Hanako-kun- Suspiró aliviada. – Estás despierto ahora. Me estaba comenzando a preocupar, no te levantabas y parecías estar teniendo una pesadilla.

Una risa irónica escapó de sus temblorosos labios. – Hubiera estado bien si solo fuera una pesadilla.

La intrigada albina lo vio levantarse con cierta dificultad, apoyándose en las paredes hasta lograr mantenerse en pie.

- ¿Estás bien?

- ¿Qué?

- Estás temblando- Ella tocó su frente. – Estás caliente, y tus ojos se ven muy grandes...

- ¿Qué cosas dices, pervertida niña?- Se rio burlón el más alto.

La pequeña solo dio un salto hacia atrás, roja de vergüenza. - ¡No es eso! Jo, y yo que me preocupaba.

- Ehehe...- Su sonrisa era cansada. Parecía dolerle. – No necesito tu preocupación. Sigamos.

Ella no pudo rebatirle. Solo le quedó caminar mirando su tambaleante espalda.




~ ¿Están listos? Ya me aburrí de jugar, así que vengan rápido. Además, tengo una pregunta.

- ¿Y?

~ Cuando estén os diré.

- ¡Para decir eso no hables!

Hanako parecía destrozado. A Yashiro le apenaba. Se había molestado con él por algo normal, pues no era raro que el azabache no se fiase de alguien que apenas conoce de unas horas. No solo, comenzaba a ponerse nerviosa. El chico se veía débil, casi diría que tenía fiebre, y en sus ojos apenas quedaba un pequeño brillo dorado. Se habían vuelto un par de vórtices oscuros que solo muestran dolor.

~ Esperen, no entren ahí.

Una habitación llena de juguetes, la mayoría viejos y desgastados. Estaba únicamente iluminada por una vela situada sobre una mesa. Una mesa hecha de madera, cuyas patas no era ni más ni menos que muñecas atornilladas entre sí.

- Woah, aterrador.

~ Que grosero. Las muñecas eran de mi madre, pero papá les dio su propio toque, ¿No es encantador?

Los juguetes estaban rotos. A las muñecas les faltaban los brazos, las piernas, los ojos; la porcelana estaba rota y varias tenían la mitad de la cabeza destrozada. Los peluches no se salvaron: estaban abiertos por el torso, algunos rellenos de muñecas y otros de pedazos de porcelana.

- No. Esto es horrible.

~ Ay, tú no lo entenderías. ¿Qué te parece a ti, pequeña?

Nene agarró una muñeca con delicadeza, como si se fuera a convertir en polvo. – Siento pena por estas. Debieron ser muy bonitas.

~ Pero ahora son mucho mejor. Aunque creo que es el momento de decirles adiós.

- ¿Por qué?

~ Porque deben ir a donde papá está.

Un disparo sonó y la vela cayó, volviendo en fuego todo lo que era de lana. No pasó nada de tiempo antes de que la gran oscuridad desapareciese, dando paso a la abrasadora luz de las llamas.

Hanako cayó al suelo. ¿De dónde provenía ese dolor de cabeza? Su visión se confundía con recuerdos que no quería revivir. Estaba perdiéndose en memorias, olvidando la forma de respirar.

- ¡Hanako-kun!

La albina lo ayudó a ponerse en pie. Vio sus ojos llenos de miedo, su labio tembloroso. Mordió el propio. La entristecía verlo así.

Ella lo ayudó a salir de ahí. Salieron de la casa. Frente a ella, la puerta del "vecino" estaba abierta.

~~~ 

Perdón por el retraso, por el capítulo de mierda y por todo un poco. Sinceramente, tengo pereza para escribir.

¿Alguien sigue leyendo esta cosa?

Death Bound. Hanako waits for a slaughterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora