寝室 FINAL

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Cada golpe agudo en su pelvis, ruidos que sonaban desesperados saliendo de la garganta del pequeño eran una canción para Lee. Tan agradable y halagador. No tuvo suficiente de ver la creciente lucha por verlo conseguir un agarre en el pecho del más alto, tomándolo con desenfreno, Hyunjin intentaba en su mejor esfuerzo sostenerse sobre el cuerpo fuerte de Minho mientras este lo sostenía con firmeza, contra la pared. El aliento caliente se avivaba uno con el otro. Las manos hechas puños sobre los hombros del más alto sólo lo impulsaban a ir más rápido, golpeando sólo los lugares correctos, más profundo, con único objetivo determinado; encender sus entrañas hasta que se queme por completo. El menor, por su parte estaba temblando en los brazos tonificados de Lee. Sentía que llegaría al éxtasis dentro de poco tiempo. Jadeos, gemidos, y demás sonidos obscenos escapaban en esa habitación que ahora estaba manchada del pecado más frívolo y mejor cometido.

Minho levantó la cabeza con brusquedad liberando un par de maldiciones sin sentido y elogios apresurados cuando por fin vio los rasgos del menor torcidos por un placer casi dominante. Un gruñido salió de su boca. Los ojos cansados de Hyunjin se encontraron instantáneamente con los del mayor, esbozando una sonrisa satisfecha. No sabía ni siquiera cuándo fue que consintió todo esto. Pero no estaba arrepentido. Fue el mejor sexo que pudo haber tenido con alguno de esos hombres asquerosos, aunque, por alguna extraña razón Lee Minho no le parecía asqueroso en ningún sentido de la oración, de hecho, desde la primera vez que le vio entrar por la puerta del local algo de él le llamó la atención, sus miradas traviesas no eran accidente, nunca lo fueron. Él quería a Minho, pero de una forma extraña, quizás simplemente eran fantasías de un romántico empedernido, quizás no. Nadie lo sabía a este punto para ser claros.

—Mírate nada más... —balbuceó el mayor con un pequeño hilo de sudor corriendo por su frente— ¿cómo es posible que seas tan hermoso?

Sus dedos se clavaron más fuertes en la delgada piel del cuello del menor cuando sintió como sus paredes se tensaban alrededor de su palpitante longitud. Con todo lo que dijo, el dolor delicioso, y la fugaz dificultad para recuperar el aliento reduciéndole a nada más que un desorden maullador. Hwang no podía procesar nada más que la satisfactoria sensación en su trasero. La cordura la había perdido hacía rato atrás permitiéndole que hiciese con él lo que más quería, sintió otra fuerte nalgada. Un gemido ahogado salió nuevamente.

— ¿Te gusta, no? —ronroneó Lee al escuchar la sucia reacción del rubiecito, pero la profundidad de su voz hacía más difícil el trabajo de ser decente— Dejándote hacerte mío... eres un demonio.

La atención del menor permaneció sobre los del mayor. No podía dejar de morder sus labios, intentando detener un poco sus sollozos de excitación, era un completo desastre, su cabello había dado un vuelco totalmente, su maquillaje era una calamidad, el delineado y su fijador de pestañas corría a la misma velocidad del sudor en su frente, ya ni siquiera sabía a dónde había ido su ropa. Su trasero era un desastre también al ser blanco de los azotes de Lee en respuesta a las sacudidas y espasmos que su cuerpo realizaba al sentir el miembro de Minho alcanzar su próstata. Cerró sus ojos mientras el mayor negaba burlonamente para demostrar un punto, pero Hyunjin era demasiado insensible para molestarse en abrir nuevamente sus ojos y ser testigo de la obscena visión de su cuerpo convertido en el de un muñeco que un hombre puede usar cuando le plazca. Sus ojos permanecieron cerrados, incluso cuando el tacto de Minho se dirigió nuevamente a sus botones agarrándolos y jugando con ellos sin piedad.

Minho delineó una sonrisa un tanto arrogante en su rostro cuando el menor comenzó su patética acción de suplicar y pedir por más. Minho, redujo sus movimientos a unos más profundos y penetrantes al compás de cómo los gemidos roncos emergían de lo más profundo de su ser. Quizás todo esto ocurrió debido a esa bebida tan embriagante, bebida que no se comparaba con la sensación de tener a Hyunjin entre sus brazos y poder probar así el dulzor de su cuerpo. Observó como las piernas del muchacho se rindieron cuando finalmente se vino dentro de él, bañando sus paredes internas sin pudor, haciendo que en un acto involuntario cubriera su intimidad por completo. Él siguió empujando hacia dentro de sí mientras le sostenía, pero todo se convirtió en un acto torpe y descuidado cuando el mayor centró sus pensamientos en el acto de masajear su mandíbula depositando besos, que se volvieron tiernos, sobre el hombro del pequeño rubio.

—Quizás seas tú el que me posea... —habló, luego de un largo momento de silencio, al dar por concluida esa asombrosa sesión de sexo.

Nunca antes había disfrutado así del placer. Estaba sumido totalmente. Minho estaba en el cielo y en el infierno al mismo tiempo, ese jovencito sí que le devolvía la fuerza, el valor, la pasión; lo arrastró a la locura y le hizo conocer lo que era arder en el infierno estando a mitad del cielo. Y allí en su lugar, el mayor lo entendió todo, había secretos que siempre estarían grabados a fuego ardiente en la piel de los más semejantes. Hyunjin era uno de ellos, uno como él. Un ángel caído que había caído peligrosamente en la red del mismísimo diablo, después de todo no había tanta diferencia en sus vidas.





Ambos estaban exhaustos, Hyunjin sobre el pecho del hombre con el que había fantaseado hace un tiempo. Minho por su parte se concentraba en hacerle caricias al más pequeño en su piel tersa, formando remolinos delicados y suaves, con una sonrisa satisfecha decorando su viril rostro. Sin embargo, una llamada le cortó la inspiración, el celular estaba en uno de los bolsillos del pantalón que se hallaba en el suelo. Brillando y repicando con insistencia, el azabache chasqueó la lengua con evidente fastidio tratando de alcanzar el celular encontrándose con una llamada entrante de su colega, Changbin. Vaya, que eso tenía que ser una broma.

— ¿Qué mierda quieres? Estaba en algo. —habló con hastío profundizando su voz aún más.

—Pues, espero que ya estés por acabar porque Chris lo sabe todo, sabe que estás con Hyunjin... —dijo Seo al otro lado de la línea, con un tenor que ni el mismo Minho supo cómo tomar— Lee, yo mato y como del muerto si es necesario...

Era claro. Claro como el agua, sabía que Seo lo vendería en cualquier momento, pero no iba a ser tan fácil acabar con él, ni mucho menos por algo que él mismo creyó un capricho, o un apego. Él se saldría con la suya, como siempre lo hacía, y se llevaría su premio gordo si hacía falta, no había llegado tan lejos por nada. Estaba absorto de tantas ideas, pero no se rendiría, ya había abierto las puertas del infierno para ir en búsqueda de uno de los ángeles caídos más deseados por el fuego de Hades. Daría por completo su venganza en cualquier momento, ahora sólo debía volver a la tierra, idear un plan, caer sobre sí, una corporación más grande, pero al lado de la persona que le devolvió la fogosidad. No miraría atrás. No importaba si se equivocaba. No importaba si cometía un error irremediable. No le importó nada más. Cortó la llamada.

—Necesito que te vistas. —Le dijo pasándole su ropa con rapidez y una mirada que se había vuelto fría y sensual— Voy a sacarte de este horrible infierno.

— ¿Qué está diciendo, Señor Lee? —habló mientras se vestía confundido y atemorizado reiteradamente, pronunciando su nombre por primera vez en toda la noche.

El mayor sintió como algo dentro de él se removía vanidosamente, le miró de reojo y le preguntó seductor—: ¿Quieres conocer el paraíso? —habló con indulgencia mientras miraba al menor con sensualidad y lubricidad.

Y allí, en su sitio, entendió que la línea que le dividía entre lo bueno y lo malo podía ser tan fina como un hilo con el que enmendaba una de sus blusas para lucir en el club. Asintió casto. Asintió, porque, ese mismo Hwang Hyunjin que despertó dentro de él recordó cuando su padre —emborrachado por el alcohol en su sangre y que parecía estar cansado de la vida y de todo lo que le rodeaba— hablaba algo sobre que: la complicidad siempre sería la mejor amiga del amor, sin importar el caso que fuese.

¿Ustedes qué opinan acerca de esto?





 .∿꒰˘ᵌ˘꒱♡ ¡espero y les haya gustado! ññññññ, y si les gusta más de lo que pensé, háganmelo saber ahora en los comentarios, y así considerar publicar la versión extendida.

ㅤ: ⠀devil 𝗱𝗮𝗻𝗰𝗲ㅤ⠀ *⠀⠀해.ㅤ- hyunhoWhere stories live. Discover now