Voy a encontrarte.

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Tweek estaba frustrado, pues la investigación que estaba llevando a cabo para encontrar al culpable no estaba teniendo ningún avance, eso lo hacía sentir impotente, pues alguien había tenido la osadía de meterse no solo con sus objetos personales, también se metieron con su apariencia, y quizá a vista de los demás aquel mechón del que se deshizo ese fatídico día ni siquiera era notorio, pero para él fue una declaración de guerra, una amenaza, un crimen de odio a su vanidad y persona.

Se estaba volviendo complicado, equilibrar la escuela, el club, su vida social, familiar y el descubrimiento por el autor del atentado lo estaba agotando, incluso los maestros parecieron olvidarse del asunto, pero Tweek Tweak no se daría por vencido, cueste lo que cueste, daria con el culpable.

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Los días avanzaron, pero el culpable aún no aparecía, de hecho se había convertido en un caso aún mayor, pues cada día era una jugarreta diferente, desde tinta en el candado de su casillero, encerrarlo en algún salón, golpearlo con un balón e incluso ocultar sus pertenencias.
Definitivamente iba a volverse loco si esto seguía así, como prueba de ello un tic en su ojo se hacía presente de vez en cuando.

Observaba con detenimiento a los demás alumnos, descartando sospechosos en cada día que pasaba, pero algo que no entendía era ¿por qué? Nunca se había metido con nadie, precisamente para evitar esta clase de conflictos y estrés, cosa que evidentemente no funcionó.

—Carajo...—Dijo en un suspiro de cansancio.

—¿Todavía buscas al malhechor?—Preguntó Leopold Stotch. —Creo que deberías decirle al director lo que está pasando, porque si no es Cartman entonces no me imagino quién podrá ser.—

—Me estoy quedando sin opciones, Butters, aunque odie admitirlo sabe esconder bien su rastro, creo que estoy a punto de rendirme y simplemente soportar todo esto.—

—No deberías, te aseguro que encontrarás al culpable, ánimo Tweek.—Dijo Butters, para proseguir con un abrazo a su amigo, el cual aceptó.

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Mientras tanto, en la parte trasera de la escuela, un grupo de góticos se encontraba discutiendo.

—No sé ustedes, pero la verdad esto ya me está aburriendo.—Mencionó Henrietta al ver a Pete a lo lejos, riéndose por la broma que le había hecho a Tweek hace unos minutos. —Lo hace ver patético.—

—No es nuestro asunto, pero tienes razón, le dijimos que no era buena idea, y ahora míralo se cree muy inteligente, pero sólo está actuando como un idiota.—Firkle le dio una calada a su cigarrillo.—¿Deberíamos decirle que es Pete quien hizo todo eso? ¿Creen que lo golpeen? Por qué lo tendría merecido.—

—Como sea, yo me voy, el viene para acá y seguro va a querer hablar de como la cara del niño rubio tenía una "expresión divertidamente patética".—El mayor del grupo entró a las instalaciones escapando de la conversación, encontrándose con la escena de dos rubios abrazados, pero al único que reconocía era Tweek, sin embargo el otro chico hizo que su cuerpo sintiera escalofríos, ¿por qué usaba ropa tan colorida? ¿Por qué sus ojos eran de un color tan cautivador?
Sacudió la cabeza ante ese último pensamiento, sin embargo, ese chico había despertado su interés.

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En la biblioteca, Tweek hojeaba sus apuntes mientras la luz tenue destacaba su cabello rubio, estaba volviendo a sus responsabilidades luego de otro fracaso para hallar al culpable, pero como le dijo a Butters, se rendiría, así que ahora estaba ahí, resolviendo cuestionarios y adelantando tareas hasta que un ruido sutil llamó su atención, y al bajar la cabeza, vio una nota en el suelo "Para saber quién lo hizo, recuerda tu primer día de clases". Mostró confusión al inicio, por el contenido escrito, quizá no era para él, pero esas palabras aún así lo hicieron reflexionar. El chico hizo caso, así que rápidamente se concentró en su primer día de clases, visualizándolo desde cero, como se levantó tarde, saltándose pasos de su rutina, el hecho de que solo desayunó jugo de naranja con sabor a pasta dental, el hecho de que fue regañado por la impuntualidad y sobre todo cuando perdió sus llaves y tuvo que enfrentarse a...

¡LO TENÍA!

—Hijo de...—Mordió la manga de su camisa, para ahogar un grito de enojo.
Cansado de las bromas, Tweek decidió poner fin a esto. Después de guardar sus cosas, llegó a Pete, quien estaba sentado en una de los escalones de la puerta trasera, mientras leía una novela de horror. El rubio, lleno de ira, se acercó y reclamó: —¿Entonces tu eres el idiota que ha estado jugando conmigo?—

Thelman levantó la mirada, con una sonrisa sarcástica en su rostro, admitió con burla. —Creí que eras de los listos de tu clase, tardaste mucho en descubrirlo, pero sí, quería ver cómo te las arreglabas cuando tu vida se volviera un poco más interesante.—

La rabia hervía en Tweak, y sin pensarlo, lo confrontó: —¡Esto no es divertido! ¿Por qué tienes que hacerme la vida imposible?—

Recibiendo una apática respuesta. —A veces la gente necesita un recordatorio de que el mundo no es todo sol y arcoíris, además para mi si fue divertido y mucho.—

La tensión en el área se palpaba cuando el rubio, enfurecido, decidió que era hora de ponerle fin a la situación. La confrontación entre el blondo y el gótico estaba a punto de desencadenarse, y la parte trasera de la escuela sería testigo de un enfrentamiento lleno de resentimiento y secretos.

Sé que no eres élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora