La Alegre Llegada de Sefu

Mahad respiró hondo y se preparó.

"Sólo tienes que ir a ella y el resto se desarrollará lentamente."

Miró hacia la blanca flor de lirio en su mano izquierda.

Era un Lilium longiflorum, la flor favorita de Isis.

Con un suspiro final, Mahad comenzó a caminar hacia la habitación del papiro.

Fue entonces cuando Isis apareció a la vuelta de la esquina.

Sus ojos se ensancharon mientras ella colocó una mano en su collar.

Mahad sonrió.

"Saludos Isis." comenzó.

"Mahad, me asustaste," contestó ella con una pequeña sonrisa.

Al notar los frenéticos ojos de Isis, Mahad preguntó: "¿Está todo bien?"

Isis agitó la cabeza.

"Me temo que no. He estado teniendo un tiempo difícil para ponerse al día con mi papeleo y ayudar a Mana en sus lecciones para convertirse en Reina."

Isis notó que la sonrisa de Mahad se convirtió en un ceño fruncido.

"Me disculpo Mahad. No quise molestarte." Isis se disculpó. Mahad movió la cabeza.

"Está bien Isis. Si lo desea, puedo ayudarte durante las noches con tus papeles."

"Te lo agradezco, Mahad, pero no deseo molestarte."

Mahad sonrió, "No lo harás."

Isis sonrió a Mahad antes de notar la flor en su mano.

"¿Es eso un-"

"Para ti," habló Mahad, ofreciéndole la flor.

Isis simplemente lo miró, con incredulidad.

"¿Para mí?" ella pregunto.

Mahad asintió.

Tentativamente su mano se acercó a la flor, su mirada de ella nunca dejó su mirada.

"Mahad," susurró con amor.

A partir de ese momento, la relación entre Mahad e Isis nunca fue la misma.

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Cuando su hijo llegó, fue hermoso.

Mahad acarició el cabello de Isis mientras mecía suavemente a su hijo en sus brazos.

"Míralo, Mahad. Es todo lo que podría haber pedido", susurró Isis.

Mahad sonrió suavemente.

"Realmente es una bendición de los propios dioses", agregó antes de que tanto él como Isis observan cómo su hijo lentamente abrió sus ojos.

No hace falta decir que los padres recién hechos fueron cautivados por su hijo desde el segundo en que nació.

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"¡Oh, Isis!"

Isis sonrió exhaustivamente al verla.

"Es adorable." Mana brotó, mientras sostenía al bebé más cerca de ella.

El bebé bostezó ampliamente y continuó durmiendo. El corazón de Mana latía pesadamente.

"Se ve exactamente igual que tú, tan hermoso," Maná habló mientras acariciaba al bebé suavemente.