-desvaneciéndote.

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Me enamoré de tu alma color atardecer, sin saber que pronto entrarías en fase crepuscular.

Septiembre 3.

«Con paso apurado, iba a verlo otra vez.
Recordando lo que habían hablado hace un mes atrás».

«—No vengas por obligación, sé que pronto encontrarás a alguien mejor que yo y que pueda darte exactamente lo que yo no puedo». Recordó al mismo tiempo que volvió a ver su rostro indiferente de aquel día.

«—Lo que acabas de decir, se asemeja al igual que comer helado, hm».

«—¿Y en que se parece?». 

«—¿Sabes?, nadie se come un helado pensando que se va a terminar, de lo contrario, nadie comería helado».

«—¿Qué insinúas?».

«—Que disfrutes tu helado— lo tomó de la mano, entrelazando sus dedos —Y deja de pensar tanto, hm». Sonrió.

Y entonces despertó. Otra vez, ahogado, otra vez llorando.
Giró su vista a su reloj, que marcaba ya las cuatro y cuarenta de la mañana.

No quiso volver a pegar sus ojos otra vez, por lo que esperó a que la luz del amanecer comience a hacerse presente.

—¿Te quedarás así por mucho tiempo más?.

Lo sabía. Sabía que nunca se iría.
—No puedo.

Posó su mano sobre su delgada cintura, mientras olía su cuello.—¿Que no puedes?.

Se limitó a cerrar sus ojos con fuerza.—No puedo vivir sin tu amor dentro de mí.

Hubo silencio, creyó que se había ido, pero el peso de su mano seguía allí, sosteniéndolo.

—No quiero ver cómo por mi culpa, te apagas. Necesito tu felicidad, esa que me enamoró.

¿En qué momento ocurrió?, hace cinco años atras, cuando se conocieron en estas fechas. Volvieron a nacer en la Primavera.
Tenía el espíritu de un niño cuyo brillo nunca se apagaba, mientras que el azabache estaba indiferente al ver las flores que este le ofrecía.

«—Eres la persona más tenue que he visto, hm.—dijo mientras retiraba el ramo de su rostro». 

«—No me gustan los regalos».

«—Entonces quédate con esta— extendió un pequeño diente de león—Así cada vez que lo veas, te acuerdes de mí, hm».

«—¿Como te llamas?— preguntó con su mirada apagada».

«—Deidara, aunque me dicen el chico de las flores—sonrió».

¿Cuándo fue la última vez que había sonreído así?. Siempre que se veía en algún recuerdo pasado estaba triste, él lloraba. Siempre lo hacía, porque su alma se sentía miserable.

Miserable de no ser capaz de reaccionar y en vez de ayudarlo o creer que lo hacía, se iba hundiendo junto a él. ¿Por amor?, se supone que cuando amas a alguien lo proteges del dolor, no te conviertes en el dolor.

—¿Entonces, que harás?.

Mientras los finos hilos de luz salían y alumbraban todo el oscuro cielo, él posó su mano junto la suya. —Espero que nunca me pregunten por ti.

—¿Qué?.

—Porque me costará decirles que sigues en mi vida, pero que tú ya no estás junto a mi, hm.

De nuevo, solo. Aquel peso en su cintura desapareció de la misma forma que salieron esas palabras de su boca.

Recordó su sonrisa y la vio. Vio aquellos dientes entre tanta niebla.

Se lo prometió a su corazón, se iba a recuperar por sí mismo. Se iba a perdonar por sí mismo. Recuperaría su brillo.

—Lo haré por ti.— murmuró.

heavenly - t/obideiWhere stories live. Discover now