6. Colisión

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"La música seduce a los demonios y calma a las bestias"

RG.

Souja

Me miro una vez más frente al espejo, repasando mi cabello y maquillaje, faltan alrededor de unos veinte minutos para que el auto de la familia Diamantidis pase por nosotros, aún no me he colocado el vestido. Dios, estoy sumamente nerviosa y no sé por qué. Me apresuro a terminar con el rímel resaltando mi largas y tupidas pestañas, el smooke eyes les da un toque felino a mis ojos pardos, me enfundo en el vestido rojo que se adhiere a mi cuerpo como una segunda piel, mi cabello va recogido con algunos mechones sueltos dejando libre mi espalda para que se aprecie el gran escote que da hasta casi el nacimiento de mis nalgas.

—Toda una tentación—me halaga Reeley adentrándose en la habitación—el color resalta tu piel.

—Y tu luces como toda una bomba sexual—le digo guiñándole un ojo.

Johao tuvo la maravillosa idea de vestirnos de Blanco para Hannia, negro para Ree y rojo para mí, cada diseño es exquisitamente hermoso, resaltando nuestros atributos y dándonos ese toque de sensualidad que representan los instrumentos que manejamos cada una.

Sonrío y me siento sobre la cama para poder calzarme las sandalias de tiras.

—Hoy acabaremos con todos esos griegos —me dice la morena moviendo sus cejas pícaramente.

—De nuevo con esas ideas Ree, deberías controlar más esa cuca.

—La que no es puta, no disfruta— habla mientras se observa en el espejo, retocando su cabello—además hoy es mi oportunidad de golosearme al señor pecado.

—¿El señor pecado? — Pregunto extrañada

—Por Dios sí que eres lenta Sou, quién más va ser si no, el papucho de Nicola—me responde como si fuera lo más obvio del mundo.

Ruedo los ojos con hastió—lo que te vas a buscar es un problema con su esposa.

—No lo creo, a lo mejor y la Señora se suma a la fiesta. Créeme conozco a los de mi clase en cuanto los veo—suelta volteándose con una sonrisa ladina.

La miro con extrañeza, sin comprender muy bien a que se refiere.

—Es hora de marcharnos niñas— habla Johao desde el marco de la puerta, llamando la atención de ambas. —por cierto, lucen riquísimas, que hasta ganas de volverme hetero me dan, sino fuera porque me encantan las pollas, me sacrificaría por metérsela a ambas.

Los tres estallamos en una sonora carcajada por las ocurrencias del brasileño.

Nos ponemos en marcha, encontrando a Hannia, que ya nos espera lista en la sala de estar, luce preciosa con ese vestido blanco, sus orbes azules resaltan brillantes y su melena rubia suelta.

Salimos de la suite rumbo al vestíbulo, Johao y un botones ayudan a las chicas con su carga pues sus instrumentos son más pesados que mi delicado violín. Un regalo por parte de mis padres adoptivos.

Un chillido de mi mejor amiga llama nuestra atención, en cuanto ponemos un pie fuera del hotel.

Todos observamos en la dirección que ella lo hace viendo a detalle la hermosa limosina negra parada frente al edificio escoltada por un hombre muy alto y robusto, nos encaminamos hacia el auto, y antes de que lleguemos, aquel sujeto que asumo es el chofer nos abre la puerta trasera, dándonos acceso al interior del fino vehículo.

—Buenas noches, señoritas, caballero—habla el hombre de cabeza rapada, dándonos un asentimiento a manera de saludo.

—Buenas noches—contestamos los cuatro a la par.

Ébano +21 (Libro I Bilogía Claroscuro)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant